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EL MAXIMO TRIBUNAL SANCIONO A UN EMPLEADO POR ESCRIBIR UNA POESIA
Una Corte Suprema que es un poema

Un empleado-poeta repartió un texto que su jefa consideró injurioso. La Corte se ocupó del tema y lo suspendió tres días.

Edgardo Zuain tituló su poema "La doctora oB" y su jefa, la doctora Bo, se sintió ofendida.


Por Eduardo Videla
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Se sabe que la poesía nunca se llevó bien con la prosa judicial. Pero de ahí a que un escritor sea sancionado, nada menos que por la Corte Suprema de Justicia, por distribuir copias de sus escritos en los Tribunales --su lugar de trabajo-- hay mucha distancia. Es lo que le ocurrió a Edgardo Zuain, empleado de la Dirección de Mandamientos y Notificaciones, castigado con tres días de suspensión por difundir uno de sus poemas, casi un alegato contra la burocracia, que ofendió a la jefa de su sector, la doctora María Luisa Bo. La mujer no es mencionada en el texto, pero sí aparece una paradigmática "doctora oB" (sic), que para el poeta es sólo "una alusión a los famosos tampones femeninos". Aludida o no, la mujer imputó a su empleado como "autor intelectual y material" del escrito, y la Corte, con la firma de seis de sus miembros, hizo caer sobre su conducta, y con toda premura, todo el peso de la ley.

  Ahora se explica por qué muchas causas descansan meses, tal vez años, a la espera de una resolución de la Corte: el máximo tribunal está obligado a resolver cuestiones disciplinarias de su personal y penalizar, entre otros, a quien ande repartiendo poesías en los circunspectos despachos de los Tribunales.

  "¿Qué va a pasar ahora, cuando salga publicado mi libro, que incluye este poema? --se pregunta Zuain--. Si lo distribuyo entre mis compañeros de trabajo puedo volver a ser sancionado. Y esta vez, por ser una reiteración, podría ser exonerado." Para el poeta-empleado judicial, "lo grave del caso es que la Corte cercena la libertad de expresión para avalar a una funcionaria que me denunció". Por eso, ahora piensa en iniciar un juicio contra el máximo tribunal, para que revea la sanción que le impuso.

  "La Doctora oB tiene su propio enclave Burocrático,/ dentro de la Estructura Burocrática del Poder Judicial./Se podría decir que tiene sus propias Falkland y sus Kelpers./ Y de Armada, solo una lancha mediocre, impulsada por un motor de Histeria, fuera del Borda", comienza el poema que ofendió a la doctora Bo.

  Zuain lo fotocopió y lo repartió entre sus compañeros. Cometió el desliz de dejar el original en la fotocopiadora, que llegó a manos de la jefa de Mandamientos y Notificaciones. "Me citó a la oficina y me dijo si se lo podía firmar. Se lo firmé sin ningún problema porque era una obra mía, no tenía por qué ocultarlo", dice el escritor a Página/12.

  Con esa prueba en la mano, la doctora Bo denunció el caso a la Secretaría de Auditores Judiciales, que inició el expediente 724/99. Citado a declarar, el empleado reconoció que era autor del texto, y que había usado la fotocopiadora de la oficina, pero negó que su obra fuera una alusión a su superior.

  --Lo cierto es que usted habla de la doctora oB, que no es otra cosa que Bo al revés --advirtió este diario al autor.

  --Es una alusión a la marca de tampones. La doctora oB es un personaje literario, una persona autoritaria. El poema no está dedicado a nadie en especial. Si ella se identificó con el personaje es su problema.

  --Al menos, ¿usted se inspiró en ella?

  --Me inspiré en el autoritarismo, en un personaje arbitrario.

  En definitiva, con fecha del 2 de diciembre, la Corte resolvió imponerle a Zuain "la sanción de suspensión por tres días sin goce de haberes, dada la índole de las faltas cometidas, la lesión causada al principio de autoridad administrativa y la violación al deber genérico que impone a los empleados judiciales observar una conducta irreprochable". La resolución tiene la firma del presidente de la Corte, Julio Nazareno, y de los ministros Eduardo Moliné O'Connor, Carlos Fayt, Augusto Belluscio, Guillermo López y Adolfo Vázquez.

  A pesar de que el empleado presentó un recurso de reconsideración unos días después, la sanción ya se hizo efectiva: "Me descontaron los tres días, aunque yo no falté nunca", se quejó Zuain. Si la Corte no reconsidera la sanción, el empleado promete que presentará una denuncia ante la Justicia en lo contencioso administrativo, asesorado por abogados del gremio.

  Consultada por Página/12, la doctora Bo respondió: "No está prohibido escribir poesías en Tribunales. Todo depende del tono con que estén escritas. Esta tenía un tono que no corresponde, a mí me resultó injuriante".

  --Pero usted no está mencionada en el texto --le aclaró este diario.

  --Si usted no lo entendió...

  Voceros de la Corte Suprema, en tanto, aclararon que la intervención del tribunal en sanciones al personal "es algo normal, que se ha hecho desde siempre". Y sostuvieron que una sanción puede ser revocada por la misma Corte ante la presentación de un recurso. "Todo depende de los argumentos de la apelación", afirmaron.

  Ex dirigente gremial de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación, Zuain fue siempre un aficionado a la poesía, pero recién en 1998 publicó su primer libro, Sin obligación de compra. En estos días sale de imprenta su segunda publicación, Soneto los campeones, que incluye el controvertido poema tribunalicio.

  "Lo delicado de esto es que es un fallo de la Corte, la misma que debe resolver si un fallo se ajusta a la Constitución y a la ley --dice Zuain--. Ahora parece que, para ellos, sobre determinados temas no se puede escribir."

  --En la poesía, ¿usted alude a su lugar de trabajo? --insistió este diario.

  --Aludo a cualquier lugar donde la burocracia se convierte en un absurdo. No estoy de acuerdo con la burocracia que sirve para que pequeños funcionarios disfruten de su sadismo cotidiano.

 

La Justicia del absurdo

Que se haya ocupado de un poema --que además surgió de la pluma de uno de sus empleados--, fue decididamente la primera vez. Pero la Justicia tiene algunos otros antecedentes en eso de dedicarse a casos que rozan el absurdo.

  Sin duda, el más famoso fue el episodio del sandwich. En mayo de 1994, el juez Juan José Galeano elevó una denuncia en contra de un detenido que se había comido un sandwich de jamón y queso de un empleado del juzgado mientras se le estaba tomando declaración. La imprudencia fue cometida por Gustavo Castelli, quien no pudo evitar la tentación de comerse un especial de jamón y queso que reposaba impúdico ante su vista sobre un escritorio, mientras él esperaba su turno para ser indagado. La secretaria del juzgado, Susana Spina, no toleró esta conducta y realizó una presentación en la que aportó el nombre de ocho testigos del encuentro cúlmine entre Castelli y el sandwich. En su informe, Spina argumentó que al momento de detectar la irregularidad, Castelli "se encontraba dando la espalda al personal de la Secretaría, presumiéndose que así lo hacía para evitar ser visto" y adjuntó como elemento de prueba el ticket con la compra del sandwich. Tres meses después, el juez federal Gustavo Literas desestimó la denuncia por considerar que Castelli sustrajo el sandwich por hambre y no por otro motivo, y archivó la causa por "inexistencia del delito".

  Menos suerte tuvo Gerardo, quien nunca se imaginó hasta dónde podía llegar el enojo de su novia despechada cuando le confesó que no se quería casar con ella, a diez días de la fecha que habían fijado para celebrar su boda. La sinceridad del hombre no logró evitar que la chica le iniciara una demanda judicial por daño moral. Argumentó que tras cinco años de noviazgo, decidieron casarse y fijaron la fecha de la boda para el 22 de diciembre de 1993. En mayo de ese año comenzaron los preparativos,  designaron testigos y padrinos, contrataron un salón para la fiesta y distribuyeron las tarjetas de invitación. Pero a principios de diciembre, el novio se arrepintió de su decisión. En julio de 1999, el juez en lo civil Julio Sánchez Torres encontró válidos los argumentos de la chica y condenó a Gerardo a indemnizarla con 2000 pesos por daño moral.

 

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