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La idea surgió a partir de la
difusión de un estudio de la Organización Mundial de la Salud, que
estableció que en Italia mueren anualmente 15 mil personas por causas
respiratorias agravadas por la polución. De acuerdo con el mismo informe,
la reducción en la circulación de autos permitiría bajar el índice de
monóxido de carbono en un 35 por ciento y de benceno en un 15 por ciento.
Las ciudades involucradas
cerraron sus calles al tráfico privado y sólo permitieron la circulación
de transporte público que, en muchos casos, funcionó en forma gratuita
para los usuarios. Sin autos que se interpusieran en su camino, miles de
ciclistas y peatones inundaron las calles de todos los centros urbanos
italianos.
Entre las ciudades importantes,
sólo Bari se negó a sumarse a la medida. En los últimos días, su
intendente había descalificado la iniciativa por considerar que no era
una herramienta eficaz para disminuir la contaminación ambiental. En el
extremo opuesto, Palermo, capital de Sicilia, no sólo se sumó a la
iniciativa, sino que anunció que la repetirá todos los domingos.
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