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El líder neonazi Joerg Haider
contraatacó ayer en una entrevista con un diario turco. Reiteró su
acusación de que los países de la UE eran hipócritas: "Adoptaron
una posición dura contra Austria pero no hacen nada contra las
violaciones de derechos humanos en Chechenia o Turquía". También
aseveró que "me parece cómico que el mundo entero se asuste por un
pequeño partido de un pequeño país como Austria". Pero nada es
casual, esa incomprensible saña busca nada menos que "llevar la
atención a Austria para hacer olvidar sus problemas internos". Con
ese tacto que lo caracteriza, Haider concluyó explicándole a su
interlocutor turco que, si bien el gobierno negro-pardo no discriminaría
contra los inmigrantes turcos, éstos eran "incapaces" de
integrarse a la sociedad austríaca.
Con estas declaraciones recordando la naturaleza del partido del
que es miembro, la neonazi Sickl no debe haber esperado ayer que la cumbre
informal le fuera amena. La presidencia de la UE ya había decidido de
antemano reducir al mínimo su duración y eliminar de la agenda la
tradicional foto conjunta y excursión turística. A la hora señalada,
Aubry y Onkelinx no faltaron a la promesa que dieron la semana pasada y se
retiraron de sala de conferencias, no sin antes intentar convencer a sus
colegas de que hicieran lo mismo. Habiendo alcanzado una distancia segura
del neonazismo, las ministros llamaron de inmediato a una conferencia de
prensa para clarificar su posición. Retirarse de la reunión fue "un
gesto simbólico y político", explicó Aubry, quien pasó a citar a
Stefan Zweig para recordar la "suavidad" con la que en la década
del 30 el nazismo se había establecido sin mostrar "su verdadero
rostro". Más tarde trascendió que el ministro de Relaciones
Exteriores francés Hubert Vedrine no tendría ningún "contacto
formal" con su colega austríaca, Benita Ferrero-Waldner.
Sickl hizo lo que pudo ayer
para ponerle la mejor cara posible al desplante. A diferencia de su mentor
Haider, fue estudiosamente moderada y se describió como "democrática,
tolerante y orgullosa de participar en la construcción europea".
Calificando la reacción de Aubry y Onkelinx como "exagerada",
explicó que "el diálogo es la única forma de resolver los
conflictos: si no nos hablamos difícilmente podremos entendernos".
Con ese dejo de patetismo que les resulta cada día más natural a los
funcionarios austríacos, la neonazi describió cómo "en realidad el
único que me saludó y habló fue el ministro de Trabajo portugués Ferro
Rodrigues". Rodrigues presidió la reunión, por lo que en realidad
no podía ignorarla.
Más allá del exabrupto diario
de Haider, en Austria comienza a perfilarse un nuevo escándalo que podría
hundir aún más la reputación del gobierno en el exterior. El problema
surgió de la compensación que el canciller conservador Wolfgang
Schuessel prometió el miércoles para las víctimas del nazismo en
Austria. La comisión de historiadores que debe determinar el monto de la
compensación denunció que el gobierno parecía querer compensar por
igual tanto a las víctimas como a los ex prisioneros de guerra austríacos
y los alemanes sudetes expulsados de Checoslovaquia en 1945. Una sombra
del pasado acosó directamente a Haider ayer, luego de que una ciudadana
israelí anunciara que iniciaría un juicio para recuperar la propiedad
que los familiares de Haider le quitaron a su madre luego del Anschluss en
1938. "Haider se ha hecho rico vendiendo la madera de mi
familia", explicó Noemi Merhay, de 73 años.
Además de estos problemas
neonazis, hay señales de que la política más convencional de los socios
negro-pardos podría acarrearles problemas. Lo que es potencialmente
explosivo es el "férreo" ajuste anunciado por el canciller
conservador Wolfgang Schuessel. Los sindicatos criticaron fuertemente ese
plan y amenazaron con llamar a un paro. La vicecanciller (neonazi) Susanne
Riess-Passer tuvo que salir ayer a asegurar que el gobierno intentaría
"dialogar" con los sindicatos.
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