|
"Júzguenos por
nuestras acciones", pidieron repetidas veces los nuevos socios
negro-pardos ante la presión europea. Los detalles que presentaron ayer
de su programa conjunto parecían estar diseñados para asegurar un
veredicto favorable. Schuessel habló de recortes en los gastos del
gobierno y en el fondo de jubilación, privatizaciones y "reducir
costos laborales". Haider (quien no entrará al gabinete) agregó que
habría una "ofensiva social, con especial consideración para los niños".
También aseguró que el gobierno estará "a favor de Europa",
pero que a la vez permitiría "un nuevo patriotismo: no es ninguna
vergüenza defender a su gente". La coalición tendría una mayoría
de 104 de los 184 escaños en el Parlamento detrás de su programa.
Schuessel concluyó explicando que el gobierno traería "un viento
fresco y un nuevo entendimiento con la gente". Por supuesto,
"como en cualquier parto, irá acompañado de dolores".
Muchos los sufrirá el
presidente Klestil, quien en los últimos meses intentó por todos los
medios posibles impedir la entrada de los neonazis al gobierno. Aunque
tiene la facultad de alterar (sujeto a la aprobación de la coalición) el
programa de gobierno y objetar designaciones del gabinete, su margen de
maniobra es muy restringido. Puede llamar a nuevas elecciones, pero, según
las últimas encuestas, los neonazis saldrían primeros si éstas se
realizan. Otra alternativa sería, según sugirieron ayer fuentes de la
presidencia, convocar un gobierno de todos los partidos para diluir la
presencia del FPOE. Nada indica, sin embargo, que Schuessel y Haider se
prestarían a la idea.
La reacción desde los
países de la Unión Europea (UE) promete ser dura. Ayer, el premier francés
Lionel Jospin amenazó públicamente ante su Asamblea Nacional que Francia
--que en el próximo semestre asumirá la presidencia de turno de la UE--
"tomará todas las medidas para que la Austria de Haider y Schuessel
esté políticamente aislada en Europa". El actual presidente de la
UE, Antonio Guterres, había subrayado que "nada será igual con un
gobierno donde participe un partido que ha negado repetidamente los
valores de la tolerancia y de la democracia". El premier italiano
Massimo D'Alema declaró que Europa tiene "el deber de
injerencia" para defender "sus valores". Los países del ex
bloque soviético --preocupados por la posibilidad de que una Austria xenófoba
obstaculice su entrada a la UE-- respaldaron en su mayoría la advertencia
del lunes.
Sin embargo, Grecia
agitó ayer por primera vez una bandera que tiene el potencial de
resquebrajar el frente anti-Haider: la de la "no injerencia". Al
desligarse de la advertencia que Guterres hizo en su nombre, el ministro
de prensa griego Dimitris Reppas enfatizó que "no queremos bajo ningún
concepto intervenciones de la UE en procesos democráticos de los
miembros". Otros diplomáticos griegos interrogaron: "¿Quién
decide que un partido elegido democráticamente, incluso si tiene ideas
racistas o nacionalistas, no puede participar en un gobierno de coalición?".
Además, la Comisión Europea (CE), que decidiría una respuesta
institucional de la UE, explicó ayer los motivos por los que, "por
ahora", tendría que seguir una política de no intervención. Dado
que "el funcionamiento de las instituciones europeas no está
amenazado", la CE se ve obligada a "mantener relaciones normales
con Austria". Vigilará, por supuesto, que obedezca los tratados
firmados con la UE, que incluyen garantías de derechos humanos. Schuessel y Haider se mostraron bastante satisfechos ayer por haber concretado su bella amistad en desafío a la mayoría de los países de la UE. El conservador disparó que éstos últimos "fueron demasiado lejos: hay que respetar el resultado de las elecciones democráticas". Para Haider, la presión no era más que una confabulación de la socialdemocracia europea para ayudar a sus correligionarios austríacos. Sentenció al final que todo era "una ofensa para todos los ciudadanos decentes de Austria".
|