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Por Diego Schurman
--Un período de prueba de tres meses sin costo indemnizatorio
¿incentiva al empresario a tomar gente, precariza el empleo, o
ambas cosas?
Funes de Rioja: Ya en el año '94, cuando se firmó el Acuerdo
Marco entre el Gobierno, empresarios y la CGT, se estableció formalmente
el período de prueba. ¿Por qué? Porque se vio que había una realidad
en el nuevo mercado laboral en lo que hace al tema del trabajador de menor
calificación. El tiempo de evaluación y percepción de la empresa, y
también por parte del trabajador para decidir, es un elemento importante.
Así se introdujo un período de prueba de tres meses, ampliado a seis por
convenio colectivo. La realidad del mercado argentino demuestra no
solamente un perfil de desempleo sino de empleo en negro. Si en la
historia ha habido fraudes, la obligación del Gobierno es combatirlos.
Pero no hay que prohibir el período de prueba porque alguien comete esos
fraudes.
Recalde: El Acuerdo Marco a que hace mención Funes de
Rioja, que el MTA cuestionó porque era flexibilizador, demostró que no
se generaban nuevos puestos de trabajo con el período de prueba. Y que,
contrariamente, generó una rotación de distintos trabajadores en los
mismos puestos de trabajo. Esto uno lo puede sacar cuando analiza el
sistema de jubilaciones y pensiones, la cantidad de aportantes del sector
privado desde el '94 hasta el '97. Prácticamente hubo aportes por la
misma cantidad de trabajadores. Tampoco ayudó al blanqueo de
trabajadores. En el '94 estaba a un 32 por ciento y hoy está en un 42 por
ciento.
Funes de Rioja: Pero el período de prueba también puede
implicar la efectivización para el trabajador y una reducción de aportes
patronales para el empresario que lo contrate, un mecanismo que actúa
como incentivo. Esto no es un problema ideológico. Los países centrales
europeos, con sistemas diferentes a los anglosajones, buscan mecanismos de
incentivo. Recalde: Con una prueba de tres meses o seis, y que se
puede extender a un año, el trabajador no tiene la mínima estabilidad ni
indemnización por despido. Esto opera como una zozobra familiar. Toda la
familia está pendiente para ver si pasa el período de prueba o no. Y
opera como un condicionamiento de sometimiento: el miedo que tiene el
trabajador a no pasar la prueba hace que acepte todas las indicaciones,
por más exageradas que sean, que le puede dar el empresario. El ministro
de Trabajo construye el techo antes que el piso. Dice que ninguna ley crea
empleo: coincidimos. Dice que cuando haya crecimiento económico el período
de prueba va a dar facilidades para que los empresarios tomen
trabajadores. ¿Si es para el futuro por qué no legislan para el futuro?
Funes de Rioja: Está claro que en la Argentina sin
crecimiento no hay empleo. Pero si no hay un marco adecuado la realidad es
que las inversiones se van a la Europa del este, de España a Portugal, de
Estados Unidos a México y de la Argentina a Brasil. Recalde: Pero el marco no es el período de prueba. Hay
ejemplos terribles. Como aquel de la chica que fue contratada por un período
de prueba de seis meses. En el quinto mes la nombraron la mejor empleada
de la empresa y al sexto lo despiden para evitar el pago de indemnización.
La razón del período de prueba es bajar los costos laborales, las
consecuencias del despido para los empresarios, disminuir el riesgo de la
empresa de esta manera y compartir ese riesgo con el trabajador. ¿Por qué
hay que respaldar la posibilidad de un año sin derecho indemnizatorio?
Funes de Rioja: Ojo que el período de prueba máximo es de
seis meses. Los otros seis son si se acuerda por convenio. Es decir, si lo
avalan los representantes de los trabajadores. Además, para mí una cosa
es conceder rebajas graciosas de impuestos y otra ir a un nivel razonable.
Pero nadie discute que los impuestos al trabajo en la Argentina son caros:
las rebajas son para aliviarlos y no para concederles una gracia. Si no,
se afecta la competitividad.
Recalde: Está bien incentivar. Pero no se puede cambiar el
sistema tradicional del derecho del trabajo en una sociedad capitalista de
economía de mercado, que es la protección del trabajador. ¿Por qué el
trabajador va a pagar con su inestabilidad y con menos salario la generación
de empleo? La filosofía de la ley apunta a bajar los salarios, directa o
indirectamente.
Funes de Rioja: El que está desocupado no tiene salario.
Hay que tener en cuenta, además, la enorme brecha que existe entre el
trabajador de baja y el de alta calificación.
Recalde: Nadie discute sobre la necesidad de la capacitación.
Pero no se puede vincular el desempleo con la capacitación porque el fenómeno
que se está dando en la Argentina es inverso. Existe una sobreexigencia
de calificación profesional por el alto grado de desempleo. El ejemplo clásico
es que para un repositor de góndolas se piden estudios secundarios, francés,
inglés y si es rubio y de ojos celestes mejor.
Funes de Rioja: El tema del requerimiento del inglés es que
toda persona que trabaja con informática requiere inglés. --¿Están de acuerdo con
que un convenio colectivo de nivel inferior (como por ejemplo uno que se
acuerda en una empresa autopartista) prevalezca por sobre otro de nivel
superior (como el que rige toda la actividad metalúrgica), aun si el
inferior contempla condiciones menos favorables para los trabajadores?
Funes de Rioja: Sí.
Recalde: Si un convenio de empresa firmado en diciembre del
'99 fija un salario de 400 pesos, y después se firma otro para toda la
actividad con un salario básico de 450, ¿cuál rige?
Funes de Rioja: Debe regir el de la empresa, porque si no
primaría un principio de centralización y no debe ser así.
Recalde: Para nuestra tesis debe regir el mejor convenio.
Funes de Rioja: Supongamos una economía regional, con un
sector agroindustrial que firma con los sindicatos regionales determinadas
condiciones. Y después vienen los del convenio nacional que dicen que la
realidad de Buenos Aires y la Capital es ésta y esta otra y fija otras
condiciones. ¿Por qué le debe pasar por encima a la región?
Recalde: Que no prime el mejor convenio altera medio siglo
de relaciones laborales normales en la Argentina. Toda la doctrina habla
de los principios del derecho del trabajo. Lo de la norma más favorable
es una regla. ¿Por qué? Porque vivimos en una suerte de espiral hacia
abajo, que está conduciendo cada vez a una menor protección del
trabajador en busca de una competitividad que no logramos. La
competitividad no se consigue bajando los derechos del trabajador. Ni en
la dictadura, cuando se cercenaron todos los derechos de los trabajadores,
ni en los diez últimos años, en que aumentó la desocupación, el
subempleo y el trabajo en negro.
Funes de Rioja: La Organización Internacional del Trabajo
ha convocado a una tarea que es la redefinición de su política
normativa. Tengo el honor de ser el portavoz empresarial. De ser el
vicepresidente de esa comisión para la revisión de la política. El
director general de la OIT dijo que se han hecho un montón de normas que
eran para un modelo de la economía, para un modelo de producción. Hoy
hay otra realidad. Y es que son más los que están afuera que los que están
adentro. Y termina habiendo un subsistema para pocos, un club.
Recalde: ¿La OIT plantea la derogación del principio de la
norma más favorable? Funes
de Rioja: No podemos tener un sistema laboral sólo para los que están
adentro. Todo esto tiene que ver con un modelo de producción que ha
cambiado. La industria automotriz norteamericana trabajaba con un sistema
fordista: sumaba beneficios. Los japoneses los pasaron por encima. Los
norteamericanos no sólo tuvieron que revisar su sistema de producción
sino también sus convenios.
Recalde: Pero eso está bien. Que los trabajadores rompían
las máquinas para que no le quitaran empleo pasaba en el 1800. Hoy nadie
destruye una computadora. Pero la tecnología no rompe las reglas. Siempre
sigue teniendo mejor capacidad de negociación el empleador que el
empleado. Cuando hay tanto desempleo hay que proteger aún más al
trabajador. Pueden cambiar las técnicas de producción, pero la protección
al más débil no puede cambiar.
Funes de Rioja: El mundo de la producción ha cambiado y hay
que adaptarse a los cambios, que cada vez son más veloces. Hace 30 años
el dilema en la Argentina era trabajar o estudiar. Hoy el que no estudia
no accede a escalas razonables de producción social. Esto requiere
adaptación.
Recalde: Esta es la Argentina. La Universidad Nacional de
Quilmes hizo una encuesta en 770 empresas. Sólo la mitad tenía
computadoras. Menos del 20 por ciento había hecho un curso de capacitación.
Funes de Rioja: Si la Argentina va a ser simplemente un
abastecedor de materia prima no podemos competir ni con los países que
protegen porque tienen con qué proteger ni con los países que devalúan.
Por ende, lo nuestro es el valor agregado, y esto implica mayor capacitación
de producción y de retribución. --El último punto
conflictivo es el capítulo que abre la posibilidad de la caída de los
convenios colectivos si durante dos años las partes --sindicalistas y
empresarios-- no logran ponerse de acuerdo en los términos de otro
convenio que lo reemplace.
Funes de Rioja: No es razonable. Uno puede discutir
mecanismos de salida. Pero que hay que salir de los convenios del '75, que
aún rigen, para ir a una dinámica de negociación colectiva, nadie lo
duda.
Recalde: Hay muchos empresarios que no quieren sentarse a
discutir nuevos convenios.
Funes de Rioja: Son los sindicalistas los que se niegan a
discutir.
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