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Reportaje exclusivo a Wenceslao Bunge, 
el vocero de Alfredo Yabran

�Lo único bueno es que Duhalde perdió�

Para él, la �lúgubre historia� del caso Cabezas dejó apenas un saldo positivo: �Que el doctor Duhalde siga siendo, mientras esté libre, el doctor y no el presidente Duhalde�. Pese al fallo de la Justicia sostiene la inocencia de Yabrán y asesora la apelación de Gregorio Ríos.
En el campo, con la pipa que le regaló un artesano español con su retrato tallado en la madera: �El fallo no me cambia absolutamente nada�.

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Esta solo, en un campo de amigos en la provincia de Buenos Aires. Dice que está aislado de diarios y revistas, sin televisión y sin escuchar la radio. Y también sin cambios: Wenceslao Bunge sigue sosteniendo la inocencia de Alfredo Yabrán como cuando era su vocero, sigue hilando explicaciones para justificarlo y explicarlo, sigue cerca de una causa que promete llevar "a las instancias internacionales para ayudar al señor Ríos". Cuenta por primera vez una agresión que sufrió (ver recuadro), está preparando negocios con satélites y no oculta sus odios hacia dos personas a las que culpa por la caída de su amigo y empleador: el ex gobernador Eduardo Duhalde y el ex ministro Domingo Cavallo.
 
--Ya hay un fallo judicial sobre el asesinato de José Luis Cabezas, que implica y culpa claramente a Alfredo Yabrán. ¿Va a seguir diciendo que Yabrán es inocente?
  --Este fallo no cambia absolutamente nada. Este fallo lo único que hizo fue confirmarme que fue escrito con mucha anterioridad a su lectura. El fallo comienza a escribirse supuestamente tres días antes de su lectura, y tiene cientos de páginas. Pero casi todas las citas son de la instrucción; hay muy pocas del juicio oral, casi ninguna de las defensas y algunas de las ponencias de los fiscales, que fueron presentadas con anterioridad al juicio oral. En cuanto a las defensas, había apenas pequeñas menciones casi siempre iguales, diciendo que "pese a la erudición de la presentación del defensor Fulano, es la convicción del tribunal que no debe ser tomada en cuenta". En cambio, el fallo se refiere constantemente a la instrucción y, dentro de ella, exclusivamente a aquello que se comparecía con el objeto mismo de la sentencia, que era firmar lo que ya estaba decidido antes de que se hiciera el juicio oral. Es digno de Hollywood más que de una administración de justicia.
  --Si usted dice que Cabezas no murió por orden de Yabrán o para proteger su intimidad, como dice el fallo, entonces, ¿cuál es su hipótesis?
  --Yo creo que es bastante claro lo que ocurrió. Ya en marzo del '97 yo dije que "ahora son los Pepitos, inmediatamente serán los Pepitos II y después será Pepón". Pepón resultó ser Alfredo Yabrán. Es porque hicieron el caso al revés, buscando cómo encontrar algún hilo conductor que, yendo de atrás para adelante, los lleve a Alfredo Yabrán. Por eso mi impresión de que nada ha cambiado en cuanto a la inocencia de Alfredo Yabrán. Yabrán tiene tanto que ver con el crimen de Cabezas como Emile Zola con la condena a Dreyfus.
  --...¿o sea?
  --Absolutamente nada. Esto está inventado, decidieron que existieran los mafiosos, inventaron la historia del mafioso y ahora van a inventar una historia del caso.
  --Según usted, ¿quiénes "inventaron" esas historias?
  --La decisión de inventar las mafias arranca en agosto del '95 cuando el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo habla de "mafias enquistadas en el poder". Al momento, entra en el tema por razones políticas Eduardo Duhalde, entonces gobernador bonaerense, que no es de ninguna manera responsable del crimen pero sí responsable de desinformar y de conducir una investigación como si fuera un sheriff y no un gobernador de un estado donde ocurrió un crimen que nos tocó a absolutamente todos los argentinos. La verdad debe buscarse exactamente donde no se buscó. Acá investigaron quienes deben ser investigados, y mataron quienes debe proteger. Esto lo vimos más tarde en Ramallo, porque la operación les salió mal. Si hubiera salido bien, si la operación Cabezas hubiera salido bien, tal vez hoy podríamos tener como gobernador a quien tenemos, pero podríamos tener como presidente al entonces gobernador Duhalde. Yo creo que el lado bueno de esta historia tan lúgubre es que el doctor Duhalde seguirá siendo por mucho tiempo, o mientras siga en libertad, el doctor y no el presidente Duhalde.
  --¿Entonces usted dice que a Cabezas lo mandó a matar Duhalde?
  --¡No! ¡De ninguna manera!
  --¿La Bonaerense, entonces?
  --Fue el resultado de una disputa entre bandas de la Policía Bonaerense.    --Disculpe, Bunge, pero tiene que ser más específico. La Justicia dice que Yabrán tuvo que ver con la muerte de Cabezas. Usted es el único que dice, al menos públicamente, que Yabrán no tuvo nada que ver.
  --Está invirtiendo la carga de la prueba. Acá no se ha podido probar de ninguna manera, siquiera con indicios, siquiera con el arma homicida, siquiera con el conocimiento del contenido de supuestas llamadas telefónicas... y sin embargo, se animan a condenar y a presumir sin absolutamente ninguna prueba. Lo que puedo decir con claridad, porque me consta, es que Yabrán no ha sido. Puedo presumir quién ha sido. Presumir, además, por lo que he visto de la investigación y de la instrucción, quiénes fueron responsables. Hay que buscarlos dentro de la Bonaerense.
  --Yabrán conocía a gente de la Bonaerense.
  --Yabrán no tenía nada que ver con esas bandas. Absolutamente nada.
  --¿Y por qué entonces lo implicaron?
  --El regalo se lo hacen después, con la campaña que empieza el doctor Cavallo y después el gobernador de la provincia. Y muchos medios que se sumaron a esto, no todos.
  --¿Lo que usted dice entonces es que Yabrán no tenía nada que ver pero que por alguna misteriosa razón le tiraron el cadáver a él?
  --¡El cadáver no se lo tiraron a Yabrán! Yabrán le dijo a Olga Wornat que parecía que se lo tiraron a Duhalde, que parecía que se lo tiraron a De Lázzari y a la revista Noticias. De Lázzari se sintió enfermo, renunció y fue a parar, como premio, a la Suprema  Corte de la provincia. La revista Noticias, en lugar de proteger y defender a su reportero gráfico, optó por callarse la boca, y a partir de ahí pareció que la policía no tenía nada que ver, que pasó a ser "la bendita policía". Nunca más se metieron con la policía. El señor Michi, en cuyo auto estaba Cabezas, porque no era el auto de Cabezas, era el de Michi, que le entrega la cabeza a Cabezas y se va a la tarde a un hotel en otro lado, ha sido querellado por falsedad. Con el tiempo, esto va a pasar a la historia como un ejemplo de lo que no debe ser la Justicia, por la forma en que se preparó todo, por la forma en que se construyó un caso que no resiste el menor análisis. La condena social de Alfredo ya está, a Alfredo lo condenaron allá en 1995.
  --Convengamos que Yabrán presentó un blanco fácil a esa condena social: un hombre secretivo hasta la paranoia, un mentiroso que decía cosas inverosímiles como que no conocía a amigos íntimos o que no era dueño de nada. ¿Por qué decía cosas así? ¿Por qué se comportaba de esta manera?
  --Yo creo que a la gente, si se la quiere calificar, que ya es difícil, hay que calificarla por las características más salientes. Porque alguno falte alguna vez a la verdad, en algunas cosas pequeñas o aun en algunas más grandes, no puede calificárselo como mentiroso. Mentiroso es el que miente siempre. Yo no creo que de ninguna manera se lo pueda calificar de mentiroso a Alfredo. Podrá decir que alguna vez faltó a la verdad... ¿quién de nosotros no lo hace? Respecto a las propiedades: los códigos comercial y el civil reconocen la figura del socio oculto. Es por si alguien no quiere admitir que es dueño de algo, la misma razón por la que hay acciones al portador. Es como si yo comprara en la Bolsa acciones de Arcor, o si fuera accionista de YPF o IBM.
  --Si yo tengo 50 dólares puedo comprar una acción de IBM y ser "accionista". No es lo mismo que Yabrán con Ocasa. Yo no soy el dueño, el jefe, el capo de IBM, como era Yabrán de Ocasa.
  --Yo fui director de Ocasa, cuya propiedad era en un noventa por ciento de Yabrán, y él nunca fue, se metió o manejó la empresa. Era un accionista pasivo, verdaderamente, que dejaba el manejo a los ejecutivos de Ocasa. De todos modos, si yo le diera toda la razón del mundo, si le dijera "es así", esto no alcanza para condenarlo por un crimen que él no cometió. Esto es muy delicado, acá se trata de dar toda una vuelta para concluir que todo pasó porque no le gustaban las fotos, como no le gustan a Soros, que escribió que sacarle una foto era como darle el beso de la muerte.
  --Parecido a la frase que le atribuyen a Yabrán: "Sacarme una foto es como pegarme un tiro en la frente". ¿Usted se la escuchó decir?
  --No, nunca.
  --Volviendo al tema: me refería a la condena social, no a la penal. Si Yabrán era la persona que usted cuenta, ¿por qué resultó tan fácil condenarlo ante la sociedad?
  --Por dos razones, de contexto. Nuestra sociedad es muy cholula, premia a los que están en el cholulaje. Yabrán no estaba, no salía en las revistas de moda, no iba a fiestas. Era un hombre sencillo, reservado, inteligente, trabajador como ninguno. Acá es difícil encontrar a un señor Marriott o un señor Hilton que vendían panchos y llegaron a tener grandes complejos hoteleros. Acá se los castiga, y esto es un defecto serio de la sociedad argentina. Segundo, que salvo rarísimas excepciones no existe un periodismo serio que aun teniendo vocaciones políticas diversas informe con seriedad y responsabilidad. Así como nos falta madurez política, nos falta en la condena social. Falta seriedad. Por ejemplo, uno de los muchachos que hizo de fiscal en el juicio, fue nombrado días antes. Cuando le preguntaron cómo había hecho para leer la causa en tan poco tiempo, dijo que la había mirado y que como la había seguido en los medios, ya tenía opinión formada. Muestra la superficialidad con que se hizo esto.
  --¿Por qué Cavallo dice que Yabrán es un mafioso?
  --Por dos razones. Primero, por algo que dijo el propio Alfredo, por el manejo del negocio del correo, que originó la famosa discusión entre ambos por la licitación. En segundo lugar, por una cuestión política: Cavallo necesitaba definir el enemigo y lo hizo. No tuvo fundamentos, pero pudo hacerlo porque tenía un enorme poder sobre la economía, sobre algunos medios y sobre muchos canales al exterior. Fíjese que lo hace justo cuando lo llaman a declarar por el affaire IBM-Banco Nación, un caso del que se pudo despegar con facilidad pese a su íntima amistad con Aldo Dadone. Con Yabrán usan hilos más débiles que los de una telaraña para ir del señor Prellezo al señor Ríos, y de Ríos a Yabrán. ¿Son dos Justicias? ¿Con Yabrán valen los indicios y con Cavallo no valen ni las pruebas?
  --Raro, porque Yabrán tenía un diálogo magnífico con el Gobierno.
  --Yo no sé si el diálogo era magnífico, lo ignoro. El tuvo una reunión en la Casa Rosada porque la pidió, yo estuve. Y a la salida hubo una pequeña manifestación, no tan grande como se la presentó. ¿Por qué nadie dijo que el vidrio del auto que se rompe, lo rompen con la pata de un trípode?
  --¿Usted dice que fue un fotógrafo?
  --No sé, pude ser yo, con un trípode. No porque alguien use un arma es policía. No por tener un trípode es un fotógrafo. Puede ser un pintor. De todos modos, el apoyo que recibió Yabrán pudo ser el que recibe cualquier otro empresario, Fortabat, Macri, Soldati... Más bien diría que a juzgar por los resultados, recibió menos. Pero yo quiero volver al tema del fallo y corregirle algo: esto es apenas la primera instancia. Acá faltan muchas. Ocurrirán tantos recursos como sea necesario y posible en el país y en los ámbitos internacionales. Esperamos que cuando concluya efectivamente el caso, el resultado sea más ajustado a la verdad real, no a la formal.
  --¿Qué tuvo que ver la oferta de Fred Smith, el presidente de Federal Express, de comprar empresas de Yabrán en su caída o por lo menos en la animosidad de Cavallo?
  --Smith quería comprar la mayoría de las acciones de Ocasa. Alfredo no tenía inconveniente en vender parte del paquete, pero no la mayoría. El quería que Ocasa adquiriera tecnología mucho más avanzada de la disponible. Alfredo tuvo una frase muy feliz en la formulación y muy infeliz en el resultado: él decía que de alguna manera se sentía que representaba el capital argentino insolente. Y era realmente insolente, le dijo que no a Smith. El quería un socio para crecer, Smith quería la mayoría y reducirlo a él solamente a un socio pasivo. Y dijo no. En esa voluntad de Federal Express había un apoyo enorme del entonces ministro de Economía. Yo no critico, pero mientras que en la Argentina se vendieron infinidad de empresas públicas a capitales y hasta a estados extranjeros, hubo muy pocos que dijeron no. El paradigma fue Alfredo. Acordémonos de lo que sucedía en la Argentina: se vendía Terrabusi, y el que vendía se dedicaba a criar caballos o a importar helados, no a hacer otra inversión. Lo que valía 10 se vendía a 50 y la plata no volvía al país. Alfredo no, Alfredo era un argentino fanático, le gustaba la Argentina. Viajaba, hacía negocios con extranjeros, pero quería a su país. ¿Cuántos empresarios argentinos va a haber dentro de diez años? Alfredo no quiso ser parte de ese desmantelamiento.
  --¿Cuál es su relación con el caso en este momento? ¿Está trabajando en la demanda civil de la familia Cabezas?
  --No. Mi relación es más espiritual y emocional con la figura de Alfredo que material con la causa. Contribuyo de alguna manera, con alguna opinión a los abogados, que a veces la escuchan. Pero lo que sí ocurre es que en la medida en que se pretenda vincular a Ríos en este crimen, nosotros tenemos un compromiso particular en procurar la mejor defensa porque él tampoco tiene absolutamente nada que ver.
  --¿Cómo está su relación con la familia Yabrán?
  --Nada mal. No tengo una relación profesional, pero sí tengo una relación normal con una familia que quiere dejar atrás este dolor.
  --¿Hubo un desencuentro con ellos? ¿Un alejamiento?
  --No, tanto que ayer mismo tuve una larga charla con ellos.
  --Usted ya no trabaja para Yabrán. ¿De qué vive?
  --De dos cosas. Una, de mis dos establecimientos agropecuarios. Otra, estoy metido en un proyecto muy atractivo en sociedad con norteamericanos, de comunicación satelital. Ya invertí un año de trabajo y el proyecto se va a conocer dentro de muy poco tiempo. Consiste en una red de satélites de órbita baja para comunicaciones. Invertí los ahorros que tenía y espero pronto cosechar los primeros resultados.
  --En sus años con Yabrán le debe haber ido bien económicamente...
  --No me fue tan bien. Yo hace más de 20 años soy escribano y llegué a tener una de las escribanías más importantes del país. Y lo de Alfredo tuvo para mí definitivamente un costo muy grande, porque la condena social me alcanzó a mí también. Yo la enfrenté con responsabilidad, perdí a muchos que consideraba amigos y el 80 por ciento de los clientes, algunos de los cuales eran empresas amigas y vinculadas con Alfredo Yabrán.
  --¿Es verdad que se conocieron por la Fuerza Aérea?
  --Eso no tiene nada que ver. Yo lo conocí a Alfredo por un primo mío que me vino a ver para decirme que un señor Alfredo Yabrán quería ser investigado por la DEA. Hice lo que pude y a la semana viene este primo a agradecerme y decirme que ya estaba en contacto y la DEA estaba investigando. Un mes después, me vuelve a llamar para contarme que estaba todo bien y que Yabrán quería que le pasara mis honorarios. ¿Qué honorarios? ¿El taxi a la embajada? Mi primo insistía y, como se casaba mi hija mayor, le pasé la lista de regalos y le dije que le compraran algo. A los dos días, me llama mi hija y me dice: "Papá, ¿quién es Alfredo Yabrán?" Y yo no tenía idea. La cosa es que le había mandado un juego de platos que pensaban regalarle entre seis amigas, carísimo. Al tiempo, me llama Yabrán, dice que me quiere conocer y me invita a desayunar en casa de este primo mío. Ahí me pide que averigüe si es cierto que en la Florida hay un caso de narcotráfico que lo implica, como lo acusaban en la época desde el diario La Prensa. Bueno, esto lo hice, con todo éxito, como trabajo profesional, el primero que hice para Yabrán.
  --¿Por qué una persona tan internacional como usted, con amigos en el establishment norteamericano, graduado en Harvard, termina trabajando para Yabrán?
  --Yo mismo me lo pregunté tantas veces... Uno de los negocios más brillantes que hizo Alfredo y que no pudo disfrutar comienza por una conversación que tuvimos ambos sobre China. Hace nueve años, le comento que en la planta principal de aviones de Mcdonnell Douglas en San Diego, California, había 11.000 ingenieros, de los cuales 150 eran chinos. Y, a la vez, que en China la empresa tenía 250 norteamericanos. Era porque preveían una gran reforma económica y que para el 2005 iba a haber por lo menos 15 empresas chinas de transporte aéreo. Cinco años después, él arma el negocio de hacerles pasaportes a los chinos, en sociedad con un chino. Le ganan a todo el mundo y firman un contrato para hacer 100 millones de pasaportes el primer año, con un total de 1900 millones de pasaportes ¡a quince dólares cada uno! Alfredo era un tipo de esos que sale uno en diez millones, de los que prueban que lo que natura non da, Salamanca non presta. Hizo el segundo año de Económicas y largó. Tenía una sabiduría propia, casi telúrica, era un placer sentarse con él a hablar cosas de fondo, era un sabio, fascinante. Esto me pasó con tres personas en la vida solamente. La verdad, a mí me cautivó y teníamos una relación muy, muy buena, aunque discutíamos a veces. Como la vez en que le perdonó la vida a Duhalde... Ojo, digo esto en términos completamente figurativos, no vaya a ser... En pleno caso Cabezas, preparó una solicitada muy dura y me llama a último momento para decirme que la levantara, que Duhalde se lo había pedido. Yo le dije que era un error grave, porque así Duhalde compraba tiempo. Le dije: "Te va a cagar".
  --¿A usted lo sorprendió que se matara Yabrán?
  --Sí, jamás lo esperaba.
  --¿Estaba en contacto con Yabrán?
  --No, desde hacía días. Mi contacto era por escrito nada más. No llamaba y no sabía dónde estaba. Yo le había mandado el día anterior una nota donde hice una radiografía de lo que iba a pasar.
  --¿Por qué se mató? Que se suicide no cierra con lo que usted mismo cuenta del personaje...
  --Voy a decirle algo terrible: mi padre se mató en mi escritorio. El no sabía qué estaba haciendo yo en ese momento. Yo lo quería mucho a mi padre... Yo estaba viajando todo el tiempo a EE.UU. tratando de evitar la guerra de Malvinas. Yo no sé si suicidarse es un acto de valentía, de coraje, o de cobardía. Yo creo que Alfredo no quería ser humillado, terminar preso en manos de la Bonaerense. Tenía miedo de que lo mataran, de que le pasaran esas cosas que pasan en las cárceles argentinas. No quería ser humillado y no quería estar en manos de esa basura de la política argentina que es Duhalde.


"Un grupo de policías me rompió el alma"

  --¿Es verdad que fue atacado?
  --Es verdad que un grupo de policías me rompió el alma: siete dientes, dos costillas y una pierna. Y que me dejaron desnudo en la ruta, el 23 de marzo de 1999. Fue a la noche, en la Ruta 193 cerca de la 9. Nos interceptó un grupo de policías de civil, muy bien arreglados, 30 años de edad, con sus walkie-talkies, sus celulares y sus armas. Yo iba acompañado de un amigo joven, porque tenía sueño, para no dormirme, al que le rompieron el alma también porque ellos creyeron que era un hijo mío. Fue muy feo.
  --¿Fue un atentado?
  --Yo creo que fue un asalto común, absolutamente común, que se convirtió en esto cuando vieron quién era. Cuando se dieron cuenta de quién era empezaron "ahh, sos vos... el que anda hablando de nosotros... ahora vas a ver quiénes somos". Fue como lo de Brandoni en el Zoológico. Todavía me estoy haciendo operaciones en la boca, bastante incómodo. Te juro que pensé tanto en José Luis... Me tiraron desnudo en una zanja, con un tipo que me ponía la pata en el pecho. Me hicieron caminar campo traviesa con los brazos en alto. Era el kilómetro 9 y medio de la 193. Me pegaron tanto, un culatazo en la boca, patadas. Yo estaba sin anteojos, que me los habían volado... empiezo a caminar hasta que siento las plantas por el pecho. Entonces me tiro al suelo y siento un disparo, y después otro. Al rato, arrancan y cuando nos animamos a salir, nos dimos un abrazo y fuimos a buscar ayuda a un rancho cercano, donde casi nos cagan a tiros otra vez. Sale el dueño con una escopeta y aunque estábamos desnudos y ensangrentados, nos apunta. "¡Nos acaban de asaltar!", le gritamos y él contesta, "claro, y ahora me quieren asaltar a mí. Cuento hasta tres y los mato yo". Bueno, nos fuimos al otro rancho, de donde sale otro hombre con otra arma y nos ordena que pongamos las manos en alto. Imagínese, los dos en bolas y con las manos arriba. La cosa es que nos creyó y nos quiso acercar a casa. Pero su Falcon no tenía casi nafta, con lo que nos quedamos y tuvimos que caminar por la ruta, desnudos y ensangrentados... ¡las cosas que nos gritaban los camioneros! Anduve con custodia hasta mayo, el primer aniversario de la muerte de Alfredo, cuando... mire qué mal me llevo con la familia, que me mandaron de regalo tres pasajes de primera para ir a visitar a mi hija en Estados Unidos.

 

 

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