Por Carlos Rodríguez
El Tribunal Oral Nº 2 de San Martín, que juzga a la comisaria Graciela Iglesias, acusada de exigir a un comerciante el pago de una coima, develó apenas una parte de la incógnita: determinó que ella es culpable, junto con un policía y un inspector municipal. Recién el martes se conocerá el monto de las penas para cada uno y los fundamentos del fallo, por lo que resta saber la opinión de los jueces sobre la legalidad del uso de la cámara oculta, prueba clave en la causa. La declaración de culpabilidad indicaría que fue considerada válida. Antes de conocerse la sentencia de culpabilidad, la fiscal Noemí Carreiras había bajado la acusación contra los imputados. En lugar del delito de extorsión les imputó el de exacciones ilegales, que tiene una sanción menor. Carreiras pidió tres años de prisión para cada uno y cuatro años de inhabilitación para ejercer cargos públicos, lo que no le impidió decir �paradoja si las hay� que la comisaria Iglesias es �buena persona y buena funcionaria�, condiciones que consideró �atenuantes� del delito que ella misma le imputa.
Los defensores de los tres culpables �además de Iglesias, el policía Teodoro Tito y el empleado municipal Daniel Burgos� se mostraron molestos por la demora en conocer monto y argumentos. Miguel Pierri, uno de los defensores de Iglesias, dijo a este diario que estaba �sorprendido por el fallo condenatorio y por la inusual demora�. Tanto él como el codefensor, Alejandro Vizcay, señalaron que �es una demora inexplicable porque los tres acusados están en condiciones de salir en libertad, aun en el caso de que le aplicaran el máximo de la pena pedida por el fiscal�. Los tres están con prisión preventiva desde hace más de un año y saldrían en libertad condicional en el caso �poco usual, pero posible� de que se le dictara una condena de prisión efectiva. La mayoría de las veces las condenas de hasta tres años son dejadas �en suspenso�, es decir sin aplicación concreta. Pero el tribunal tiene la facultad de disponer una pena mayor a la requerida por la Fiscalía y ordenar que se haga efectiva. La sesión de ayer comenzó con la acusación fiscal. Carreiras consideró probado que el comerciante Martín Rocha fue obligado a pagar una coima de 500 pesos, más otros 100 semanales, a partir del 25 de noviembre de 1998. Interpretó que está acreditado por los dichos de Rocha, corroborados por los testimonios recogidos por la cámara oculta. Carreiras bajó el hecho a �exacciones ilegales�, en lugar de la �extorsión� que había establecido el fiscal de instrucción Marcelo Sendot. La pena por exacciones ilegales es de uno a tres años, mientras que por extorsión sube de 5 a 10 años. Carreiras consideró como agravante �la presión que ejerce el funcionario (al pedir la coima) y la forma en que se ejerció, por medio de una intimidación� contra el vendedor Martín Rocha. En la cinta emitida por Telenoche Investiga en el Canal 13, Tito amenaza al dueño de la panchería La Iguana: �Si se ponen duros (...), los van a partir como un queso�. La fiscal dijo que Iglesias �avaló el accionar de Tito� y con ello hizo �que la víctima sintiera que no había otra salida�. En el video, tomado por el propio Rocha, la comisaria afirma: �Manejáte con él, él es mis ojos. Total confianza�, refiriéndose a Tito. El Código Penal prevé penas mayores (de hasta cuatro años) si en la exacción ilegal se emplea �intimidación� o en caso de invocarse �orden superior�, como entiende la fiscal que hubo. Sin embargo, sólo pidió tres años. Los defensores centraron su alegato en defenestrar a la cámara oculta como prueba. Llegaron a decir que una persona que intervino en la investigación periodística �su identidad no fue revelada por el canal� actuó como �agente provocador� y como �fruto del pecado�, algo así como la manzana prohibida de la cita bíblica. Tito, el único acusado que alegó al final �la comisaria apenas pidió �que se haga justicia��, aclaró que recibió �400 y no 500 pesos� y que lo hizo por prestar un �servicio adicional�, de esos que hace la policía para sumar dinero extra.
ROCHA CUENTA COMO LO �PROTEGIA� LA
BONAERENSE
�Si seguís así, te vas a suicidar�
Por C. R.
Martín Rocha, el vendedor de panchos de la localidad de El Palomar que denunció a la policía, fue el segundo testigo protegido por el Estado bonaerense, allá por diciembre de 1998, pero ayer le confió a
Página/12 que se sintió �bastante desprotegido�. El peor momento lo vivió en la ciudad de Mar del Plata, uno de los lugares donde estuvo �escondido� para escapar de las amenazas que había recibido en su domicilio. �Ernesto Santamaría, uno de los policías que tenía de custodio, me hizo un comentario que me dejó helado: me dijo que me veía �muy nervioso� y que si seguía así �me iba a terminar suicidando�.�
Luego del mal trago, Rocha comenzó a ponerse nervioso �pero bien en serio�. Desde ese momento perdió toda �la poca confianza� que tenía en sus custodios. �El problema de ser un testigo protegido es que el sistema es coordinado por el procurador general, pero los que son designados para cumplir la tarea de protección son policías a cuyos colegas yo había denunciado.� Rocha, con su esposa y sus dos hijas, permaneció en Mar del Plata desde el 9 de diciembre de 1998 hasta el 1º de enero de 1999.La familia padeció los continuos cambios de casa y la presencia permanente de policías. �Eran tres y cada uno cumplía un horario de ocho horas acompañándonos a todos lados.� Desde el 1º de enero al 3 de marzo estuvieron en Santa Clara del Mar, después volvieron a su barrio de Martín Coronado, luego vino La Plata, otra vez Martín Coronado y finalmente Paso del Rey. Fueron una familia nómade hasta el 1º de julio de 1999. Otro episodio alarmante sucedió durante la estada en la casa de Paso del Rey: �Allí tuvimos una experiencia increíble: hubo un robo en el domicilio en el que estábamos. ¡Me querés decir cómo es posible que ocurra algo así cuando la custodia era permanente!�. Rocha nunca tuvo una respuesta, ni siquiera luego de enviarle una nota, explicando la situación, al procurador bonaerense Eduardo de la Cruz. �Y para colmo �se ríe� hasta me hicieron hacer el ridículo tiñéndome el pelo de rubio. ¡No sabés lo estúpido que me sentía!� |
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