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Haider relató ayer su versión de los hechos en términos de un
político honesto (él mismo), siendo amenazado y tentado por un
inescrupuloso canciller (Klima). "Los conservadores no pueden
ayudarte en el extranjero. Nosotros podemos conseguir que seas admitido en
sociedad", le habría sugerido un sinuoso Klima. Pero Haider rechazó
plegarse al contubernio socialdemócrata, y habría contestado preguntando
si la oferta "era una amenaza". Ayer, Klima salió casi de
inmediato a refutar toda la historia, recalcando que nunca ofreció un
trato así.
Más allá del conventillo austríaco, el frente europeo
anti-Haider sufrió ayer su primer revés. El premier portugués y
presidente de turno de la UE, Antonio Guterres, tuvo que admitir que no se
podía
excluir a Austria de las reuniones informales que mantienen los ministros
de la Unión. La cuestión se había tornado candente dado que este
viernes se celebrará una de esas reuniones, a la que, representando a
Austria, asistirá la neonazi Elisabeth Sickl. Guterres se justificó
explicando que "a nivel de la UE no pueden existir
restricciones". Pero no todas las noticias fueron buenas para
Austria. El presidente portugués Jorge Sampaio reveló que "suspendía",
si bien no cancelaba, su visita al país en marzo. Desde España, el
presidente José María Aznar rechazó --en relación con los incidentes
antimarroquíes en Andalucía-- toda "xenofobia" como la que
"ahora puede ocurrir en Austria". En Washington, la secretaria
de Estado norteamericana, Madeleine Albright, calificó de
"inaceptable" la inconsistencia de Haider con respecto a sus
viejas declaraciones filonazis, y subrayó que la Casa Blanca "sigue
la misma dirección que los europeos". Haider contraatacó. "Nadie entiende por qué es criticada la pequeña Austria, mientras, al mismo tiempo, la UE no está en posición de intervenir en reales violaciones a los derechos humanos como en Turquía o Chechenia", dijo. En una entrevista publicada ayer por el diario británico The Times, que causó muchísima incomodidad en Londres, el neonazi hizo una excepción del premier británico Tony Blair, quien "sabe que hay muchas similitudes" entre el New Labour y el FPOE austríaco. También ayer afirmó confiar en que el gobierno israelí le permitiría pronto visitar el país.
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