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Por Ariel Greco Periodista, locutor, play boy, bombero, actor, futbolista amateur, director técnico. Todas esas profesiones las reúne Orestes Katorosz, el actual entrenador de All Boys. Con métodos extravagantes está haciendo su primera experiencia como técnico, pese a que el ambiente futbolístico lo rechaza. Lo cierto es que es un personaje pintoresco con una vida de película, capaz de jugarse la vida y ser deportado de Polonia por intentar una entrevista con Lech Walesa, cambiar el orden natural de los números de las camisetas de sus jugadores para confundir al rival o de interpretar a un criminal en Poliladron.
--¿Es cierto todo lo que se dice de usted?
--Todo, todo, no es verdad, pero muchas cosas son ciertas.
--¿Una vez volvió en un avión con ruleros en la cabeza?
--Sí, con una cofia de baño. Lo hice para divertirme. La gente se
pone sombreros en la cabeza, y una cofia de baño no deja de ser algo para
la cabeza. Es un poco raro, nada más. No nos estaban sirviendo bien, a
las azafatas se les acababa todo cuando llegaban a nosotros, y un poco
para hacer teatro y otro poco para divertirnos me puse la cofia. Además
me tapé con una frazada por más que hacía un calor bárbaro. Entonces
el fotógrafo que venía conmigo les decía que yo había estado en
Vietnam, que estaba un poco loco y que me atendieran bien. Era una época
que había atentados y secuestros de aviones. Con eso conseguimos que nos
sirvieran de primera, con whisky, champagne y todo lo mejor. --¿También llegó a
entrevistar a Bill Clinton disfrazado de Colón?
--Fue cuando se cumplían los 500 años del descubrimiento y
necesitaba inventar algo para competir con todo el despliegue que tenían
los medios. Se me ocurrió recorrer toda América. Pero para hacerlo más
entretenido me vestí de Colón y preguntaba si había hecho bien o mal.
Me sentía Colón porque estaba actuando de Colón, hablaba en idioma
castizo, fue muy divertido. Y así llegué hasta Clinton, pero también
entrevisté a varios caciques indígenas que me querían matar. Me
encantaba retrucarles. ¿Quién se iba a poner a defender a Colón? Nadie.
Solamente yo, pero porque había investigado y argumentaba.
--¿Con qué otro personaje tuvo alguna relación extraña?
--Con Frank Sinatra. Me invitó a ir con él al cine. Lo encontré
en un teatro y me puse a charlar. Por supuesto que no se acercó él. Pero
el tipo me dio pelota y se armó una conversación interesante. Hablamos más
de media hora, nos fuimos del teatro y no sé adónde me quería llevar.
Pero yo estaba con mi novia y no la podía dejar. Tuve que saludarlo,
chau, chau, y nunca más. Si en ese momento no hubiese estado mi novia,
tal vez hubiese sido amigo de Frank Sinatra. También tuve una linda
relación con Jorge Luis Borges. Yo era productor de un programa y tuve
una serie de entrevistas y producciones con él. Pero en vez de mandarle
un chofer siempre lo acompañaba yo. Así que estaba todo el tiempo con él,
haciendo de intelectual para hablar con Borges como si fuese un escritor.
Y por ahí llegaba la noche y lo llevaba a comer o a visitar a Bioy
Casares o a Silvina Ocampo. Así nos fuimos haciendo un poco amigos. Todo
el mundo quería tener cinco minutos con Borges y yo estaba todo el día.
Pero también por ahí yo quería salir con una chica pero tenía que
estar con Borges. Estaba en la disyuntiva. "Me gusta estar con
Borges, pero más quiero salir con esa mina", pensaba. Así que
rogaba para engancharlo en la casa de Bioy. También me tocó estar en una
charla tomando whisky con el ex primer ministro laborista inglés Harold
Wilson. Yo estaba como oyente porque era amigo de un integrante de la
Internacional Socialista. Así, en lo que era una conversación de estado,
después de unos whiskies, Wilson me trataba como un amigo. Cosas que te
llevan a preguntarte ¿dónde estoy? Otra
experiencia extraña es haber vivido dos años con una novia japonesa.
"Me va a agarrar artritis en los dedos de tanto comer arroz con
palitos", pensaba. Ya estaba acostumbrado a usar kimono. Me miraba al
espejo para ver si ya tenía los ojos rasgados. Esas cosas me fueron dando
golpes de todos lados y del que salió el director técnico de All Boys. --¿Cómo se le ocurrió
vincularse con el fútbol?
--Venía de ser corresponsal de guerra, de viajar por Latinoamérica,
de escaparme de un país para evitar la censura, en definitiva de vivir
"al palo". Y volví a Argentina y me dije "tengo algo de
actor, sí". Así me puse a estudiar para formarme como actor y lo
conseguí. Fui actor y me gustó. Pero necesitaba un nuevo desafío. Busqué
en mi mente y encontré mi primera vocación. Antes de ser periodista,
locutor y todo lo demás, con lo primero que gocé fue con una pelota de fútbol.
--¿Era bueno?
--No, pero era un goleador muy efectivo. --¿Cómo llegó a probarse en el Cosmos de las estrellas?
--Yo jugaba en un equipo amateur de segunda división. Fui con
todas las ganas pero sabía que no iba a quedar porque sólo iban a
contratar a grandes estrellas. Además vivía mucho de noche y no me
cuidaba. Le dije al técnico que no esperara gran juego de mí, pero que
iba a hacer goles. Pero en una prueba clave hice una gran jugada, pero
cuando fui a definir hice el peor remate de mi vida. La mandé a las nubes
y caí todo torcido, medio trabado. Un papelón total. Ahí se apagó mi
sueño de goleador.
--¿Lo fue a ver a su ex compañero Franz Beckenbauer?
--No, se me escapó. Estoy tan metido con lo de All Boys que no me
enteré. Pero hace dos años estuve con él. Cuando llamé a la embajada
de Alemania me dijeron que ya se había ido a Paraguay. Igual voy a hacer
contacto con él para que dentro de dos años vaya de gira a Alemania con
All Boys. --Si Beckenbauer lo ve, ¿lo reconoce?
--Sí. El era una gran estrella y yo era uno de los tantos que querían
llegar, pero seguro que se acuerda. --¿Por qué el ambiente
de fútbol se resiste a su llegada?
--Lo que pasa es que la sociedad nos limita. Si tenés una profesión,
no podés tener otra. Y en el fútbol es peor. Si no fuiste profesional y
no tenés un nombre, ¡qué vas a venir a dirigir! ¡Qué sabés vos de fútbol! --¿Y usted sabe de fútbol?
--Sin duda. No voy a mostrar falsa modestia diciendo "creo que
sé". Yo sé que sé.
--¿Es consciente de que es su única oportunidad para
demostrarlo?
--No. Para nada. Me puede contratar un equipo de más abajo. Tengo
la gran ventaja de arrancar en un equipo que está deteriorado, que está
último, que era un equipo perdedor. Así que peor que eso qué nos puede
pasar. Estamos con la expectativa de empezar a ganar. Por eso la
posibilidad de que nos pueda ir mal no está en mis planes. --¿Los jugadores están convencidos?
--De a poquito el proyecto va penetrando. Las respuestas que
recibimos son de un nivel ascendente.
--No son métodos muy convencionales...
--Es verdad. ¿por qué van a ser convencionales si uno no es
convencional? Es lógica pura. Hay que ponerle divertimento, analogías,
relatos, cuentos, simbolismos.
--¿Todo eso sirve? --Por
supuesto. Son técnicas para aclarar el mensaje. Uno de los problemas que
existe en el fútbol es la comunicación. Muchos pueden saber de fútbol,
pero no todos transmiten lo que saben. Mi valor está en poder
transmitirlo mejor. --¿Con ese discurso no corre el riesgo de que lo traten de
versero?
--Claro que lo corro. Pero lo hemos ido superando. Prueba superada.
--¿Seguro?
--Sí,
y me consta. Si no no esperaría resultados. Entendieron el mensaje y por
eso confío en lo que puedan dar. De otra forma cambiaría el método.
--¿Y en el aspecto táctico?
--Nosotros tenemos una concepción, pero siempre consultamos con
los jugadores. La idea es que no sientan que se les impone un sistema.
Mostramos en el pizarrón lo que queremos y cada línea pasa al frente y
constata si se puede llevar a cabo.
--¿Es de mirar videos de los rivales?
--Sí, sí. Si podemos, miramos. --¿Cómo si podemos?
--Lo que pasa es que no tenemos videos de la primera fase, sólo
teníamos informes. Recién ahora estamos consiguiendo. En este momento,
lo único que tenemos para ver son videos porno.
--¿Cómo es la relación con la gente?
--Bastante buena. Siempre ha habido escepticismo. La gente mira,
tiene dudas, pero fue tan contundente la modificación en los métodos de
trabajo y en el estado de ánimo del plantel, que los que dudan se lo
guardan para adentro. Lo que sí es que no nos llegaron críticas ni
cuestionamientos. --¿Es consciente de que todo va a cambiar si pierde dos
partidos?
--Sí, pero tampoco creo que sea un drama. No agarramos al River
campeón, agarramos un conjunto --no quiero lastimar a mi propio equipo--,
pero que es el peor del torneo. Así que si perdemos algunos partidos,
cosa que no va a ocurrir, tampoco es para hacerse problemas.
--¿Y con la barra brava?
--La relación con la barra brava va a ser amable. Basta con que me
dejen hablar y listo. Yo no suscribo la violencia. Nuestra prédica es
paz, no violencia, trabajo y actitud ganadora. Con la barra vamos a
aceptar el apoyo que nos den, pero no voy a aceptar ningún tipo de presión
y voy a enfrentar cualquier tipo de apriete que haya, tal cual lo hice a
lo largo de mi vida. --¿A qué aspira? ¿Piensa
quedarse en esta profesión o estar de paso?
--Me quiero quedar mucho tiempo en All Boys. No vengo por un par de
meses. Estamos apostando todo a esto. Mi vida, mi corazón, mi mente, todo
lo que acumulé está apostado en este proyecto. --¿Cómo se definiría?
--Intento romper límites. Es una característica de mi
personalidad, del espíritu aventurero. Uno se cansa de los límites que
te pone la sociedad. ¿Qué te va a dar un beso Cindy Crawford?, ¿qué te
va a dar bolilla? Si te lo proponés, te acercás y le das un beso en la
boca a Cindy Crawford. Y no era tan difícil. --¿Cómo fue?
--Me lo propuse y fui. Me le crucé frente a toda la comitiva y me
presenté como "el embajador del hombre argentino". Los
custodios escucharon "an ambassador of the argentine men", y uno
dijo "es un embajador". Ahí le dije que estaba agradecido de
que estuviese en el país y le pedí un beso en nombre del hombre
argentino. --¿Ella qué dijo?
--Nada. Se reía y me lo dio. Después la seguí, la invité a
salir y le dejé mensajes en el contestador. Estuve cerca, pero no pude
engancharla porque ya tenía un programa hecho. --No se priva de nada.
--Pareciera, ¿no? Pero voy a contar la otra cara porque por ahí
creen que soy un tipo que hace lo que se le ocurre. Pero es cierto que me
di muchos gustos en la vida. Quería ver cómo era ser bombero y fui
bombero en Nueva York para vivir la sensación de apagar un incendio en un
rascacielo. No tenía autorización, ni uniforme. Era muy cómico porque
tenía que usar el uniforme de alguien del otro turno. Todo era a medida,
así que no bien salía ya quedaba como un bicho raro. Parecía el gato
con botas. Lo importante es que estaba. Un poco gracioso para todos, pero
estaba. Viví un tiempito así y cuando se acabó la experiencia me fui.
No como en All Boys que me voy quedar porque es algo más formal. Mi sueño
es ser técnico de la Selección Nacional y ser campeón del mundo.
--¿No será demasiado? --Pero
es un sueño. No estoy diciendo que sea un plan. Pero es más probable a
que haga un viaje espacial.
--Recién decía que hay otra cara. ¿Cuál es?
--La de un tipo que por ahí tiene veinte pesos en el bolsillo para
tirar cinco días. El que se toma un colectivo y se conoce todas las líneas
de Buenos Aires. Porque siendo como es a uno muchas veces no le dan un
trabajo. No me llaman para dirigir una revista, una sección en un diario,
por más que tenga antecedentes de sobra. --¿La faceta que se conoce le jugó en contra?
--Para muchos la imagen que les queda es la del tipo loquito. Pero
otros saben que es un divertimento y que detrás hay una parte profesional
sólida. Ser director de Associated Press en Nueva York o productor de la
NBC como fui si no sos un tipo serio, no lo lográs. Pero algunos le dan
trascendencia a la otra parte. Creen que lo serio tiene que ser aburrido y
muchas veces pagué ese precio. Pero yo estoy contento con el plan que
hice de mi vida. Nadie dice "ojo con éste que es un tipo
peligroso". --¿Es cierto que tiene
en cuenta el signo de los jugadores para armar el equipo?
--No, lo que pasa es que en un reportaje venían de gaste y yo para
seguir la joda les dije que no iba a poner dos jugadores de Sagitario.
Pero por ahí más adelante me dedique a la astrología y ahí sí lo
piense. Así dirige a su equipo --¿Siempre aparece por
un costado alternativo?
--Nunca empiezo algo de manera convencional. No entiendo por qué
tiene que ser todo esquemático. Que primero hay que ser jugador
profesional, que después hay que tener horas y horas de vestuario. ¿Por
qué?, si el fútbol también se puede ver desde otro lado. Por eso dirijo
desde la tribuna con un handy y en el campo está mi compañero, Gerardo
Foglia. --Contra Tigre el sistema
no anduvo bien.
--Sí, nos falló un poquito. Hubo una conexión pero después no
anduvo más. --¿Eso no es para
figurar?
--Y...
puede parecer mucho. Yo estoy acostumbrado a los medios y sé cuándo me
enfoca una cámara. Esos recursos uno los conoce. Pero nos sirve porque
son dos pares de ojos que ven cosas diferentes. Sabemos lo que queremos,
los cambios que vamos a hacer. --¿Los tiene
predeterminados?
--Muchas
veces, sí. --¿Y si alguien la está
rompiendo lo saca igual?
--Sí. Nos pasó con Righetti en el partido con Tigre. En la
evaluación previa que hicimos teníamos dos jugadores en un mismo nivel,
Righetti y Silvio Alvarez. Entonces por una merma física decidimos que
uno juegue 60 minutos y el otro el resto. Misma performance, mayor
rendimiento. Pero falló, porque el reemplazante no funcionó. Son cosas
que te enseñan los partidos, que en las prácticas no se ven. Por eso
Silvio Alvarez, no es que haya sido castigado, pero no estuvo en el
partido de ayer. --¿Tan grave fue?
--Sí, es muy grave, porque si un jugador no está pleno lo tiene
que decir. Esto es muy amable pero también hay que ser duro. Cuando damos
la lista les planteamos que si alguien tiene un problema nos avise. Muchas
veces por conservar su puestito un jugador no dice que tiene un
inconveniente y termina defraudando a sus compañeros y a nosotros.
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