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La
ida de Díaz se hizo oficial a las 14.35, pero la historia se escribió en
la madrugada. Cerca de la medianoche, el Consejo de Fútbol integrado por
David Pintado, Alfredo Dávicce y Mario Israel se reunió en la confitería
Camerún, en la avenida Udaondo, a metros del estadio y a las tres de la
mañana acordaron comunicarle a Díaz que cesaba en el cargo. En la reunión
de la mañana decidieron la "salida elegante" disfrazada de
renuncia del técnico. Es el desenlace de una semana de alta tensión para River. Antes del clásico con Boca, Dávicce había dicho que el club "no realizará ninguna incorporación" y Díaz respondió en los vestuarios del estadio marplatense con munición gruesa y aclaró que en esas condiciones no podían pelear dos torneos (local y Copa Libertadores) al mismo tiempo. Luego de perder con la reserva de Boca --en el vestuario discutieron en términos muy fuertes Díaz y Pintado--, el entrenador criticó a los jugadores que "no tienen roce internacional, y algunos no pueden vestir la camiseta de River". Era una declaración de guerra que terminó por convencer a los directivos para prescindir del riojano. La
jornada que se vivió ayer en River no tuvo nada que envidiarle
a una comedia de televisión. El entrenamiento del equipo comenzó a las
9.30, y media hora más tarde ya se encontraban en las oficinas del primer
piso los representantes de Díaz (Antonio Caliendo y Juan Luis Berros),
para negociar la desvinculación con los máximos directivos. En
principio, no pusieron trabas a la salida de Ramón, pero a partir de ese
momento el tema central pasaba por las condiciones económicas en las que
se iría el ex goleador: River le abonará 200 mil dólares
correspondientes a enero y febrero del 2000, y además saldará una deuda
de cerca de dos millones. Sus colaboradores Angel Labruna, Oscar Dean y
Rafael Giulietti esperan cobrar 700 mil, 350 mil y 180 mil,
respectivamente. Díaz había acordado su nuevo contrato en diciembre
pasado, recién después de ser campeón del Apertura, pero la firma nunca
se concretó. Al no haber contrato no hay rescisión, por lo tanto tampoco
indemnización, sólo reconocimiento económico del tiempo trabajado.
Ninguno de los jugadores estaba
al tanto de lo que sucedía, dijeron, cuando concluyó la práctica
matutina. "Me enteré de los rumores en el vestuario. Esto me llama
mucho la atención porque estamos en el inicio del campeonato. Ramón no
nos dijo nada y entrenamos normal, como siempre", explicó Sebastián
Rambert. Al igual que Rambert, el resto de los futbolistas tampoco tenía
información de lo que podía ocurrir.
Cuando se habían retirado
todos los jugadores, Ramón Díaz se quedó varios minutos en el vestuario
con su ayudante Labruna. A las 12.23 abrió la puerta y al ver la
avalancha de periodistas se refugió en los vestidores. Luego de unos
minutos, salió y dijo: "Para que todo sea más ordenado, hablaré en
la sala de conferencia. Que quede claro que lo hago por ustedes". La
maraña de periodistas se dirigió hacia el lugar y, ante el descuido de
muchos, Díaz salió del vestuario y subió al primer piso para sumarse a
la reunión que tenían los directivos con Caliendo y Berros. En el
trayecto, un fotógrafo tuvo un choque con Labruna (también subieron el
preparador físico Dean y el coordinador Luis Wilson), quien intentó
taparle la cámara con su mano.
Según le comentó a Página/12
una fuente del club, "estuvieron todos juntos sólo un momento. Luego
se separaron en dos oficinas distintas, por un lado Ramón y su gente, y
por el otro los dirigentes. Caliendo iba y venía con papeles para ver si
ambos grupos estaban de acuerdo en los términos". En medio del
desconcierto, el jefe de prensa de River, Norberto González, apareció
para decir que habría dos conferencias de prensa: una de Ramón Díaz y
otra de los dirigentes. Finalmente, luego de más de dos horas de espera,
Ramón Díaz, David Pintado y Alfredo Dávicce, se presentaron en conjunto
para ofrecer explicaciones al periodismo. Allí, y antes de que comenzaran
las palabras del riojano, Dávicce mostraba su mejor sonrisa. La misma que
se le había visto al dirigente Ricardo Grosso en los pasillos del
estadio.
"A la tristeza que
significa el hecho de dejar de ser el técnico de River, me queda como
consuelo el poder tener más tiempo para dedicarle a mi familia",
indicó luego Ramón. Díaz asumió como entrenador de River el 12 de
julio 1995 y obtuvo cuatro títulos locales, una Copa Libertadores y una
Supercopa. Por su parte, Pintado destacó: "Ramón es un hombre
identificado con la institución, que consiguió muchos éxitos. Por eso,
ésta es su casa, sigue siendo su casa y las puertas del club están
abiertas para él. Le deseo lo mejor junto a su familia. En nombre de
River y del presidente del club, gracias Ramón". En tanto, Dávicce
dijo no saber "por qué se llegó a esto. Tal vez no le satisfizo el
cierre del libro de pases. El decidió irse. Esto es complejo, viene desde
hace tiempo". Luego de las palabras, Díaz intentó abrazar a Dávicce, pero éste apenas le extendió la mano sin ponerse de pie. Apenas Pintado se levantó para saludar al entrenador. Era el final.
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