|
Por Horacio Bernades
José Miguel Onaindia y Roberto
"Tato" Miller, director y subdirector del Instituto de Cine y
Artes Visuales tienen un aspecto optimista. Con la
designación de Miller, quien asumió sus tareas el lunes, quedó
definitivamente conformado el tándem directivo del Instituto. La plana
mayor del Incaa se completa con otros funcionarios recién asumidos: Jorge
Sabaté, de larga experiencia en el campo de la producción cinematográfica,
quien tendrá a su cargo la dirección de fomento; Maite Serra de Barceló,
nueva directora administrativa; María de la Paz Mariño en coordinación
general y Andrea Tacchi como asesora jurídica. Onaindia y Miller tienen
con qué respaldar su entusiasmo. Gracias a los créditos que el Incaa
acaba de liberar, una docena de películas ya comenzaron su rodaje o están
a punto de hacerlo. Otra veintena de realizaciones, que se encuentran en
distintas etapas de producción, comenzaron a percibir el importe
correspondiente a créditos, que la administración anterior había dejado
impagos. En su primer contacto con el periodismo, Onaindia y Miller se
explayaron a Página/12. --¿Se puede conocer el
estado en que quedó el Instituto luego de la gestión de Julio Mahárbiz? J. M. O.:
La auditoría encomendada por el secretario de Cultura está trabajando en
eso, y estimamos que para fin de mes ya estaremos en condiciones de dar un
informe final. Sí podemos confirmar que el rojo del Instituto asciende a
31 millones de pesos. De ese déficit total, 14 millones corresponden a
deudas por subsidios, y 11 millones por créditos. --¿Qué perspectivas de
resolución hay para los casos más urgentes, de películas que estaban
esperando cobrar para seguir adelante? R. M.:
Ya se dispuso una partida de 980.000 pesos, que se destinó al pago de
parte de esas deudas. Destrabar ese dinero permitió que una veintena de
películas puedan seguir adelante con sus rodajes o posproducción. En esa
situación están, entre otras, El astillero de David Lipszyc, Ojos
que no ven de Beda Docampo Feijóo, Esperando al Mesías de
Daniel Burman, El inocente de Gerardo Vallejos y Rosarigasinos,
de Rodrigo Grande. La ciénaga, de Lucrecia Martel, acaba de
arrancar, y varias están a punto de comenzar: películas de Bebe Kamin,
Santiago Carlos Oves y Gabriel David, además de las nueve ganadoras del
concurso de óperas primas. La industria se puso en funcionamiento. --¿Qué otras medidas se
tomaron para reordenar la situación? J. M. O.:
Hay un viejo reclamo de todos los sectores de la industria, que coincide
con la plataforma de la Alianza, y es la distribución equitativa de
fondos, para que no se siga beneficiando a los grandes productores en
desmedro de los que menos tienen. Para subsanarlo, elevamos a Presidencia
un proyecto de decreto reglamentario que permita fijar topes de dinero
para subsidios, de 1.500.000 para las películas declaradas de interés
especial y 1.250.000 para las de interés simple. Esto permitirá corregir
injusticias producidas por una mala interpretación de la Ley de Cine. --¿Existe la intención
de practicar otros ajustes en la ley? J. M. O.:
La semana próxima comenzaremos a trabajar en un proyecto de reglamentación.
Pero como llevará cierto tiempo, quisimos abordar lo que considerábamos
más urgente. --¿Qué otras cuestiones
urgentes quedan por resolver? R. M.:
Es imprescindible que se constituyan el Consejo Asesor y la Asamblea
Federal, que al estar integrados respectivamente por representantes de la
industria y de las provincias, son los organismos que
aseguran una democracia en el gobierno del cine. Para hacer efectiva esa
integración es necesario que los distintos sectores se pongan de acuerdo
y elijan a sus representantes. Eso no es sencillo, porque la administración
Mahárbiz fomentó una proliferación de entidades, y eso dificulta
alcanzar consensos. Para destrabar esa situación mantuvimos reuniones con
todas las asociaciones de directores y de productores, pidiéndoles que
trataran de deponer intereses sectoriales y lograran acuerdos, para tener
un Consejo Asesor funcionando lo más pronto posible y poder tomar
decisiones respecto de la política futura del cine. J. M. O.:
Otra iniciativa es emprender una reestructuración administrativa del
Instituto, eliminando mucho personal contratado que estaba de más, y
reduciendo en un 30 por ciento el presupuesto para esa clase de personal. --Uno de los reclamos es
que el dinero del cine vuelva al cine, y terminen las quitas que el Tesoro
viene practicando sobre los fondos. J. M. O.:
Consideramos totalmente justo ese reclamo y pensamos defenderlo.
Lamentablemente, el presupuesto para este año, ya aprobado en ambas Cámaras,
sancionó la quita para este período, y no hay manera de revocar eso.
Pero, a partir del año próximo pretendemos que el Instituto recupere el
total de los fondos. Para ese entonces esperamos haber hecho una buena
administración, y que esto sirva de respaldo para nuestro reclamo. --Actualmente, el cine
argentino se ve obligado a competir con el cine extranjero en condiciones
desventajosas. ¿Piensan encarar este tema? J. M. O.:
Estamos concretando un convenio con Argentina Televisora Color, para la
coproducción de telefilms y para la promoción del cine argentino, a través
de programas dedicados a difundir nuestras películas. R. M.:
Vamos a convocar a los sectores de exhibición y distribución, que son
claves y hasta ahora, por alguna razón incomprensible, habían quedado
marginados de la discusión. Queremos escuchar lo que tengan para decir,
en vistas a lograr acuerdos que permitan que los títulos argentinos
lleguen a las salas en condiciones equitativas. No tiene sentido una
industria que produzca, pero que no esté en condiciones de llegar al público.
--¿Y la exportación y
promoción del cine argentino en el exterior? J. M. O.:
Estamos suscribiendo acuerdos con el Ministerio de Relaciones Exteriores,
para coordinar esfuerzos a través de embajadas y consulados. Además,
pensamos fundar un nuevo departamento del Incaa dedicado a este fin, que
podría llamarse "Dirección de Relaciones Internacionales". R.M.:
La administración anterior descuidó las películas invitadas a
festivales, dejando a realizadores y productores librados a su suerte. Eso
se está corrigiendo: las películas que fueron al Festival de Rotterdam y
al de Berlín fueron con apoyo del Incaa. Y no nos referimos a darle al
director una palabra de aliento, sino apoyo económico concreto.
|