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Organizada por la sección
argentina de Fipresci (la asociación que agrupa a los críticos de cine
del mundo entero), la 2ª Semana de la Crítica�El Cine del Mundo se
extenderá desde el próximo jueves hasta el sábado 19 de febrero, mudándose
esta vez a la sala del cine Cosmos y con entradas a precio especial (ver
recuadro). Entre una "semana" y otra, saltan a la vista las
continuidades. Así como el ciclo anterior posibilitó el primer
acercamiento masivo del público a cineastas contemporáneos esenciales,
como Kitano o el ruso Aleksandr Sokurov, esta vez habrá ocasión de
conocer El río, considerada "la" obra maestra hasta la fecha
del joven cineasta Tsai Ming-liang y por la cual recibió el premio
especial del Jurado en el Festival de Berlín, en 1997. Con poco más de
cuarenta años, este nativo de Taiwan se da el lujo de ser admirado por
maestros de la talla de Scorsese, además de haberse dicho de él que era
como una versión asiática y fin-de-siglo de Antonioni. Con el estilo
desdramatizado que es su marca de fábrica, pero sin la menor concesión,
El río es el aporte de Ming-liang al catálogo de las familias más
disfuncionales del cine.
Del mismo modo que el año
pasado se presentó Pi, esta vez le toca el turno a tres revulsivos
arietes del cine independiente estadounidense. Ganadora de tres Globos de
Oro, favorita de la crítica de su país y segura candidata a los Oscar
principales este año, en Belleza americana el debutante Sam Mendes echa
ácido sobre el edulcorado rostro de la familia americana. Extraño cruce
de drama bélico, comedia satírica y film de aventuras, la elogiadísima
Tres reyes narra un curioso episodio durante la Guerra del Golfo y es el
tercer opus del talentoso David O. Russell. De él, en la Argentina se
conoció (aunque brutalmente mutilada) la perturbadora Spanking the
Monkey. Luego de esa conmoción llamada Kids, su realizador, Larry Clark,
vuelve a la carga con Otro día en el paraíso, raid delictivo y narcótico
de una peculiar "familia" de marginales. Mientras que en la
Primera Semana hubo lugar para algunos de los más notables
"autores" europeos (Nanni Moretti, Alain Resnais), ahora será
ocasión de reencontrarse con films recientes de Eric Rohmer, Doris Dörrie
o Wim Wenders.
Rohmer, el más joven veterano
del cine contemporáneo, aporta Cuento de verano, el film anterior a la
admirada Cuento de otoño y tercer escalón de su serie "Las cuatro
estaciones". De Dörrie se verá ¿Soy linda?, algo así como una
summa de su obra, en la que un montón de personajes se cruzan, entre Berlín
y Andalucía, con un característico tono serio-cómico. Su compatriota
Wenders estará representado nada menos que por Buena Vista Social Club,
documental ya de culto, en el que sigue los pasos del grupo homónimo de
grandes veteranos del son cubano. Y que, según opiniones coincidentes,
representaría una añorada "vuelta a casa" del cineasta, quien
desde hace un buen tiempo anda con el paso cambiado. Por el lado
argentino, la sucesora de Invierno mala vida será El astillero, versión
de la novela de Juan Carlos Onetti que por estos días termina de
sonorizar, a toda máquina, David Lipszyc. No precisamente un joven
debutante, Lipszyc va por su tercera película y, según quienes vieron un
primer montaje, es por lejos la mejor. Con guión de Ricardo Piglia y
elenco encabezado por Ricardo Bartis, se anticipa que sus autores lograron
captar, en plenitud, el clima de desolación y de absurdo que tiñe la
novela. El ciclo se completa con Como barril de pólvora, del reputado cineasta serbio Goran Paskaljevic (no es raro que así sea, ya que Fipresci eligió esta película como Mejor Film Europeo de 1998) y Chinese Box, de Wayne Wang. La primera es un ambicioso fresco sobre la desintegración de la ex Yugoslavia, mientras que la de Wang representa su regreso a la ex Hong Kong (luego de Cigarros y Blue in the Face, nada menos), para filmar una historia de amor imposible. Chinese Box contó con participación del novelista Paul Theroux en el guión y tiene lugar en el marco, definitivamente melancólico, de la restitución de la ex colonia a China. A diferencia de esa anexión, es seguro que los diez días que van del 10 al 19 de febrero no van a conmocionar al mundo. Pero a la vida cinematográfica de Buenos Aires, seguramente sí.
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