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Nacido el último día del
siglo XIX y muerto de alcoholismo en 1940, esos pocos años le alcanzaron
a Revueltas para dejar una de las obras más importantes de la música
americana. Años en los que, como pocas veces, biografía y creación
marcharon al unísono. Voluntario en la Guerra Civil Española --en el
medio de la lucha se las arregló para organizar conciertos con sus obras
para soldados y obreros-- y secretario general de la Liga de Escritores y
Artistas Revolucionarios, la ideología política, en su obra, lejos de
estar disociada de la creación o de ser un mero revestimiento, se imprime
en los propios materiales. En las estructuras armadas a partir de
superposiciones, repeticiones, estridencias y aparentes faltas de
estructura, en el rechazo al pintoresquismo y en una suerte de
reivindicación esencial de la cultura del pueblo.
Revueltas no compuso sinfonías, óperas ni conciertos. De las
formas tradicionales de la música europea, la única que cultivó fue el
cuarteto para cuerdas. En cambio, escribió para el cine (Redes, La Noche
de los Mayas) y fue maestro de Alex North, uno de los autores de música
para la imagen más importantes que dio la industria estadounidense,
escribió para la radio (8 x radio) y para grupos atípicos. La orquesta,
en sus manos, se parece bastante poco a la orquesta sinfónica europea
(incluso a la orquesta de otros compositores latinoamericanos, como su
compatriota Carlos Chávez o el argentino Alberto Ginastera). Más allá
del confesado parentesco con la estética de Debussy
y de una innegable cercanía con Varèse, su música representa una
especie de margen radical. Como Charles Ives en Estados Unidos --pero más
lejos aun de las tradiciones y del mercado internacional--, Revueltas está
en las afueras, en el borde, de casi todo. De la música europea, desde
ya, pero también de las distintas formas que tomó el nacionalismo en
Latinoamérica. Que el notable director finlandés Esa-Pekka Salonen haya decidido dedicarle un CD, al frente de la orquesta de la que es titular (la excelente Filarmónica de Los Angeles) viene a subsanar una de las injusticias más flagrantes del mercado. Si bien es cierto que Silvestre Revueltas goza de un favor algo mayor que cualquiera de los otros compositores de este continente, en este momento no se conseguía en Buenos Aires ni un CD con su música. El excelente álbum editado hace unos años por Catalyst y distribuido por BMG no fue repuesto en Argentina y los discos con sus cuartetos de cuerdas publicados por New Albion son inconseguibles. El nuevo CD, además de encontrarse a buen precio en algunas de las sucursales de una cadena disquera, recoge las mejores versiones que hasta ahora haya tenido en grabaciones la música de Revueltas. La orquesta suena con un ajuste, una sutileza y un empuje y potencia asombrosos. Salonen dirige con precisión obsesiva los intrincados ritmos y no permite que la idea de masa desdibuje los detalles estructurales. Sensemayá, Ocho por radio, Homenaje a Federico García Lorca, Ventanas y las Pequeñas Piezas Serias Nº 1 y 2, brillan además gracias a la fenomenal grabación, realizada con tecnología de 20-bits.
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