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Por Carlos Rodríguez Fernando Maroto, miembro de la Sala Primera de la Cámara de Apelación y Garantías de San Isidro, cuestionó la reforma del Código de Procedimientos bonaerense y sostuvo que en materia de seguridad "nada puede mejorar dándole más poder a la policía", a la que cuestionó al afirmar que los miembros de las ex brigadas que siguen en actividad "ahora están robando más que nunca". Por eso rechazó especialmente las requisas callejeras, a las que consideró "un ataque al ciudadano", y comentó al respecto: "¿Les preguntaron a los jóvenes si les gusta ser agraviados y manoseados en la calle por la policía, que siempre detiene a los chicos y a los pobres?". Maroto sostuvo que la reforma al sistema judicial, que dejó la investigación en manos de los fiscales, "ha fracasado porque hoy la que instruye es la policía y crecen las denuncias por apremios ilegales".
Durante un reportaje con Página/12, Maroto responsabilizó
por el fracaso del sistema judicial "al procurador general" de
la Suprema Corte bonaerense, Eduardo Matías de la Cruz, y también criticó
al ministro de Justicia, Jorge Casanovas, al gobernador Carlos Ruckauf, y
en forma indirecta también a la Alianza. En cambio, recordó con gratitud
algunas medidas tomadas durante los primeros gobiernos peronistas, en la década
del cuarenta, cuando era un chico nacido en el seno de una familia pobre.
"Se trabajaba para dar contención a los jóvenes. Hoy, en cambio,
los chicos que están sin laburo, muertos de hambre, ¿qué otra cosa
pueden hacer que salir a robar?"
--¿La seguridad pública
se garantiza endureciendo las leyes?
--No. Creo que es una propuesta equivocada. Nada puede mejorar dándole
más poder a la policía. Lo que está en crisis es el sistema y eso es lo
que tenemos que resolver. Venimos de una reforma en la que se gastaron
millones de pesos y de la que se habló tanto, pero nadie dice que al año
de vida se ha caído estrepitosamente porque los niveles de impunidad son
terribles. En San Isidro la impunidad llegó a más del 98 por ciento. De
cada cien delitos sólo dos llegan a juicio oral. Esto es lo que ocurrió
el último año. Hay que sumarle que sólo se denuncia el 60 por ciento de
los casos, porque la gente no cree ni en la policía ni en la Justicia. --¿Cuáles fueron las
razones del fracaso?
--La gran falla se debe al Ministerio Fiscal. A los dos meses de
iniciada la reforma, la instrucción, que tenía que ser de los fiscales,
quedó nuevamente en manos de la policía. --¿Usted dice que la
policía hace hoy la instrucción de las causas?
--Exactamente, la policía hace todo. Y los culpables no han sido
los chicos, los agentes fiscales. Es una cuestión de arriba, del
procurador general y de los fiscales generales. Ellos permitieron lo
ocurrido. --¿Y qué pasó con esas
causas?
--Las empezamos a declarar nulas porque aparecieron las denuncias
por apremios ilegales, como suele ocurrir cuando interviene la policía. --¿Fueron muchas las
denuncias por apremios?
--El nivel comenzó a elevarse y hoy es bastante importante. No
tengo cifras precisas, pero el nivel es alto. --¿Y cuál fue la excusa
presentada por los fiscales?
--Dicen que no tienen personal y algo de cierto hay, porque ha sido
mala la aplicación práctica de la reforma, pero no todo pasa por allí.
Un problema serio es que los fiscales no han sido capacitados y tienen
poca experiencia. El procurador es el gran responsable. --En medio de esta
crisis, ¿cómo analiza el debate sobre el tema de la seguridad, tan
ligado al funcionamiento del Poder Judicial?
--Por eso mismo creo que es un debate superfluo. Y me llama la
atención que el gobierno provincial haya abierto el debate, cuando el
planteo tendría que haber sido: "Señores, qué hacemos con el
desastre que tenemos". Al comienzo, el ministro de Justicia hizo una
crítica muy fuerte a los fiscales, anunció que quería volver a la
instrucción de los jueces y hasta cuestionó el gasto que había
significado la reforma. --Pero después se cambió
el eje de la cuestión...
--El que se equivoca es Ruckauf, porque quiere manejar el tema como
una cuestión exclusivamente política. Para él, endurecer las leyes es
la salvación del sistema y esto es mentira. --¿El problema de la
seguridad se agrava por la crisis policial y del Poder Judicial solamente
o hay otras causas?
--Básicamente son cuestiones de tipo cultural. Es el producto de
la enorme corrupción de los funcionarios, la pobreza, la exclusión
social, las injusticias que genera todo este cúmulo de situaciones. Y
todo eso se acentúa cuando institucionalmente no estamos preparados para
enfrentar el problema. No tenemos una policía acorde con el sistema
democrático. --¿Por esas razones
rechaza las requisas en el transporte público?
--Esa es una de las arbitrariedades más graves que está
padeciendo ya la sociedad. ¿Sabe cómo termina eso en la práctica? Con
todos los chicos agraviados, manoseados. Termina con las injusticias que
se cometen contra los pobres que andan en coches que no están en buen
estado. La policía nunca para a los cero kilómetro, no para a los
Mercedes Benz, para a los coches que están todos rotos. Esta es la verdad
y por eso no se pueden convalidar las requisas en la vía pública.
--¿La policía dejó
alguna vez de hacer requisas en la calle?
--Nunca. Siempre lo hizo, si acá no hay control. Es común ver en
la calle a los policías en los patrulleros parando autos, revisándole a
la gente los bolsillos. Yo siempre he visto ese tipo de cosas. --Y la inseguridad sigue.
--Por supuesto, porque eso no sirve para nada, es todo una mentira.
Además, insisto, eso es una investigación al voleo o de portación de
cara. Lo que miran es si se trata de un negrito, de un pobre o si tiene
pinta de lo que sea. --¿Cómo se mejoraría
el accionar policial?
--Lo que hay que hacer, y eso es lo que manda la Constitución, es
crear la Policía Judicial. Ese tema fue debatido y hasta se hizo una
reforma constitucional en 1994. Ruckauf no habla del tema, parece que no
se enteró o que lo informaron mal. --¿Y por qué no se hizo
la Escuela de Policía Judicial?
--Eso es lo que no entiendo y nadie habla del tema. El único que
habló y fue valiente fue (Alejandro) Mosquera (legislador del Frepaso),
pero el gobernador Ruckauf no habló para nada.
--¿Con la reforma mejoró
algo la policía?
--Al principio sí, (León) Arslanian y (Alberto) Binder hicieron
bastante, pero hoy existe una gran rivalidad entre la policía de
seguridad, los comandos que operan en la periferia y los de
investigaciones que están en las D.D.I. Ahora la policía no tiene la
menor actividad de investigación.
--¿A qué se debe esa inactividad?
--Las D.D.I. son el resabio de las viejas brigadas, que habían
llegado en su momento a una corrupción plena, total. Ahí no podía
rescatarse nada y por eso las cambiaron, pero igual quedó mucha gente que
sobrevivió a la purga y buscan la manera de seguir presionando. --¿Y una manera de
presionar es no hacer nada?
--No solamente no hacen nada, sino que aparte se dieron cuenta de
que los fiscales no controlan y les entregaron toda la instrucción.
Entonces ahora están robando más que nunca. Ahora los niveles de
corrupción son muy grandes y parece que nadie quiere verlos. Volvieron a
organizarse las mafias y los negocios. Y está lleno de policías no
individualizados, de civil, que no se sabe lo que hacen porque nadie los
controla. --En ese marco, ¿cómo
cae la reforma al Código Procesal?
--Es un ataque al ciudadano. Hace poco, en Boulogne, mataron a tres
jóvenes que no habían hecho nada. Cuando vieron a la policía comenzaron
a escapar. Los policías terminaron matándolos a los tres y aparecieron
un arma o dos que tenían los supuestos delincuentes. La policía, y esto
me gustaría recalcarlo, debería estar al servicio de los ciudadanos y no
al servicio de los gobernantes. --¿Cómo enfrentar,
entonces, el problema de la seguridad?
--Hay que crear la Policía Judicial, aunque lleve cuatro años, no
importa. Vamos a tener una Policía Judicial honesta, especializada,
capacitada, moderna, con un espíritu democrático. Hay que mejorar el
Poder Judicial. Hay que resolver si sigue la instrucción de los fiscales
o volver a los jueces de instrucción. Yo me inclino por volver a los
jueces. El delito se genera por fallas del sistema. Si el delincuente
observa que hay corrupción, que hay impunidad, el delito se estimula.
--¿Y en qué lugar
dejamos el problema social?
--Es cierto, eso es lo primero. Hay que contener a los jóvenes
creando en cada municipio centros deportivos, alimentarios, educativos y
de apoyo a la niñez. Yo voy a hablar de mi propia experiencia. Hace
muchos años, lo que hizo Perón dio resultados para frenar la
delincuencia juvenil. Yo nací en 1942 y era de una familia pobre, pero
teníamos comida y apoyo para estudiar. ¿Cómo se te iba a ocurrir salir
a robar? Para muchos, robar es apenas un fatalismo. No les queda ninguna
otra alternativa.
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