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La saga comenzó el jueves, con
la conformación de la nueva coalición gobernante en Austria. La llegada
al poder del líder neonazi Joerg Haider provocó el inmediato rechazo por
parte de la Unión Europea y de los Estados Unidos. En Argentina, el
repudio corrió por cuenta de representantes de la comunidad judía y de
entidades de derechos humanos, mientras que la Cancillería optó por un
anodino "no comment". "Es un tema de índole interno de un
país extranjero", repetían voceros del Palacio San Martín. En el
mundo, sólo el Vaticano tuvo una posición semejante.
Al otro día, aunque aclaró
que hablaba como jefe del Frepaso y no como vicepresidente, Carlos
"Chacho" Alvarez salió en un tono duro. "La Argentina debe
estar alerta", advirtió. Al mismo tiempo, el titular de la comisión
de Relaciones Exteriores de Diputados, Marcelo Stubrin, presentó un
proyecto para que el Ejecutivo adoptara contra Austria las mismas
decisiones que la Unión Europea. Mientras, la Cancillería apenas aclaró
que seguía "con suma atención" lo que sucedía con el gobierno
austríaco.
La línea que bajó ayer De la
Rúa fue bien distinta a la diplomática. Luego de almorzar en Olivos con
el presidente electo de Uruguay, Jorge Batlle, adelantó que buscaría
consensuar una postura común del bloque Mercosur, pero recordó su
reciente paso por Estocolmo para participar en el Foro por el Holocausto y
reiteró aquello de una "democracia genuina".
La nueva postura era aceptada
por un político radical que trabaja sobre la política exterior como
"una contradicción". Ellos explicaban que Rodríguez Giavarini
--en cierta forma, un recién llegado a la materia-- había dejado que la
línea técnica de la Cancillería fuera quien decidiera la posición
oficial frente al entuerto austríaco. "Y la línea diplomática está
dominada por los conservadores: piensan la política exterior con
criterios del 1900", añadían.
Lo que más alteraba los ánimos
aliancistas era que una línea enérgica frente a la coalición neonazi no
hubiera significado ningún costo adicional para el gobierno argentino.
"Subirse a ese tren tenía boleto gratis", graficaba un diputado
de la Alianza. "Teníamos la misma posición que los Estados Unidos y
la Comunidad Económica Europea y expresábamos una postura progresista en
la región. De la Rúa, que olió cómo venía la mano, ayer se dio
cuenta", agregaba. Voceros de la Cancillería resaltaban ayer el sutil cambio de postura que habían experimentado algunos países europeos a partir de una declaración a favor de los derechos humanos del gobierno de Austria. "No tenemos por qué ir más allá que lo prudente. Si ellos cambian de posición, nosotros quedamos en off side", consideraba. Incluso, en el Palacio San Martín se jactaban de haber impuesto al Mercosur posicionarse sobre el tema, en una discusión que seguirá en la cumbre pautada para fin de mes en Portugal.
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