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IMPONDRAN REQUISITOS QUE AFECTARAN A LOS PRESTADORES CHICOS
La desregulación postal, a examen

El régimen que implantó Cavallo en 1993, en medio de la batalla contra Alfredo Yabrán, está siendo revisado. Buscan controlar la proliferación de mensajerías que trabajan "en negro".


Por Cledis Candelaresi
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El Gobierno está a punto de modificar la principal decisión administrativa adoptada por Domingo Cavallo cuando éste comenzó su batalla con las empresas postales ligadas a Alfredo Yabrán. El ex ministro de Economía impulsó en 1993 un decreto que permitió la incorporación al mercado de cientos de empresas, con la única condición de que éstas pagaran un canon anual de 5000 pesos. Ahora, el Ministerio de Infraestructura prevé volver sobre los pasos dados en materia de desregulación, imponiendo una serie de requisitos económicos y legales para ingresar y permanecer en la actividad, acordes con la envergadura del servicio que se ofrezca prestar. Aunque no sea una prioridad en su agenda, José Luis Machinea también tiene una tarea pendiente: precisar ante la justicia federal cuánto dejó de recaudar el Tesoro por el cambio de régimen desde que se liberó el mercado postal.    

  Algunos gremios estiman que esta pérdida redondea los 300 millones de pesos. El titular de Infraestructura, Nicolás Gallo, está embarcado en la misión de redactar un nuevo marco postal. Justamente, la misma tarea que a mediados de la gestión menemista hizo estallar un feroz y público enfrentamiento con el grupo Yabrán. Sólo que en esta ocasión, el Gobierno parece transitar un terreno menos vidrioso, aunque igualmente controvertido.

  Enoch Aguiar, secretario de Comunicaciones, justificó ante Página/12 la decisión de recategorizar las prestadoras. "No es posible que una empresa que transporta valiosos objetos que se comercian por Internet tenga, por ejemplo, la misma responsabilidad que una mensajería con un puñado de motos." Para hacer esa distinción se impondrán a las empresas diferentes requisitos patrimoniales, así como la obligación de contratar distintos seguros y la de pagar diferentes cánones.

  La idea oficial surgió a partir de la preocupación que plantearon ante el Gobierno tanto las grandes empresas postales --incluido el Correo Argentino, concesionado al grupo Macri-- como los propios gremios. Ambos denunciaron que la desregulación habría permitido la proliferación de empresas que operan íntegramente en negro y, por consiguiente, compiten en forma desleal. La advertencia cayó en terreno fértil.

  Hace apenas un par de semanas el problema fue expuesto durante más de una hora por los dirigentes de la Federación de Obreros y Empleados de Correos Privados (Foecop, opuesta a la Foecyt) ante el secretario general de la Presidencia, Jorge de la Rúa. El hermano del Presidente animó a los sindicalistas asegurándoles que el Gobierno estaba estudiando el tema.

  "Aún no constatamos la existencia de empresas fuera de la ley, pero el dato es creíble. Por eso vamos a fortalecer a la Comisión Nacional de Comunicaciones para que haga los controles que corresponde. Cuando asumimos, encontramos en la CNC una situación desastrosa, donde nadie controlaba a nadie", se quejó Aguiar ante este diario.

  A principios de los '90, el mercado postal estaba dominado por un puñado de grandes empresas privadas (OCA, Andreani, SkyCab, etc.), cuya competencia, no siempre leal, tenía en jaque al correo estatal. En gran medida, las prósperas compañías se habían instalado gracias a una legislación hecha casi a medida, que sólo permitía sumarse al negocio a quienes cumplieran una serie de requisitos vedados a la mayoría.

  En 1993, Cavallo decidió abrir el mercado a la competencia impulsando el decreto 1187. Para favorecer la incorporación de nuevos prestadores, la norma flexibilizó las condiciones para poder operar en el mercado, limitándola prácticamente a la de pagar aquel canon anual de 5000 pesos.

Hasta entonces, los courriers privados debían pagarle al Estado el equivalente a una carta simple (en la actualidad, 75 centavos) por cada pieza transportada, obligación impuesta por la ley 20.216 y modificada por la 22.005.

  Sin computar la presunta evasión que existía en el pago de esa tasa, Foecop sostiene que con este cambio de reglas el Estado habría dejado de recaudar cerca de 300 millones de pesos. Al margen de esta presunta mengua en los ingresos públicos, el titular del gremio, Carlos Rossi, cuestionó ante Página/12 que aquel decreto permitiera el surgimiento "de más de 400 correos locales y regionales, sin respaldo ni confiabilidad, en general evasores fiscales y previsionales cuya herramienta de competencia fue el menoscabo del precio, a costa de servicios deficientes y la explotación de los trabajadores".

  Foecyt, el más poderoso sindicato de la actividad liderado por el menemista Antonio Ramón Baldassini, por ahora no hace públicas sus quejas por el tema.

 

Objetado en la Justicia

El decreto 1187, que desreguló el mercado postal, está objetado ante la Justicia por su presunta violación a la Constitución Nacional. La declaración de inconstitucionalidad fue solicitada por Foecop ante el juzgado federal número 2 de Rosario, cuya titular, Sylvia Aramberri, hizo lugar al reclamo e intimó a Economía para que informe acerca del tema.

  El 27 de octubre, días después de que las urnas consagraran el triunfo de la Alianza, el Palacio de Hacienda fue notificado sobre la causa en trámite y la exigencia de precisar, en el término de sesenta días hábiles, qué costos habría tenido para el erario público aquella decisión de desregular la actividad.

  La presentación por inconstitucionalidad de Foecop --gremio rival a Foecyt, liderado por Ramón Baldassini-- se funda en el hecho de que con un decreto se modificó una ley, norma de rango superior. Pero el sindicato también objeta la propia desregulación y su oportunidad, asegurando que el principal perjudicado fue el correo estatal (se privatizó cuatro años después), ya que el aumento de la competencia habría golpeado más al deteriorado negocio de la empresa pública que al de las privadas.

  La secretaría de Comunicaciones parece ajena al tema que, seguramente, el ministro de Economía, José Luis Machinea, no debe tener en los renglones más calientes de su agenda. Sin embargo, la obligación de responder a aquel pedido de la Justicia, como la de administrar los futuros canones a recaudar, incluyendo el que debe pagar el concesionario del Correo Argentino (Sideco Americana), no dejarán de involucrarlo.

 

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