Cuentan
que en 1812, el entonces gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry
--hombre desmedidamente ambicioso-- en busca de su reelección decidió
reformar el sistema electoral de su distrito. Para ello diseñó
particularísimas trazas en su territorio con el propósito de
neutralizar zonas desfavorables con otras que lo beneficiaban
electoralmente. El dibujo de tales circunscripciones era tan llamativo
que un periodista del Gentinel de Boston, mapa en mano disparó al
gobernador: (...) "pero estas zonas más que circunscripciones
parecen salamandras", a lo que con hábiles reflejos Gerry
contestó: "En tal caso serán gerrymandras". Su partido
obtuvo 50.164 votos contra 51.766 de la oposición, sin embargo obtuvo
29 bancas contra 11 de la oposición a pesar de haber capitalizado
menos votos. De ahí entonces, a la manipulación de los sistemas
electorales se la conoce como gerrymandering.
Más recientemente, y
con un sistema proporcional, en las elecciones para diputados
nacionales de octubre de 1997 se produjo la siguiente paradoja: la
Alianza obtuvo a nivel nacional 6.164.485 votos (36,43%), en tanto el
PJ obtuvo 6.117.756 (35,15%); sin embargo, la lista que llegó en
segundo lugar (el PJ) obtuvo 51 bancas, 5 más que la Alianza que se
alzó con 46.
Como se ve, el sistema electoral como artificio para traducir
votos en cargos electivos es una cuestión muy filosa, que debe
tratarse de forma prudente.
En este sentido, en primer
lugar, el diseño del nuevo Sistema Electoral debe responder a las
exigencias de un modelo inteligente, capaz de internalizar todas las
amenazas que rodean a la relación representante/representado. Para
esto, a la necesidad de acercar los candidatos a la gente, hay que
conjugar las reglas de proporcionalidad que establece la Constitución
local con criterios razonables de límites territoriales. Por supuesto
que existen numerosos escollos a resolver, tales como un criterio
razonable de distribución de zonas.
La Alianza propuso elegir 20
diputados por distrito único y el resto dividido en 4 zonas, lo cual
reúne los requisitos constitucionales que debe cumplir nuestro método
de elección de autoridades.
En sintonía con estos
conceptos existe un aparente marcado consenso
para eliminar el sistema de listas sábana. Sin embargo, en la
sesión del jueves, la Legislatura porteña no pudo sancionar la ley
para un nuevo sistema electoral a causa de la nula disposición que
demostró la minoría, empecinada en sostener una rebuscada e ineficaz
versión del sistema aplicado en Alemania.
Este es un año electoral y
nadie quiere dar ventajas, pero siento que es nuestra obligación
resolver estas cuestiones tan sensibles con honestidad. Los partidos
de la oposición deberían rever su actitud obstruccionista -�aunque
ya no para las próximas elecciones del 7 de mayo-- y demostrar que
realmente desean terminar definitivamente con esta forma de elección.
Detrás de la negativa a acompañar el proyecto de la Alianza y
proponer sistemas electorales confusos hubo un intento de manipulación
del voto popular.
Los antecedentes históricos
de manipulación en definitiva terminan en frustraciones. Usted se
preguntará entonces, ¿qué pasó con el deshonesto gobernador
Elbridge Gerry? Pues a pesar de haber manipulado el sistema electoral,
y de haber obtenido la mayoría de las bancas, perdió la elección
frente al federalista Strong.
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Vicepresidente de la Legislatura porteña a cargo de la Presidencia |