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Además de sus peculiares
condiciones materiales, el juicio sobre los hechos de Sierra Chica será
también uno de los más largos que se recuerden en los tribunales
bonaerenses. "La lista es de 262 testigos y las audiencias para tomar
esas declaraciones están previstas hasta el 20 de marzo", informó a
Página/12 una fuente de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal de Azul,
a cargo del juicio oral. Sin embargo, es muy posible que el lapso se
extienda. Se prevé que "los testigos que fueron víctimas de los
hechos declaren durante febrero y esas declaraciones creemos que serán
extremadamente largas". Son los 17 rehenes que permanecieron en manos
de los apóstoles entre el 30 de marzo y el 7 de abril, entre los que se
encuentran el jefe y el subjefe del penal, dos de los primeros testigos
del juicio, la jueza María de las Mercedes Malere --quien declarará el
16 de febrero--, su secretario Héctor Torrens, un médico, tres pastores
evangelistas y un grupo de guardiacárceles.
Sin embargo, esos rehenes,
quienes jamás dieron entrevistas después de aquel infierno, sólo podrán
reconstruir su propio calvario y no las escenas de horror que se vivieron
en los pabellones 7 y 8 de la cárcel, de las que habrían permanecido
ajenos. El segundo día de la toma, los líderes del motín se lanzaron a
una brutal cacería de enemigos. En Sierra Chica había mil internos y no
todos estaban de acuerdo con persistir en los reclamos. Por eso, los apóstoles
decidieron terminar con los disidentes, a los que acusaron de buchones. Así
fue que mataron a seis presos, cuyos cuerpos fueron exhibidos ante el
resto como trofeos y como indicadores de lo que podría pasarles a los que
intentaran frenar la revuelta. Luego fueron descuartizados. En la causa
2954 constan testimonios de los que vieron cómo un apóstol jugaba con la
cabeza seccionada de una víctima y con sus ojos sacados de las órbitas,
en el colmo de lo macabro. Los testigos de esas prácticas son un centenar
de reos y la mayoría de ellos continúa en prisión: he allí la mayor
dificultad del juicio.
"Se encuentran en la
situación lógica de todo preso que tiene que declarar y volver a la
unidad donde estaba alojado. Eso le puede costar la vida", le dijo a
Página/12 la fiscal del juicio oral, Silvia Etcheverry, a quien desvela
lo dificultoso que puede resultar en esta etapa reconstruir lo que pasó
tras los muros de Sierra Chica. De los 262 testigos, casi cien están
distribuidos en cárceles bonaerenses y "no hay posibilidades de
darles mayores garantías". Algunos de los testigos con los que la
fiscalía tomó contacto manifestaron que han sido amenazados para que
callen lo que vieron.
El tribunal --integrado por el
juez civil Adolfo Rocha Campos, el juez en lo criminal de Tandil Eduardo
Galli y el abogado Héctor Rodríguez-- pondrá en marcha hoy un proceso
en el que se utilizará por primera vez en el país una sofisticada
tecnología para mantener a los presos lo suficientemente alejados de la
sala de audiencias, pero presentes, a través de cámaras y pantallas de
TV, en el proceso.
Enjuiciados por tentativa de
evasión, homicidio simple, privación ilegítima de la libertad y
tenencia de arma de guerra, entre otros delitos, los 24 apóstoles se
sentarán hoy en tres celdas, vestidos con overoles naranja, mirando con
la desconfianza de siempre todo ese despliegue en torno de sus supuestas
peligrosidades. La mayoría de ellos sin esperanzas de ver pronto algo más
que rejas, convertidos en información que viaja por fibra óptica.
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