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COMO RECUPERA SUS FUERZAS LA GUERRILLA CHECHENA
Hasta la victoria alguna vez

The Guardian 
De Gran Bretaña

Por Amelia Gentleman 
Desde un pueblo cerca de Grozny

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Durante toda la noche retumbaron los morteros rusos; de tanto en tanto el cielo se iluminaba. El ruido de las ametralladoras era continuo. La familia Magomedova dormía mientras las ventanas se golpeaban y las paredes se sacudían, indiferentes a los aviones que volaban bajo. Después de cuatro meses de guerra, ya no tienen la energía para arrastrarse fuera de las camas y buscar refugio en el sótano todas las noches. Las mujeres desarrollaron cierto fatalismo; lo que será, será, dicen.

  Cuando amaneció, todas las ventanas del único colegio secundario del pueblo quedaron destrozadas. Sólo cuatro días antes, los lugareños se preparaban para la reanudación de las clases. Los burócratas rusos habían regalado el vidrio, como parte de su campaña de volver a la vida normal las áreas de Chechenia a las que se refieren como "liberadas". El resto del daño de la noche anterior estuvo limitado a los bosques que rodean el pueblo, donde el ejército creía que se ocultaba un grupo de rebeldes.

  Por las vastas planicies occidentales de Chechenia, las tropas rusas buscan a los guerrilleros chechenos que se retiraron en masa de la capital chechena de Grozny la semana pasada. El premier ruso Vladimir Putin se jactó de que la guerra ha terminado, y de que la ganó. Los desafortunados civiles que viven en los pueblos a lo largo de la ruta de escape de los rebeldes se encontraron ayer nuevamente bajo fuego. Los habitantes de este pueblo, a unos 24 kilómetros al oeste de Grozny, habían pensado que nunca iban a tener que soportar más ataques directos. Habían sufrido tres semanas de intensos bombardeos en noviembre, cuando los rusos intentaban tomarlo bajo su control. La mayoría de los edificios exhiben las huellas de los ataques.

  Durante la guerra en Chechenia de 1994 a 1996, este pueblo llegó a simbolizar las peores atrocidades de la campaña rusa; todavía evoca intranquilidad en cada checheno. La presencia de guerrilleros en la región hizo que la vida de los habitantes de ese pueblo fuera extremadamente peligrosa. Quedaron unos pocos, ocultándose con sus familias en el pueblo, emergiendo sólo furtivamente o durante la noche, con las barbas afeitadas y los uniformes ocultos. En secreto, hablamos con Isa, de 23 años, un guerrillero malherido en las costillas cuando huía de la capital, sobre el futuro de la campaña rebelde. La orden para retirarse de Grozny se dio porque los guerrilleros no daban más. El abandonó la ciudad a pie, junto con otros cientos de compañeros rebeldes. Aquí enterró su arma, escondió su uniforme y se metió en la cama enfermo. "En mi sueño, siempre estoy de vuelta en la ciudad luchando," dice.

  Ruslan, un comandante de la primera línea de Grozny, dijo: "Retirarnos de Grozny fue la decisión correcta. Estábamos cansados. Las ruinas de la ciudad ya no nos parecían muy importantes". Dijo que los guerrilleros se retirarían a bases en las montañas al sur de Chechenia. Piensa que esperarían ahí, hasta la primavera, cuando hubieran recuperado sus fuerzas.

 

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