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Tratándose de niños, el
trasplante de hígado con donante vivo es una práctica habitual. "El
50 por ciento de los trasplantes que hacemos a chicos es con donante vivo
--precisa el cirujano Gustavo Podestá, director de la unidad de hepatología
de la Fundación Favaloro, quien dirigió la doble operación--; alcanza
con extirpar el segmento lateral izquierdo. Pero, para adultos, nadie se
animaba a hacerlo, porque hay que extirpar la mayor parte del hígado del
donante para obtener una porción que pueda sustentar la vida del
receptor".
Sin embargo, operaciones
parecidas ya se habían hecho: "En pacientes con tumores, es habitual
extirpar la mayor parte: ya sabíamos que, aunque se deje sólo el 30 por
ciento del hígado, en unas semanas se regenera. Nuestras dudas, más que
técnicas, eran éticas: ¿está bien extirparle la mayor parte del hígado
a una persona sana, aunque sea para salvarle la vida a un familiar
directo?", se preguntaban los médicos.
El primer país donde los médicos
se atrevieron fue Japón: "Por razones religiosas, allí la mayoría
de la población no acepta la donación cadavérica; tienen, sí, muchos
donantes vivos, y empezaron a probar con trasplantes de hígado de adulto
a adulto".
Entretanto, en los últimos años,
las listas de espera para trasplantes entraron en crisis
internacionalmente: "Aunque en otros países la proporción de
donantes cadavéricos es muy superior a la de la Argentina (18 por millón
de habitantes en Estados Unidos; sólo cinco aquí), en ninguna parte
alcanza para la demanda de trasplantes. Es que hace 15 años estas
operaciones eran carísimas, se hacían en pocos lugares del mundo y sus
resultados eran dudosos; ahora hay más centros especializados, la
intervención es más accesible, los resultados más seguros y, entonces,
se derivan más pacientes", explica Podestá.
Así las cosas, hace dos años,
en Estados Unidos empezaron a animarse al trasplante de hígado de adulto
a adulto. Los resultados --unos cien casos hasta ahora-- fueron muy
alentadores, se presentaron en congresos internacionales y "el año
pasado decidimos ofrecer esta posibilidad a nuestros enfermos en lista de
espera". Esto abrió la perspectiva del trasplante a pacientes que,
por no estar todavía muy graves, no ocupaban los primeros lugares en la
lista de espera y cuyo futuro no era otro que seguir empeorando hasta
llegar a esos desdichados primeros lugares. "Algunos aceptaron, otros
no; otros no tenían familiares directos que pudieran ser donantes."
Finalmente, la primera en ser
elegida fue Graciela Capó, de 43 años. Ella padecía una cirrosis biliar
avanzada, cuyos síntomas son, además de un insoportable prurito en todo
el cuerpo, un cansancio permanente que le impedía trabajar u ocuparse de
sus seis hijos, e infecciones asociadas como neumonías. Primero, su
hermana se ofreció como donante pero "no pudo ser porque su hígado
tenía variantes anatómicas que no favorecían el trasplante. Entonces,
hace dos meses, espontáneamente nos llamó uno de los hijos de la
paciente, Matías Soto. Tuvimos muchas entrevistas con él, le advertimos
que su donación no era la única opción posible para su madre, lo
evaluamos psicológicamente, nos cercioramos de que en su lugar de trabajo
le otorgaran la licencia que necesitaría para recuperarse y, por último,
le hicimos los análisis de compatibilidad con la receptora", cuenta
Podestá.
El lunes pasado se efectuó la
operación: "Empezamos por el donante: trabajamos desde las siete de
la mañana hasta las tres de la tarde". Esa intervención todavía
continuaba cuando, a las 11 de la mañana, empezó la operación a la
madre, que duró hasta las ocho de la noche: "Si el órgano
procediera de donante cadavérico, esta operación no me hubiera llevado más
de cinco horas, pero con donante vivo es más complicado porque hay que
reconstruir todo un hígado a partir de una porción", señala el
cirujano.
Madre e hijo están reponiéndose.
"La recuperación de Matías es espectacular", se entusiasma
Podestá; para hoy a la tarde los médicos prevén que podrá ser dado de
alta. Graciela, que ayer pasó de terapia intensiva a una habitación común,
"está muy bien, comiendo y hablando" (ver recuadro).
Podestá observa que el
trasplante de órganos de adulto a adulto "abre un panorama
alentador. No es que esto vaya a resolver el grave problema de la falta de
órganos para trasplante pero, con donantes bien seleccionados y
receptores donde la operación se justifique, es un aporte
importante".
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