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Otra característica saliente
de Winterbottom es su carácter mercurial, sus violentas variaciones de
estilo, de un film a otro. Así, en la misma obra pueden convivir un film
de época como Jude y un drama realista "a la inglesa", como Amo
la vida (Go Now!, 1996, AVH), o una épica bélica de sesgo hollywoodense,
como Bienvenido a Sarajevo (1997, AVH). Y todas ellas, ahora, con
Wonderland, cuyo estilo bien podría asimilarse al del "Dogma"
danés. Si no fuera porque el Dogma no inventó (apenas fanatizó) los
rodajes estilo "guerrilla", en escenarios reales, sin iluminación
artificial y con ese inconfundible aire improvisatorio, expuesto a los
imprevistos de lo real. "Colocamos a nuestro personajes entre la
gente real de Londres --dice Winterbottom--, para que el resultado fuera
fiel a las características del ambiente. En una película 'normal', lo
que se hace es filmar a las 11 de la mañana en un pub una escena que en
la ficción tiene lugar a las 11 de la noche. Se vacía el pub, se lo
llena con extras, se los hace decir cualquier cosa y después se los dobla
en estudio. Todo lo cual suena falso. En lugar de eso, nosotros filmamos
en un pub a la misma hora en que lo pedía el guión y con la misma gente
del lugar, para lograr el efecto de realidad buscado."
Con una gramática tan
entrecortada como la de un noticiero, luz natural que en ocasiones es
escasa y tiempos "muertos" como los de la vida misma, Wonderland
logra transmitir el efecto de realidad buscado. Claro que filmar tiempos
muertos requiere un ojo que penetre la verdad de los personajes, y los de
Wonderland son, en más de un momento, una materia demasiado opaca. Con
guión del francés Laurent Coriat, la película se inscribe dentro del
posible subgénero de "films sobre tres hermanas". Este subgénero
cuenta con hermanas mayores, desde Tres mujeres de Robert Altman hasta
Hannah y sus hermanas, sin olvidar las Tres hermanas de Margarette Von
Trotta. En Wonderland (y de modo semejante a Corazones apasionados, otro
"film de tres hermanas" actualmente en cartel), el lazo entre
Nadia (Gina McKee), Debbie (Shirley Henderson) y Molly (Molly Parker) no
se descubre hasta que el relato está bastante avanzado. Allí se revela
también que Bill (Jack Shepherd) y Eileen (Kika Markham, una de las
hermanas de Las dos inglesas y el continente, de Truffaut) son los padres
de aquéllas. La familia entera (y sus ramas adventicias de novios, maridos, amantes, relaciones casuales y un hermano lejano) aparece marcada por distintas formas de la desolación. Una hace citas a ciegas, otra es abandonada por su marido al borde de la mesa de partos, el padre es una figura semiausente y la madre, una reprochona insufrible. Allí va tomando forma la tesis de fondo que parece animar a Wonderland (y que el título, traducible por "El país de las maravillas", contrapuntea con amarga ironía): en esa Londres "real", las vidas de sus habitantes están siempre al borde de una desesperanza terminal. Tesis que recorre también varios de sus films anteriores. Pero, así como impone una tesis, Winterbottom se ve en la necesidad de terminar con su contratesis, expresada aquí en los varios happy ends paralelos con los que el film se cierra. En términos dramáticos y de estilo, el realizador se muestra tan brusco como en lo temático, y es así como incurre en ciertos violentos ralentis y accelerandi que quiebran brutalmente aquel tan buscado "efecto de realidad". La elección de Michael Nyman para la banda sonora va por el mismo lado. El músico de cabecera de Peter Greenaway tiende al exceso y al énfasis, y sus subrayados melodramáticos, omnipresentes en toda la última parte, resultan la más flagrante contradicción de este film que busca una "naturalidad" que termina perdiendo, a toda orquesta.
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