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Dos opiniones argentinas

El �no� de 5000 vieneses esta semana frente al Hofburg, palacio presidencial de Austria.
Los neonazis entraron al gabinete, pero crece la repulsa mundial y Austria está cada vez más dividida.


 MARCELO STUBRIN *.
Buenas y malas noticias

t.gif (862 bytes) El estupor y la indignación de pueblos y gobiernos de todo el mundo es la buena noticia. La mala es que un tercio de los austríacos ha votado por el partido de un nazi intolerante y despreciable. A mediados de la década del 80 ya habían elegido a un presidente que se llamaba Kurt Waldheim, que guardaba nostálgicamente en su ropero el uniforme de oficial de las SS. Pero en eso los habitantes del Tirol eran menos culpables, porque las grandes potencias habían omitido revisar sus archivos al momento de elegirlo nada menos que secretario general de las Naciones Unidas. Algunos abundarán ahora en explicaciones sociologistas baratas sobre el auge de los nacionalismos y la existencia de partidos de derecha en toda Europa. Otros consideramos que se debe actuar muy velozmente para evitar que quienes votaron de ese modo comprendan que esto tiene costos y que el aislamiento internacional es una respuesta digna a la desvirtuación democrática. Austria, después de la guerra, se reconstruyó con un fuerte liderazgo social-demócrata de tradición partisana, y por eso este retroceso debe ser sancionado. La Unión Europea estableció un piso de condena para las actitudes a adoptar por los gobiernos, al que nosotros debemos sumarnos con mucha energía y a cuyas decisiones debe adherir el bloque estratégico sudamericano al que pertenece nuestro país. Costó 50 años que los bancos suizos aceptaran devolver el oro extraído de los dientes de los condenados a las cámaras de gas. El impresionante avance jurídico y moral con amplias consecuencias financieras de esta decisión fue celebrado con la presencia del presidente de la Argentina, el doctor De la Rúa, en la reunión sobre el Holocausto celebrada en Estocolmo el mes pasado. Las actitudes frente a Austria desde la Argentina son muy valiosas e importantes porque está en juego la posibilidad de revertir la reputación de esta sociedad y de este país como refugio de nazis en la primera posguerra. Pero no todo está en la agenda internacional, también hay cuestiones domésticas muy importantes porque en la política argentina hay mucho por hacer. En un restaurante de Callao y Santa Fe celebraron el fin de año los nazis criollos, que los hay. Que no siempre se visten como skinheads, pero predican el odio, la intolerancia y el racismo. Personalmente, estoy sumamente preocupado por la existencia de una convocatoria a un congreso internacional nazi en Chile para los próximos meses y, al mismo tiempo, por la demora en el Congreso chileno de la sanción de una ley contra la discriminación. Así que tenemos mucho por hacer, porque Austria es un lugar paradigmático. Podríamos irritarnos del mismo modo con la crueldad de los talibanes. Sin embargo, Austria es la cuna de Hitler y el Anschluss es el paradigma del más grande dolor del siglo XX, cuya herida no debemos dejar cicatrizar porque es la mayor responsabilidad de quienes somos testigos y humildes protagonistas de la historia.
* Diputado nacional por la UCR, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores.

RODOLFO GIL*.
La peor crisis europea

Esta es la crisis democrática más importante que tiene Europa desde la posguerra. Así como la crisis de Yugoslavia fue una crisis bélica, ésta es una crisis política. Creo que lo que está haciendo la Unión Europea es un ejercicio de autodefensa, y que la batería de decisiones que se dispone a tomar ante la alianza de conservadores y nazis que llegó al poder en Austria es magnífica. Hace apenas poco más de 50 años terminó una guerraque dejó como saldo millones de muertos y la herencia de una ideología muy similar a ésta, que es la del odio, la del resentimiento, el prejuicio racial, étnico y nacional. Esa ideología que nació en Alemania a fines de los años �20 estaba anclada en una crisis económico-social de mayor envergadura pero también de cierto parecido a la que se está viviendo hoy en el mundo. No es casualidad que la ideología del prejuicio y del odio al extranjero que está diseminando Haider ocurra en Austria, que fue el país que tomó con más entusiasmo al nazismo, y donde hay elementos culturales que han llevado, por ejemplo, a que Kurt Waldheim haya sido presidente con un abierto pasado nazi. Creo que el ascenso de Haider se enraiza en temores muy profundos de una sociedad racista como la austríaca, que asocian al extranjero con la pérdida de la certeza más importante que tiene el hombre desde que tenemos noción de la historia: el trabajo. Esta idea del trabajo como elemento ordenador de la vida del hombre está en crisis, y sobre esa base Haider hace una ecuación muy sencilla, que es comparar los 350.000 desocupados que hay en Austria con los aproximadamente 350.000 extranjeros que viven en el país. Estas son ideologías muy simplistas, muy maniqueístas. Los buenos por un lado, los malos por el otro. Allí, el malo es el extranjero. Ante esto, una medida concreta que puede tomar la Unión Europea es la suspensión de Austria como miembro. Esto no sólo sería gravísimo desde el punto de vista de la representación austríaca en el Parlamento Europeo, sino que además podría llevar a sanciones económicas muy importantes. Tener a uno de sus miembros separado y aislado puede tener evidentes perjuicios para Europa, pero mucho peor sería permitir un gobierno de estas características en una Europa profundamente democrática como la que emergió después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora los austríacos van a estar sometidos a una presión muy fuerte, porque el aislamiento europeo será terrible. Europa tiene memoria y tiene muy presente que permitir las mínimas reivindicaciones de Hitler llevó a una de las peores crisis en la historia. Esta vez van a dar un castigo ejemplificador. 
* Ex asesor de Eduardo Duhalde en política exterior.
Producción: Florencia Grieco

 

 

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