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Por Carlos Polimeni Desde Punta del
Este![]() ![]() Si hay que empezar por el final, Hochman, Peña y el elenco, hacen de Shakespiriando (sic) un espectáculo interesante y digno, que está claramente inspirado en los aciertos de la versión mencionada de La tempestad. La idea es similar: trasladar a un ámbito diferente del original �La tempestad del San Martín transcurría en una isla tropical� las historias que cuentan las obras del genio del teatro isabelino. Aquí la apuesta ha sido bastante elevada, ya que son diez obras y, además, la narración es musical: se cuenta de pe a pa el argumento de cada una adaptándola a un ritmo y a una situación geográfica diferentes, con todos los riesgos que eso conlleva.Espectáculo de divulgación, esta especie de Shakespeare para principiantes podría operar al revés de La tempestad: siendo para grandes, seguramente será el favorito de los chicos, si en mayo, como planea la compañía, desembarca en Buenos Aires. Antes, en marzo y abril, estarán en Montevideo, ya que por todo febrero siguen en Punta del Este. Hochman batalla desde años contra los prejuicios en torno a Shakespeare: �El tomaba historias de griegos y las adaptaba a su época... ¿Por qué razones ocultas nosotros no deberíamos adaptar a Shakespeare?�, planteó hace tres años a Página/12, antes del estreno de su niña mimada. Hochman dirigió varios espectáculos para niños, como El collar de Perlita, un Cyrano y El tacaño y obras para grandes, como Un crimen secundario y Un veneno saludable.Los cuadros, en rigor sketches, en que se divide Shakespiriando tienen altos y bajos, pero en casi todos son sorprendentes las resoluciones. Los tres hombres del elenco se lucen bastante más que las cuatro mujeres, y eso es lógico: Gustavo Monje (Laurel y Hardy, en el papel de El flaco y La bella y la bestia) es un experto en musicales, y Diego Reinhold deslumbra con su gracia escénica, mientras que la siempre simpática conductora televisiva Daniela Fernández y Sandra Ballesteros parecen auténticas debutantes en un género complejo y físicamente exigente. El rap del comienzo, �El rap del príncipe Hamlet� podría confirmar los peores pronósticos, pero la corrida hacia el México según Les Luthiers y El Chavo de �Romeo y Julieta� es brillante. También impresionan el poder de síntesis con que se esboza como ragtime �Ricardo III� (�Richard Three, jazz, blues y otras canciones�), la tragedia de �Otelo� convertida en drama de estereotipos tangueros (�Otelo, el negro del Abasto�), �Chacarera del rey Lear� y �Un sueño de películas del setenta en una noche de verano�. El final, �Se viene �La tempestad� (con mucha salsa)� opera de recordatorio, para los iniciados, del origen para nada bizarro del proyecto.Absolutamente prohibido para los que esperen encontrar algo más que la exterioridad de las historias que Shakespeare contaba �que indagan, de modo inevitable, en las paradojas y miserias de la condición humana� el espectáculo, en cambio, es recomendable para los que pretendan una puerta de acceso divertida a una colección de historias famosas, o al menos conocidas, contadas en un formato original. Si las canciones del espectáculo salen algún día en disco, serán, también, un aporte interesante a la desacralización de obras que fueron escritas para todos, no para algunos. Aunque, sir William, está claro que todo será siempre según el cristal con que se lo mire.
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