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La
"cuarentena" de la que ayer se quejó (sin triunfo
parlamentario) la oposición austríaca sigue cosechando adherentes. Costa
Rica declaró "suspendidas" sus "relaciones políticas"
con Austria, en tanto que el príncipe Carlos de Gran Bretaña aplazó
"indefinidamente" una visita que planeaba hacer al país. Por su
parte, la presidencia de la Unión Europea (UE) decidió acortar una reunión
informal que se celebrará el viernes entre varios ministros de los países
miembros. El motivo: la presencia de la ministro austríaca Elisabeth
Sickl (del partido de Haider), a quien varios de sus colegas no le dirigirán
la palabra.
Estos reveses en el exterior no
hacían sino sustentar la moción de censura de ayer. "Schuessel
tiene una responsabilidad personal y política del aislamiento exterior de
Austria", disparó en la sesión parlamentaria el líder de los
Verdes, Alexander van der Bellen. El caso contra Schuessel se vio
fortalecido por un comunicado del presidente Thomas Klestil, quien adujo
que en noviembre ya le había informado a Schuessel sobre las
"posturas muy preocupantes y las críticas de varios jefes de Estado
y de gobierno" hacia la posibilidad de una alianza
conservadora-neonazi. Schuessel, daba a entender el comunicado, ignoró
las advertencias. Klestil aprovechó la ocasión para negar categóricamente
haber instigado esas presiones europeas.
Cuando vino su turno de hablar,
Schuessel admitió que los países de la UE le habían advertido de que
una coalición con Haider "no era de su agrado". Pero el
canciller pasó a afirmar ingenuamente que, pese a esto, las sanciones
fueron para él "una desagradable e inesperada sorpresa". Y, de
todos modos, las medidas contra Austria no importan demasiado, dado que
"hasta el momento no han tenido efectos negativos en el país".
Con las declaraciones de Schuessel quedó claro algo sobre lo que nadie
podía abrigar dudas: no habría hoy un gobierno austríacos con Susanne
Riess-Passer (del partido de Haider) como vicecanciller si los
conservadores no les hubieran abierto la puerta. Al final, los argumentos respectivos en el debate importaron poco, y pasaron a contarse los votos. No hubo deserciones del bloque mayoritario conservador-neonazi y la moción fue derrotada. Es que la coalición negro-parda se lleva 104 de las 183 bancas del Parlamento austríaco. Fuera del recinto parlamentario, 700 agentes de policía formaron un extenso cordón de seguridad para mantener a distancia las manifestaciones de protesta. Estas fueron menores a las previstas: de los 5000 manifestantes que se esperaban, sólo asistieron unos 1000.
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