Por M. P.
 �No hablen de nada que no esté en frente de ustedes�, dice el hombre, un ex presidiario que escapó de tantas prisiones que se burla de sí mismo comparándose con Houdini. Al igual que los demás �una médica paranoica, un policía algo autoritario, una estudiante de matemática y un diseñador nihilista�, este mago del escape dormía en su hogar pero se despertó, sin aviso ni explicación alguna, dentro del cubo.
 El �cubo� en cuestión está formado por habitaciones cuadradas, que se comunican con otra habitación idéntica a través de puertas simétricas, ubicadas tanto en sus cuatro paredes como en el piso y el techo. Es fácil ir de un cuarto �de un cubo- al otro, aunque hay que atreverse: algunos de ellos tienen trampas mortales, capaces de cortar �literalmente� a un ser humano en pedacitos. A diferencia de sus azarosos compañeros de ruta, sin embargo, el protoHoudini del cubo es un hombre al que la vida le ha enseñado a escapar en vez de perder el tiempo en pensar por qué (o cómo es que) está donde está. Todo lo opuesto a pensamientos inmovilizantes como �Deberíamos quedarnos aquí a ver si alguien viene� o �Yo sólo quiero despertar�. �Voy a ir en línea recta hasta salir de aquí�, dice en cambio el rey de la huida, que le asegura a quienes lo comienzan a mirar como su salvador: �Deben salvarse a sí mismos de ustedes�. Es entonces cuando el cubo hace de él su próxima víctima, con lo que queda claro que su personaje funciona como una muestra de lo que no es El cubo. Lejos de ser un film sobre una huida, la saga de un grupo de personas atrapadas en un mortal laberinto ideado a imagen y semejanza del cubo de Rubik se pretende una meditación sobre las debilidades, las traiciones y las sorpresas que depara la naturaleza humana. Demasiadas ambiciones para guardar en un solo cubo, por más grande que aparente ser. Opera prima del director Vincenzo Natali, El cubo es una obra claustrofóbica y con exceso de diálogo, cine de bajo presupuesto que es casi puesta en escena de una obra de teatro en la que cuatro personajes esperan una respuesta. O una salida. Si en un cortometraje previo Natali -realizador de los storyboards de la fallida Johnny Mnemonic� había atrapado a sus protagonistas en un ascensor descompuesto (Elevated, 1996), para su primer largometraje amplió su obsesión por la camaradería arbitraria poniendo en escena un argumento ya visto en un capítulo de �La Dimensión Desconocida�, llamado �Cinco personajes en busca de una salida�. Previsible y estática, la obra de Natali explota psicológicamente la relación entre sus protagonistas hasta llegar al clímax. Síndrome de Puerta 12, la tragedia paranoica incubada de diálogo en diálogo �los personajes de El cubo no dejan nunca de hablar, de culparse o de acusar a los demás� explotará, como corresponde, cerca de la salida. Por desgracia, el remate del inexplicable enigma planteado por El cubo �un film que demasiado rápidamente sólo se justifica ante los ojos de los espectadores por las ganas de saber cómo es que termina� será tan obvio,previsible e insatisfactorio como el devenir de una obra también atrapada en el repetido cubo de sus planteos recurrentes.
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