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--Pero después de las
elecciones el 7 de mayo vamos a seguir trabajando, hasta principios de
agosto. En lo que me he concentrado en el primer mes es en tomar contacto
con la nueva situación. Yo era subsecretaria de Cultura siendo directora
del Centro Recoleta. Retuve ese cargo, aclaro que con un sueldo. Así que
algo conocía. Pero esto es muy diferente ahora en el cargo
de secretaria. Primero, traté de tomar contacto con la nueva realidad.
Hay temas de gestión que toman muchísimo tiempo. Por otro lado me estoy
concentrando en las áreas que realmente me gustaría llevar adelante en
estos meses, para poder tener el gusto de producir algunos cambios. Una es
la protección del patrimonio arquitectónico de Buenos Aires. Está entre
lo más importante de estos siete meses que voy a estar aquí. Ya hemos
empezado a reunirnos con un grupo de apoyo, en el que tengo un buen asesor
que es el arquitecto Fabio Grementieri. Hasta ahora participan los
artistas Nicolás García Uriburu, Jacques Bedel, la crítica Alicia de
Arteaga y Pini Caraballo. Vamos a invitar al arquitecto José María Peña,
y otra gente que está trabajando en fundaciones o que son auspiciantes.
Estamos armando una lista de dos mil edificios (entre ya reconocidos y los
que hay que salvar) que sería importante que se respetaran. Vamos a tener
la lista para mediados de febrero. Tenemos más de 800 edificios en la
lista.
--¿Es por esa razón que se
están demoliendo unos cuantos edificios señoriales, por ejemplo uno en
la Avenida San Juan al 2800, a gran velocidad?
--En lo inmediato estamos
trabajando en una lista. Por otro lado estamos reavisando áreas del
patrimonio desde hace tres años. Esto significa abrir al público
diferentes lugares que normalmente están cerrados para que puedan ser
apreciados y conocidos. Pero también estamos con emergencias... Vos decís
que hay una situación en la Avenida San Juan: no lo sabía. Habría que
saber qué se está haciendo y ver qué se puede hacer a favor del
edificio. En las "emergencias" en que estamos trabajando son las
estaciones de Plaza Constitución, Retiro y Once. Ya hay proyectos de
restauración y aplicación de nuevos usos y les vamos a hacer una
propuesta a los ferrocarriles. También hemos actuado ante el Banco de
Galicia, en Perón y Reconquista (originariamente el Banco Español,
construido en 1905 por el ingeniero Carlos Agote), donde se iba a demoler
todo, pero hemos conseguido que se respete la fachada. Iban a conservar
dos pedacitos de pared, como si fueran ruinas romanas. Gracias a la
intervención del doctor Olivera se ha preservado la fachada. Si bien es
cierto que no hay legislación...
--No hay un concepto de
preservación del patrimonio en Buenos Aires...
--No hay un concepto y no hay
legislación. Y no hay concepto entre los mismos profesionales arquitectos
como existe en otros países donde un arquitecto contemporáneo puede
hacer inmuebles muy contemporáneos, pero también le importa preservar el
edificio del pasado. Aquí hay grandes arquitectos a los que parece que no
les importa lo que se construyó antes de que llegaran ellos.
--Es más, en Buenos Aires
el único estilo que hay es el de la destrucción... Nuestro estilo es la
destrucción salvaje.
--Además, por lo general es
destrucción para construir algo de mucho menor calidad y estéticamente
mucho menos válida que lo que había antes. Buenos Aires es una ciudad
muy grande y puede convivir la arquitectura contemporánea con la del
pasado. Eso es lo que le da personalidad o identidad a nuestra ciudad. La
identidad cultural es también toda esa mezcla de edificios europeos que
se construyeron como expresión de la presencia italiana, francesa, británica...
Eso es Buenos Aires.
--¿Cómo se le da a la
gente una idea del valor de la conservación del patrimonio?
--Ese es un aspecto que tomo
como parte mi función. Yo creo que para cuidar hay que poder apreciar y
antes que eso hay que conocer. Lo primero es informarse, poder discriminar
entre lo que es bueno y lo que no tiene tanta calidad. Lo que tiene
calidad hay que cuidarlo. No podemos derribar el patrimonio con el simple
objetivo de ganar dinero.
--Somos también unos
asquerosos como ciudadanos: tiramos basura, enormes botellones de gaseosas
vacías van a parar al pie de un monumento o en el pasto de una plaza.
--Es que el espacio público en
Buenos Aires, en vez de ser el espacio de todos es el espacio de nadie.
Tiene mucho que ver con todo lo que ha sido el mal cuidado de lo público
y el mal ejemplo que se ha dado desde el poder en el manejo de lo público.
--Buenos Aires vista desde
el aire, comparado con cualquier otra capital (Montevideo, por ejemplo),
tiene muy pocos espacios verdes. ¿Se puede revertir esa situación?
--El jefe de gobierno, Enrique
Olivera, se ha interesado en crear muchos espacios verdes, como ser la
conversión de los terrenos de ferrocarriles. Se recuperó buena parte de
los parques de la Ciudad, el parque Avellaneda está estupendo. Pero si
bien me interesa, no tengo injerencia. Otro de los objetivos de gestión
es, con Enrique Olivera, Liliana Varela, la subsecretaria de Cultura, y el
director del Teatro Colón, Juan Carlos Montero, tratar de resolver los
problemas pendientes del Teatro Colón. Acá todos contribuyen, porque uno
solo no hace nada. Hay que resolverlos de una manera racional, hacer una
propuesta de buen funcionamiento: hay interés por parte del Banco Mundial
para financiar un estudio para el proyecto. El Teatro Colón es
importante, es el lugar cultural y el edificio más importante que tiene
la Argentina...
--¿Cómo se hace esa escala
del "más importante"?
--El Colón como teatro es más
importante que la Argentina como país.
Yo creo que es el más importante. Gente que sabe mucho más que yo
lo dice, por su arquitectura, por su ubicación, y por toda su historia
(está deteriorado, pero todo es original, no ha sido violado como lo
fueron muchos edificios en la Argentina). Ha sido descuidado. El Colón es
uno de los cuatro teatros más importantes en el mundo y uno de los poquísimos
que se conservan en su estado original. Tiene un funcionamiento poco
racional desde hace años. Si queremos que siga funcionando tenemos que
ayudarlo entre todos. Los asesores en el trabajo de restauración son
expertos italianos.
--¿Cómo se hace eso desde
la función pública? Somos una ciudad que nunca terminamos nada: la Casa
Rosada, con una sola fachada restaurada, es el símbolo más ejemplar de
nuestra falta de consistencia. Empezamos las cosas y nunca las terminamos.
--La Casa Rosada tenía un
proyecto de restauración de esa fachada, y de hecho va a continuar. Una
empresa española ha hecho una muy buena labor. No me gusta el color, pero
eso es responsabilidad de los que aceptaron ese tono. La restauración y
tratamiento de fachada están bien: subí por los andamios con dos
expertos que lo hallaron muy bien hecho. Pero es evidente que hay que
terminarlo. Este lugar, el antiguo edificio del diario La Prensa, tiene
una decoración excepcional. En cada piso hay mosaicos diferentes. Fueron
traídos de Inglaterra a fines del siglo pasado y son los mismos pisos del
Foreign Office en Londres. Eso nos lo dijo un miembro de la comitiva del
Príncipe de Gales en la visita de marzo del año pasado. Esa visita
nos vino bien, porque al Príncipe le interesa todo lo que es patrimonio,
por lo tanto ayudó a incrementar interés en el tema. La restauración de
esta casa fue muy complicada. Varios de los cielorasos decorados estaban
cubiertos de pintura blanca. Antes de irnos vamos a entregar esta casa en
el estado original de mantenimiento. En Recoleta hay mucho por hacer, pero
lo que comenzamos lo terminamos. Dentro del Centro Cultural había un
edificio del que hicimos un pequeño hotel de ocho habitaciones de cuatro
estrellas con lindísima vista para visitas culturales. Misiones
especiales de las provincias, o de embajadas, se pueden alojar ahí. Se
reserva para personas de la cultura. Tenemos una combinación para tomar
desayunos en La Biela y almuerzos en otro restaurant. Cada una de las
grandes casas de decoración nos regaló el diseño y ejecución de un
cuarto. La Escuela de Arte Dramático, en la calle Sarmiento, un edificio
de principios de siglo, va a estar completado en abril. El Instituto
Vocacional de Arte, en la calle Curapaligüe, también va a estar
restaurado para cuando se inicien las clases. Hay muchas obras que se han
completado.
--Entonces, ¿el énfasis de
la gestión de estos siete meses es la conservación?
--Iniciar la conservación es
importante, pero hay que terminar lo iniciado.
--Su dirección del Centro
Recoleta durante tres años y cuatro meses coincidió con un período de
gran impacto.
--Gracias. Se hicieron
bastantes cosas. Pero cada época tiene su tono. Los hechos se van notando
por sus contrastes y diferencias.
--¿Cómo es el plan de
llevar la cultura a los barrios?
--Ahora, En febrero tenemos un
programa de música (tango, folklore, jazz, clásica), Verano Porteño,
que se lleva a 35 escenarios interiores y abiertos. Hay programados cien
espectáculos. Y en marzo el maestro Alberto Lisi hará 15 conciertos
gratis en diferentes lugares de Buenos Aires. Queremos organizar un
escenario en El Rosedal para hacer conciertos todo el año. Queremos
impregnar la ciudad de cultura. Vamos a trabajar con los Centros de Gestión
y Participación. Tenemos un proyecto que se llama Cultura y Trabajo,
donde vamos a armar en los centros un entrenamiento en los oficios. Por
ejemplo, un electricista del Colón hará cursos en los barrios. Hay
oferta y es importante compartirlo con más gente. Van a haber escenógrafos
y carpinteros de la cultura, por ejemplo, haciendo cursos.
Para megaeventos tenemos fechas. Pero no todo se puede todo el
tiempo: el verano cultural va a transcurrir en toda la ciudad pero con
eventos pequeños y medianos.
--La Secretaría de Cultura
de la Ciudad tiene más presupuesto que la de la Nación. ¿Qué pasa con
la gestión cultural cuando se topa con la burocracia?
--Fui subsecretaria, por lo
tanto tengo idea de lo que son los procesos administrativos. Se requiere
todo un itinerario administrativo que es importante y penoso muchas veces.
Es como es. No estoy en empresa privada ni manejo dinero mío. Es un
proceso que tendría que agilizarse. Pero ahora es así. Ya lo cambiarán
otros. Muchos de los obstáculos están hechos para frenar el mal uso de
los fondos públicos.
--¿Por qué entró en la
función pública?
--Yo viví en Francia once años,
entre 1973 y 1983. Cuando volví a la Argentina tenía muchas ganas de
hacer cosas en mi país. Como mucha otra gente, en Europa tomé conciencia
de ser latinoamericana. Lo que primero pensé cuando llegué fue: acá está
todo por hacer. Esta es una ciudad y ésta es una función muy
estimulantes para tratar de mejorar un poco las cosas. Cuando me
propusieron actuar en la Secretaría de Cultura de la Nación, en la época
de Alfonsín, yo enseguida dije que sí. Me gustó y me gusta. Me parece
que desde la función pública se pueden hacer muchas cosas. El poder
muchas veces es poder hacer. A mí me da satisfacción hacer cosas. Me
gusta la actuación privada también, pero en lo público se pueden hacer
muchas cosas.
--¿Cómo...?
--Puedo contribuir a hacer
realidad proyectos de gente muy interesante, que son los artistas. Creo en
los artistas: tanto creo que me casé con uno en otro matrimonio. Los
artistas son la gente más interesante en un país. Creo en eso. En la
actuación privada habría que ser millonario para lograr algo.
--¿Qué otros proyectos hay
para estos siete meses?
--El otro día con un fotógrafo
recordamos una exposición muy linda, que Raúl Alfonsín llevó a España.
Recordando eso nos propusimos hacer libros de fotografía. Esos libros son
muy complicados, pero en esta secretaría es una actividad natural. Nos
hemos propuesto hacer cuatro o cinco libros de fotógrafos argentinos en
estos siete meses. Vamos a llevar talleres de serigrafías a las cárceles
con dos profesores muy buenos. Vamos a tener el apoyo de los artistas
argentinos más famosos. Lo que hagan los encausados se venderá en galerías
y museos y el dinero se les pagará a ellos. Vamos a poner placas en las
calles y en las casas donde vivieron personalidades
famosas. Estamos haciendo un plan para reforzar actividades en museos y
bibliotecas y para comunicarlos mejor. En los museos hay una actividad muy
importante y no está suficientemente comunicado. Los medios se concentran
en los megaeventos, pero de pronto hay muchas cosas más que son
permanentes y que en un año suman mucha más gente que los eventos. Además
son un servicio importante, y tienen un costo en gente y recursos, es
urgente que la gente los aproveche. Tenemos un programa de teatro de
verano excepcional. También se va a terminar de hacer el museo del tango
en la calle Jean Jaurès, en la casa de Carlos Gardel. Y además quiero
hacer un concurso de óperas argentinas. Junto con la Secretaría de
Cultura de la Nación y con la provincia de Chaco (Nota: gobierno radical
de Angel Rozas), con la escritora Elvira González Fraga, y Marilyn Cristófani,
directora de Cultura de Chaco, vamos a organizar unos vehículos con una
oferta de actividad cultural para que circulen por todo el Chaco, y que a
su vez vayan tomando de ahí el trabajo de artesanos y artistas. También
hay que trabajar sobre los reglamentos de premios porque algunos están
muy anticuados. No tengo organizado otro sector. Me gustaría trabajar en
cultura y medio ambiente. Me interesa la limpieza de la ciudad como gesto
cultural.
--Hay que sacar los soretes
de perro de las veredas.
--Sí, ése sería un objetivo.
Hay muchos otros aspectos que todavía no he resuelto.
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