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La reacción de Israel
fue instantánea y doble: ni bien recibió la noticia de que otro soldado,
el séptimo en 10 días, había muerto en medio de un ataque lanzado por
el Hezbollah dentro de la "zona de seguridad" en el sur del Líbano,
retiró a su delegado de la reunión que se desarrollaba en la localidad
libanesa de Naqura y amenazó con tomar represalias. El premier Ehud Barak
adelantó que los continuos ataques contra el Ejército israelí y su
aliado Ejército del Sur del Líbano (ESL) recibirán "severas y
dolorosas respuestas". Apenas minutos después de confirmar que el
sargento Tzahi Itach, de 19 años, murió cuando hizo explosión un cohete
antitanques que había sido disparado contra posiciones israelíes en el
castillo Beauforte, sus amenazas se hicieron realidad. "Aviones de
combate atacaron algunos blancos terroristas en la región de Nabatiyé,
al nordeste de la zona de seguridad", confirmó un comunicado del Ejército.
El vocero del
Departamento de Estado norteamericano, James Rubin, salió a decir que,
dada la influencia de Siria sobre el Hezbollah, Damasco debería haber
actuado "más efectivamente". El nuevo ataque acentuó la
preocupación de Estados Unidos ante la posibilidad de que la violencia en
el Líbano complique sus intentos por llevar a Israel y a Damasco de
vuelta a la mesa de negociaciones. Con esa intención había sido
convocada la nueva reunión de la Comisión de Vigilancia presidida por
Estados Unidos y Francia, que se reúne periódicamente en la sede de las
Fuerzas Interinas de la ONU (Finul) en la ciudad libanesa de Naqura, para
evaluar las violaciones a los acuerdos de abril de 1996, que pusieron fin
a las operaciones militares israelíes contra el Líbano y que prohíben
los ataques desde y contra poblaciones civiles. Los cinco delegados se
reunieron ayer por primera vez desde que los aviones de caza israelíes
atacaron el martes pasado la infraestructura civil libanesa en respuesta a
las bajas israelíes sufridas en los últimos días. Pero los renovados
ataques y contraataques pudieron más que los enviados a Naqura, y la
reunión quedó en una postergación por tiempo indefinido.
"La retirada
israelí del encuentro del grupo de monitoreo fue un intento del enemigo
de desviar la atención del mundo de los crímenes y violaciones que está
cometiendo contra civiles libaneses --disparó el Hezbollah en un
comunicado--. Si se nos pide preservar las posiciones militares israelíes
en la zona ocupada y no atacarlas, decimos que ese sueño israelí no se
realizará jamás". El primer ministro libanés, Selim Hoss, salió a
respaldar esas declaraciones al expresar su temor de que Israel esté
preparando una "agresión contra su país". Pero fue la entrada
en escena del canciller sirio Farouk al-Shara la que terminó de
recalentar el ambiente, al disparar que Israel es "plenamente
responsable por la escalada. La continua arrogancia del poder israelí
solamente conducirá a más pérdidas humanas y materiales y a destruir
cualquier posibilidad de paz".
"Nuestro pueblo
ha sido bombardeado en no menos de 15 ocasiones durante los últimos años.
No tenemos ninguna protección, ni siquiera la del ejército libanés. Sólo
los hombres del Hezbollah vienen de vez en cuando aquí. Solamente podemos
confiar en ellos", aseguró ayer, horas antes de los bombardeos
israelíes, Ruda Karaki, el alcalde de Ain Basuar, una de las ciudades del
sur del Líbano que sufrió la represalia por el ataque del Hezbollah
mientras los cinco delegados abandonaban la sede de la Finul sin llegar a
ningún acuerdo.
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