Por Sergio Moreno
"Si
se cae ese avión desaparece el Frepaso", comentó un asesor que
esperaba en la Base Aérea militar. El vuelo de la Fuerza Aérea venía de
Rosario, traía a Chacho Alvarez, Aníbal Ibarra y Alberto Flamarique,
entre otros, del velorio de Guillermo Estévez Boero. Fue el viernes a la
noche e Ibarra todavía no terminaba su interinato como Jefe de Gobierno
de la Ciudad, cargo en el que aspira quedarse después del 7 de mayo. El
auto que lo recogió en la Base paró frente a un restaurante. Ibarra está
cansado, pero cómodo en su cansancio. Camina por entre las mesas de la
pizzería de Palermo donde concedió este reportaje y saluda a la gente.
"No me vas a cerrar el Club de Pescadores", le sugiere un señor
de 70 años, que lo abraza como si fuese un hijo menor. "Aníbal --le
grita un hombre joven con pinta de laburante--, no aflojés. Yo confío en
vos. Y en el Chacho. No me van a defraudar, ¿eh?". Ibarra sonríe.
Dice que no. Y la frase del hombre queda flotando en el aire.
--¿Cómo se sintió siendo jefe de Gobierno de esta ciudad?
--Muy bien y muy cómodo. Yo venía trabajando muy vinculado al
Ejecutivo, participando de las reuniones de Gabinete, con lo cual no sentí
muchas diferencias sustanciales, aunque sí mayor responsabilidad. Durante
esta semana pensé y trabajé como Jefe de Gobierno.
--Usted se reunió ya varias veces con el nuevo jefe de la Policía
Federal, el comisario Rubén Santos. ¿Qué opinión tiene de él?
--Santos me parece un funcionario con muy buenos criterios que
quiere que su gestión sea transformadora. Ya empezó a ejecutar algunas
promesas que hizo cuando asumió. Quiere una fuerte cercanía de la policía
con el ciudadano, quiere hacer respetar la ley y que también la policía
respete la ley, quiere mantener diálogo con todas las instituciones. Dio
muy buenas señalas en ese sentido, es una persona de claras convicciones
y creo que va a ser muy importante para esta etapa de transformación que
necesita la Policía Federal. El problema de la seguridad no puede ser
tomado sólo como un tema policial y creo que él tiene esta visión.
--¿Por qué se produce la crisis de inseguridad que vive la
ciudad?
--Por varias cosas. Por un lado, es un fenómeno de los grandes
centros urbanos frente a determinados procesos económicos y sociales:
marginación, aumento de desempleo, etc. Eso, unido a una falta de diseño
de política de seguridad produce la crisis. Es lo que ha pasado en la
ciudad y en el Conurbano desde hace bastante tiempo. Las políticas de
seguridad fueron esbozadas como clichés, como frases hechas, como
chicanas. La seguridad no se resuelve con frases hechas ni con consignas
de campaña...
--Meter bala, por ejemplo.
--Lo de meter bala es una consigna peligrosa. La seguridad se
resuelve con un trabajo permanente desde distintos sectores. Hay que
plantear una reformulación de la policía, tener mejores recursos
humanos, mejor equipamiento, mayor capacidad, hay que medir el servicio público
Policía, hay que potenciar la relación policía-vecino. Pero, además,
hay que resolver el tema urbanístico, como el de la iluminación, el
desempleo, apuntar al desarrollo de las zonas más necesitadas, optimizar
los Planes Trabajar para esas áreas, no utilizarlos en forma
clientelista, hacer que los recursos lleguen "enteros" a los
sectores más vulnerables. También hay que trabajar con los jóvenes,
terminar con la deserción escolar: el joven contenido desde la educación,
formándose, también mejora la seguridad.
--Usted anunció hace diez días, que tiene un plan para
implementar educación bilingüe en las escuelas primarias. ¿Cómo es el
plan?
--El objetivo es mejorar la calidad educativa en la ciudad. La
ciudad debe ser altamente competitiva en el plano del conocimiento. Hoy no
alcanza con el alfabetismo. El desafío actual para mejorar la educación
es garantizar el manejo de la lengua materna, de otra lengua, de la informática
como herramienta de aprehensión del conocimiento y un desarrollo artístico-deportivo.
Con respecto al bilingüismo, el objetivo es una incorporación progresiva
del idioma --que puede ser inglés y también portugués--: en una primera
etapa, el año que viene, quiero que 50 escuelas de la ciudad sean de
educación bilingüe y de doble jornada. Esto es, desde primero inicial,
escuelas donde se den materias en otro idioma.
--¿Cómo piensa hacerlo?
--Hay que redistribuir personal, capacitar docentes. Quiero
transformar el nivel terciario en un nivel universitario de pedagogía
para la ciudad. Quiero aprovechar la Universidad de Buenos Aires. Estamos
estudiando la posibilidad de incorporar a gente sin título docente pero
que sabe el idioma para que supla el bache durante el período de prueba,
mientras se van capacitando los docentes que vayan a dar estas materias.
--¿Qué dicen los docentes de este plan, cuando aún no han
cobrado lo que les corresponde por el incentivo?
--Los docentes siempre, históricamente, han tomado la calidad de
la educación como objetivo, el estatuto del docente marca la capacitación
como uno de los ejes, y estos objetivos que me he planteado no se
contraponen con los planteos y reclamos que están haciendo ahora.
--Para poner en marcha este plan harán falta más maestros, más
escuelas. ¿De dónde sacará el dinero necesario?
--Si quiero deserción cero, tengo que saber dónde debo poner más
escuelas. En algunos casos habrá que derivar mayores recursos pero también
se gasta mal. Hay que hacer una reformulación. La ciudad está destinando
entre 27 y 28 por ciento de sus recursos a educación, cifra acorde a los
buenos niveles internacionales. El tema es cómo se gasta: hay que gastar
mejor. Y, en caso de que sea necesario, se invertirá más dinero.
--¿Por qué no se sancionó la ley electoral de la ciudad?
--La Alianza asumió la reforma política de la ciudad. Promovimos
y sancionamos la ley de Financiamiento de los partidos políticos. El
proceso que iniciamos en la ciudad fue de transformación, de ahorro de
recursos, de calidad institucional. Y además, la Alianza impulsó la
reforma política. Para empujar esta ley dimos la discusión interna y,
finalmente, la Alianza estuvo unida para votar la reforma. Entonces, la
oposición dijo que quería su propio proyecto. Les recordamos que somos
36 diputados, nos faltaban cuatro votos; a las otras fuerzas le faltaban
29. Me parece que se debía respetar el sistema de mayorías y minorías...
--Uno de los cargos que les hizo la oposición fue que la Alianza
no transigió un solo punto de su proyecto...
--No es cierto. Estábamos dispuestos a reformular las zonas, el número
de legisladores por zonas. Acá hubo una especulación política: ellos no
querían que por la Alianza pasara el eje de la reforma política. No
quisieron darnos esta bandera y no nos prestaron los votos. Pero tengo la
tranquilidad política de que la Alianza hizo todo lo posible por terminar
con la lista sábana.
--La discusión interna del peronismo y las negociaciones de
Gustavo Beliz con Antonio Cafiero, ¿cómo repercuten en la campaña
electoral?
--La Alianza está consolidada, unida y está gobernando. No hace
promesas: gestiona y muestra lo que va a hacer. La oposición está
preocupada en disputarse el peronismo, trata de hacer una
"tupacamarización" del peronismo. No creo que ninguna alquimia
electoral vaya a modificar el escenario. Veremos qué resulta de estos
tres sectores que conforman la oposición, que han tenido o tienen una
fuerte vinculación con el menemismo. Me parece que se están disputando
quién va a salir segundo.
--¿Quién le gustaría que lo acompañe en la fórmula? ¿Cecilia
Felgueras, Gabriela González Gass, Enrique Olivera, Jesús Rodríguez,
José García Arecha?
--La persona que decida el radicalismo y que sea elegida no sólo
con vistas a las elecciones sino al próximo período de gobierno.
--No me respondió.
--Me gustaría que fuera la persona que elija el radicalismo, que
potencie la fórmula y que esté preparada para el trabajo que se viene
(sonríe).
--¿La ve capacitada a Felgueras?
--Veo capacitados a todos y voy a respetar la decisión del
radicalismo (sonríe).
--¿Se reunió con el equipo de campaña de De la Rúa: Antonio
de la Rúa, Dick Morris?
--Hemos tenido reuniones con Antonio, con el equipo de la campaña
nacional, hemos sumado gente de mis equipos y estamos trabajando bien.
--¿Cuántas veces se vio con Morris?
--Una sola vez. Fue para conocernos, un encuentro muy breve. Me
pareció muy inteligente. Hicimos un análisis del proceso electoral, pero
no me hizo sugerencias.
--Cuando Graciela Fernández Meijide perdió la provincia de Buenos
Aires, algunos en el radicalismo pusieron en duda su candidatura en la
ciudad.
Ahora que su candidatura no se discute, ¿ha notado algún cambio
en esos sectores de la UCR?
--Hubo un rumor a partir de lo que pasó en la provincia de Buenos
Aires. Pero nunca sentí dificultad política en el proceso de mi
candidatura y, bueno, el tiempo me dio la razón y demostró que eran sólo
efímeros rumores.
|