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Bruzzone, fallecido en
1994 a los 87 años, fue uno de los pintores más representativos del
realismo social rioplatense, junto a sus amigos Berni, Castagnino, Urruchúa
y Spilimbergo. Inaugurada formalmente en diciembre pasado, la Casa
Bruzzone (ubicada sobre la calle Marie Curie 6193, en el corazón del
Barrio Parque El Grosellar, en el norte de Mar del Plata) fue concebida
por un grupo de familiares, amigos y discípulos con la idea fundamental
de dar a conocer la obra del artista y prolongar el espíritu creativo que
alberga el sitio. "Desde que dejó de participar en concursos y
luego, cuando se rehusó a formar parte de jurados, se borró de las
pistas y hay mucha gente que no conoce su importante trabajo", dice
Jorge Latorre, uno de los activos integrante de la Asociación Casa-Museo
Bruzzone.
En esta primera etapa,
la Casa se abrió a turistas y residentes con propuestas variadas. A la
obra del dueño de casa se suman seis esculturas de Antonio Pujía.
"Las habitaciones que cobijaron a nuestros chicos ahora continuarán
albergando a los hijos del arte, las pinturas", explica Magda
Konopacki, última mujer del artista, madre de siete hijos, y un rostro
reconocible en un par de lienzos colgados de las paredes. "Por eso
dejamos en el piso los parches de las viejas divisiones. Tiene que ver con
el criterio que utilizamos para la restauración." Además hay una
sala de conferencias, un museo de grabado, un área de talleres y el
espacio museológico que comprende el atelier del pintor, el living y el
altillo de la vivienda. El marketing no está ausente, y los recuerdos de
la visita se compran en la tienda de arte. Y está el parque escapado de
una postal, en el que tres veces por semana hay conciertos.
La mano de obra de los
trabajos que se hicieron en la casa para convertirla en este museo, que ya
convocó a más de dos mil personas, fue gratuita. "Uno de los albañiles
que más nos ayudó �-confiesa Latorre-- nos contó que había conocido
a Bruzzone en la lucha por la liberación de Agustín Tosco, cuando donó
tres de sus cuadros al Sindicato Luz y Fuerza para que los vendieran y así
recaudar dinero para la causa. El muchacho nos dijo que todo lo que podía
hacer no iba a alcanzar a saldar tamaña deuda".
En una segunda etapa,
el proyecto contempla la preservación de la obra de Bruzzone, la
organización de su biblioteca personal, una programación de plástica
basada en la visión retrospectiva del movimiento pictórico al que
perteneció el pintor, y un programa integral de distintas áreas
relacionadas al quehacer de la plástica. "Si logramos generar cierto
capital �-completa Latorre-- tendremos animación, video, música,
teatro, letras y el primer taller de cine marplatense". Los últimos
días del artista pueden adivinarse viendo una foto en el atelier. Luce el
pelo y la barba larga y blanquísima, con el delantal puesto y un par de
pinceles en la mano. "La pintura supone emprender un camino duro y
cuesta arriba que no conduce a ninguna parte. La muerte sorprende al
pintor en esa marcha y es entonces cuando su obra ha de situarse en la
historia o pasar al olvido", dijo Bruzzone. Ese diálogo que se daba
entre el pintor y su público sólo a través de los cuadros ahora se ha
transformado. La vida dedicada a la creación artística y cultural,
cercada por la intimidad familiar, cedió su espacio y se convirtió en
interés público. La mejor manera de que la sociedad acceda a un bien
cultural que ya le pertenece.
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