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JOSE MIGUEL ONAINDIA Y ROBERTO MILLER, DIRECTORES DEL INCAA
 �Esta industria vuelve a funcionar�

La primera medida de los directores del Instituto de Cine fue destrabar los créditos que tenían paralizado el rodaje de una veintena de películas. En un extenso diálogo con Página/12, Onaindia y Miller explican los próximos pasos.
Con la asunción de Miller como subdirector quedó conformada la plana mayor de la administración.
El Incaa firmará un acuerdo de promoción de cine argentino con Argentina Televisora Color.

 

Por Horacio Bernades

t.gif (862 bytes) José Miguel Onaindia y Roberto "Tato" Miller, director y subdirector del Instituto de Cine y Artes Visuales tienen un aspecto optimista. Con la designación de Miller, quien asumió sus tareas el lunes, quedó definitivamente conformado el tándem directivo del Instituto. La plana mayor del Incaa se completa con otros funcionarios recién asumidos: Jorge Sabaté, de larga experiencia en el campo de la producción cinematográfica, quien tendrá a su cargo la dirección de fomento; Maite Serra de Barceló, nueva directora administrativa; María de la Paz Mariño en coordinación general y Andrea Tacchi como asesora jurídica. Onaindia y Miller tienen con qué respaldar su entusiasmo. Gracias a los créditos que el Incaa acaba de liberar, una docena de películas ya comenzaron su rodaje o están a punto de hacerlo. Otra veintena de realizaciones, que se encuentran en distintas etapas de producción, comenzaron a percibir el importe correspondiente a créditos, que la administración anterior había dejado impagos. En su primer contacto con el periodismo, Onaindia y Miller se explayaron a Página/12.

  --¿Se puede conocer el estado en que quedó el Instituto luego de la gestión de Julio Mahárbiz?

  J. M. O.: La auditoría encomendada por el secretario de Cultura está trabajando en eso, y estimamos que para fin de mes ya estaremos en condiciones de dar un informe final. Sí podemos confirmar que el rojo del Instituto asciende a 31 millones de pesos. De ese déficit total, 14 millones corresponden a deudas por subsidios, y 11 millones por créditos.

  --¿Qué perspectivas de resolución hay para los casos más urgentes, de películas que estaban esperando cobrar para seguir adelante?

  R. M.: Ya se dispuso una partida de 980.000 pesos, que se destinó al pago de parte de esas deudas. Destrabar ese dinero permitió que una veintena de películas puedan seguir adelante con sus rodajes o posproducción. En esa situación están, entre otras, El astillero de David Lipszyc, Ojos que no ven de Beda Docampo Feijóo, Esperando al Mesías de Daniel Burman, El inocente de Gerardo Vallejos y Rosarigasinos, de Rodrigo Grande. La ciénaga, de Lucrecia Martel, acaba de arrancar, y varias están a punto de comenzar: películas de Bebe Kamin, Santiago Carlos Oves y Gabriel David, además de las nueve ganadoras del concurso de óperas primas. La industria se puso en funcionamiento.

  --¿Qué otras medidas se tomaron para reordenar la situación?

  J. M. O.: Hay un viejo reclamo de todos los sectores de la industria, que coincide con la plataforma de la Alianza, y es la distribución equitativa de fondos, para que no se siga beneficiando a los grandes productores en desmedro de los que menos tienen. Para subsanarlo, elevamos a Presidencia un proyecto de decreto reglamentario que permita fijar topes de dinero para subsidios, de 1.500.000 para las películas declaradas de interés especial y 1.250.000 para las de interés simple. Esto permitirá corregir injusticias producidas por una mala interpretación de la Ley de Cine.

  --¿Existe la intención de practicar otros ajustes en la ley?

  J. M. O.: La semana próxima comenzaremos a trabajar en un proyecto de reglamentación. Pero como llevará cierto tiempo, quisimos abordar lo que considerábamos más urgente.

  --¿Qué otras cuestiones urgentes quedan por resolver?

  R. M.: Es imprescindible que se constituyan el Consejo Asesor y la Asamblea Federal, que al estar integrados respectivamente por representantes de la industria y de las provincias, son los organismos

que aseguran una democracia en el gobierno del cine. Para hacer efectiva esa integración es necesario que los distintos sectores se pongan de acuerdo y elijan a sus representantes. Eso no es sencillo, porque la administración Mahárbiz fomentó una proliferación de entidades, y eso dificulta alcanzar consensos. Para destrabar esa situación mantuvimos reuniones con todas las asociaciones de directores y de productores, pidiéndoles que trataran de deponer intereses sectoriales y lograran acuerdos, para tener un Consejo Asesor funcionando lo más pronto posible y poder tomar decisiones respecto de la política futura del cine.

  J. M. O.: Otra iniciativa es emprender una reestructuración administrativa del Instituto, eliminando mucho personal contratado que estaba de más, y reduciendo en un 30 por ciento el presupuesto para esa clase de personal.

  --Uno de los reclamos es que el dinero del cine vuelva al cine, y terminen las quitas que el Tesoro viene practicando sobre los fondos.

  J. M. O.: Consideramos totalmente justo ese reclamo y pensamos defenderlo. Lamentablemente, el presupuesto para este año, ya aprobado en ambas Cámaras, sancionó la quita para este período, y no hay manera de revocar eso. Pero, a partir del año próximo pretendemos que el Instituto recupere el total de los fondos. Para ese entonces esperamos haber hecho una buena administración, y que esto sirva de respaldo para nuestro reclamo.

  --Actualmente, el cine argentino se ve obligado a competir con el cine extranjero en condiciones desventajosas. ¿Piensan encarar este tema?

  J. M. O.: Estamos concretando un convenio con Argentina Televisora Color, para la coproducción de telefilms y para la promoción del cine argentino, a través de programas dedicados a difundir nuestras películas.

  R. M.: Vamos a convocar a los sectores de exhibición y distribución, que son claves y hasta ahora, por alguna razón incomprensible, habían quedado marginados de la discusión. Queremos escuchar lo que tengan para decir, en vistas a lograr acuerdos que permitan que los títulos argentinos lleguen a las salas en condiciones equitativas. No tiene sentido una industria que produzca, pero que no esté en condiciones de llegar al público.

  --¿Y la exportación y promoción del cine argentino en el exterior?

  J. M. O.: Estamos suscribiendo acuerdos con el Ministerio de Relaciones Exteriores, para coordinar esfuerzos a través de embajadas y consulados. Además, pensamos fundar un nuevo departamento del Incaa dedicado a este fin, que podría llamarse "Dirección de Relaciones Internacionales".

  R.M.: La administración anterior descuidó las películas invitadas a festivales, dejando a realizadores y productores librados a su suerte. Eso se está corrigiendo: las películas que fueron al Festival de Rotterdam y al de Berlín fueron con apoyo del Incaa. Y no nos referimos a darle al director una palabra de aliento, sino apoyo económico concreto.

  J. M. O.: A propósito de esto, no puede ser que las películas argentinas que más repercusión internacional tuvieron últimamente, y que ganaron una gran cantidad de premios en festivales importantísimos (el caso de Mundo Grúa, sobre todo, pero también Garage Olimpo), no hayan tenido el menor apoyo del Incaa. Eso no va a volver a ocurrir.

 

 

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