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--¿Volver a esta
televisión es un privilegio para usted o es que no le queda más remedio?
--Debo decir que si
bien es cierto que la televisión ha evolucionado en algunos puntos como
en el aspecto técnico, en otras cuestiones ha involucionado y es cada vez
más decadente. Antes uno se sentaba a la hora de la cena con la familia a
mirar televisión y el lenguaje de los programas y de la publicidad estaba
orientado de acuerdo con el horario y al tipo de gente que la miraba. No
se podía entrar a la casa de la gente de una manera tan hostil como se
entra hoy. Ahora mientras estás comiendo te muestran cómo terminar con
las liendres del pelo de tu hijo, cómo curar los hongos de los pies o te
recomiendan el mejor sistema para limpiar el inodoro. Lo peor es que
cuando empieza lo artístico pasa lo mismo. La TV no es una basura pero la
están llevando a eso. A un éxito rápido que desaparece tan rápido como
llegó. Son como enfermedades eruptivas. Pero la gente no es tonta y como
decía Pepe Arias para el caso del humor, lo difícil no es hacer reír
sino permanecer.
--Precisamente sobre
los que hacen reír, ¿por qué piensa que sólo permanece el género más
revisteril del humor en la televisión?
--Respecto de eso no
se le puede echar la culpa a la gente, los responsables son los que
deciden en los canales. ¿Quiénes son los formadores de audiencia? El
humor en especial es un género que se ha bastardeado mucho. Lope de Vega
dijo alguna vez: "El vulgo es necio, puesto que paga, es justo
hablarle en necio para darle el gusto". A mí, la verdad es que no me
gustan ese tipo de programas, no por hacerme la caperucita, pero rechazo
todo lo que apunta a lo mismo, ver quién dice la grosería mayor.
Degradan a la mujer todo el tiempo. Y a mí las mujeres me gustan más por
lo que ocultan que por lo que muestran. Chaplin tuvo todo un problema
cuando apareció el cine sonoro porque aparecía por primera vez la
palabra. Sin embargo, no la necesitó para decir groserías porque podía
hacer humor y del mejor, sin ella.
--¿Cómo fue el
proceso de composición de Baigorria, su primer personaje
"serio" de la televisión?
--Fue un cambio grande
para mí. Al no ser un actor de escuela, doy lo que puedo, lo que soy. Tal
vez por eso trabajé más el grotesco. Intenté mostrarlo muy humano, con
debilidades y flaquezas, pero al mismo tiempo tiene sentido del humor y
es, cuando está solo, bastante travieso. En general es un tipo
benevolente, permisivo. Una especie de componedor. Diría que es sólo
"un tipo de director".
--¿Qué imagen previa
tenía de cómo son los directores de los diarios?
--Me los imaginaba
como personas de gran vocación por lo que hacen. Son como los directores
de una clínica, creen en la gente y les duele lo que le pasa.
--Más allá de
cualquier subjetividad, Baigorria no parece tener muchos puntos de
contacto con la realidad.
--Puede ser. Tal vez
estoy pontificando demasiado o idealizando al personaje y a su función.
Se me debe haber distorsionado la imagen con el tiempo. Es que el
deterioro de las personas va paralelo con el deterioro del mundo en
general. Lo que es cierto es que no hice una investigación al respecto y
tal vez debería haber ido a un diario y entrevistarme con un director
para verlo en su trabajo cotidiano. Pero en el programa se está haciendo
un trabajo permanente en ese sentido.
--Es curioso que le
toque en gracia ser el director en las dos únicas tiras que se dedicaron
a describir el mundo de los periodistas.
--Sí, pero a mí no
me sorprende tanto. Debe ser que estoy ligado a los periodistas desde hace
años. Mi hermano Edgardo es periodista y de la relación permanente con
él pude ir conociendo aspectos del oficio. Además soy un gran lector y
puedo descubrir de inmediato el talento de un reportero. Por todo esto les
tengo gran simpatía.
--¿Qué piensa del
rating de "Primicias", que no parece despegar y está lejos de
lo que consiguió "Campeones" en esta misma época del año?
--Tal vez porque todavía
no es tan bueno como otros programas. Pero de todas formas yo soy como los
turfistas, me gusta largar de atrás y no tengo dudas de que el ciclo va a
despegar porque le sobran cualidades. Es bastante difícil de definir, no
es barrial, pero tampoco un culebrón, es como una telecomedia, aunque
como dice Korovsky (responsable del libro) "también tiene su capítulo
de Corín Tellado".
--¿Si las cosas no
cambian será culpa del autor?
--Es imposible hacer
un juego de proporciones en las responsabilidades sobre el éxito o
fracaso de un programa. Pienso que de todas formas el autor es como el técnico
de fútbol. Si vas al cine, todo el mundo sale elogiando al actor éste o
aquél, o te hablan de la fotografía o del trabajo del director. Al autor
nadie lo conoce. Pero si la película es mala, buscan al que la escribió,
ése es el culpable. Lo que les hacen a los autores es muy injusto y a los
técnicos también. Si ganan, los jugadores son unos fenómenos, si
pierden, el técnico tiene toda la culpa.
--¿Cuánto influyó
que fuera Suar el que lo convocó, para que decidiera su regreso a la
televisión? --Es importante que haya sido Suar porque es un empresario, actor y autor al mismo tiempo. Es muy importante esa conjunción de cosas porque el tipo conoce de lo que habla y se nota. No es lo mismo, como ya me pasó, hablar de televisión con un coronel, que con alguien del medio. Está claro que al coronel no le creía nada de lo que me decía y a Suar sí.
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