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Por Cecilia Bembibre �Cabecita� (Telefé, de lunes a viernes a las 13) comparte con su predecesora, �Muñeca brava�, la cualidad de no parecerse a ninguna telenovela al aire. Ni �Más allá del horizonte�, que fue un éxito en horario central por su producción de época y por el aceite en el cuerpo de Catriel (Osvaldo Laport), ni la tragedia desmesurada de �Isabella� (cuya protagonista oculta su rostro desfigurado con una máscara de cuero), por citar dos ejemplos en pantalla, consiguen �ni se lo proponen� esa combinación bulliciosa de color local, diálogos impertinentes y música a todo volumen. Que en este caso actúa como pátina de la fórmula tradicional de la telenovela, pero que es un estilo que inunda, con matices, casi toda la ficción argentina en TV. El resultado es una ficción desesperada por parecerse a la realidad, aunque en el caso de �Cabecita� los códigos del género se lo dificultan: en un mundo sin clase media, donde los únicos conflictos laborales los tienen las empresas gigantescas o el �servicio doméstico� al ser despedido por enamorarse del patrón, resulta difícil apelar a que el televidente se identifique. Un complejo barniz a base de música de moda, diálogos de comedia barrial y caras conocidas hará entonces que la historia de amor no parezca tan lejana. Después de Natalia Oreiro, Agustina Cherri fue elegida como la materia prima a partir de la cual gestar la nueva heroína de telenovela local, destinada a insertarse en un aceitado mecanismo de producción y promoción, que hará de sus cualidades como actriz y cantante casi un elemento superfluo. Lo importante es que sea simpática y atrevida pero inocente y vulnerable, una combinación que Cherri maneja con soltura desde sus días en �Grande, pa�. Quizá porque fue estrenado justo después de �Muñeca brava� es que �Cabecita� remite a un producto hecho en serie, con recursos calcados de la novela de Oreiro, como las bailantas, la presentación, la estética de la heroína. Como en aquélla, los diálogos de Enrique Torres y Raúl Lecouna son ágiles, divertidos, convencionales y estrepitosamente tristes cuando la ocasión lo requiere. El rating es levemente inferior a �Muñeca...�: promedió 15,5 puntos en enero.Antes que nada, la presentación: un clip cinematográfico en el que la heroína canta (mal) y baila una canción tan obvia (�mi vida... tiene techo de chapa, esperanza en cuotas, que nunca se acaban...�) como pegadiza. Los elementos, por supuesto, están a su favor: la lluvia la acaricia cuando baila, el fuego entibia su largo peregrinar en busca del amor. Un conjunto de actores experimentados en el género como María Rosa Gallo (Sofía), Antonio Grimau (Aníbal), Norberto Díaz (Mariano), Stella Maris Closas (Lidia), Patricia Viggiano (Nora) y Jessica Schultz (Estrella) estará allí para respaldar a la pareja que Cherri forma con Alejo Ortiz (ex compañero suyo en �Verano del �98�), para hacer de la tira un programa poco original pero eficaz. Un grupo de semiadolescentes en breves uniformes está de moda, y no falta en �Cabecita�. El staff que atendía la casa en �Muñeca brava� hizo de esa imagen su plataforma de lanzamiento: Oreiro como sex symbol, Victoria Onetto como inminente estrella porno (o por lo menos así lo aseguró al terminar la tira). En �Cabecita� Verónica Vieyra (Yoli), Celeste Pisapia (Salomé) y Agustina Lecouna (Ricky) trabajan en una estación de servicio que opera como campo neutral entre la pensión en que viven y la mansión de los Núñez Zamora, donde Cherri (Lucy) trabaja como mucama. Nicole Neumann (Bárbara), mientras tanto, hace mohínes en biquini por doquier, pero, por suerte, no canta.
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