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El
País Por
A. Torregrosa y A. Bolaños La
economía de El Ejido se basó durante siglos en el comercio de la célebre
uva de Ohanes. Unas cuantas viviendas y cuatro ventas servían de lugar de
descanso para los tiros de animales que transportaban la uva para ser
embarcada desde el puerto de Almería hacia los puntos más remotos:
Estados Unidos, India o alguno de Europa. A finales del siglo XIX se
produjo otro descubrimiento. Un agricultor, de modo casual, se dio cuenta
de que la arena de playa facilitaba el crecimiento de las plantas de
tomates. Así surgió la técnica del cultivo de enarenados al aire libre.
Ya en el siglo XX, en la década
de los sesenta, se combinan ambos hallazgos para fraguar lo que más tarde
se conoció como "el milagro de Almería". El Ejido --que se
segregó del municipio de Dalías el 11 de septiembre de 1982-- es un gran
pueblo que se ha ido creando de modo anárquico, conforme desembarcaban en
la zona agricultores llegados de todos los puntos de la provincia y que
establecían sus cortijos alrededor de los invernaderos. El dinero
cosechado bajo los plásticos ha causado un notable incremento de la
población residente en el término municipal. Según el Anuario Comercial
de España, elaborado por La Caixa, El Ejido es la cuarta localidad española
que más creció en el último decenio: 41.374 habitantes en 1991 y 50.170
en 1999. En El Ejido, como en Vícar, La Mojonera o Roquetas de Mar, la
tasa de paro rara vez supera el 3 por ciento.
El motor de esta pujanza económica
se encendió tras las inversiones arriesgadas de varios agricultores, que
apenas cuentan con ayudas directas de la Unión Europea. Los brazos los
han puesto los miles de inmigrantes --unos 50.000 entre los que tienen
papeles y los que no tienen su situación regularizada-- que se concentran
en la zona desde hace 20 años. Un dato: en el cupo de 1999 se presentaron
8266 solicitudes. Sólo se concedieron 2600. Hasta ahora, los empresarios
agrícolas han aumentado cada año su petición de mano de obra
extranjera: los jornales --el convenio del campo de la provincia está
entre los más bajos, apenas 5000 pesetas al día-- y las duras
condiciones de trabajo han alejado a los temporeros de otras provincias.
Los violentos disturbios de
este fin de semana, tras el asesinato de Encarnación López,
supuestamente cometido por un marroquí, han modificado el discurso de
empresarios y agricultores. El vicepresidente de la Mesa de Comercialización
Hortofrutícola de Almería, Juan Colomina, sostiene ahora que la
actividad económica sólo puede absorber a 25.000 inmigrantes --una cifra
que coincide con los que tienen su situación regularizada-- y que
"sobran 30.000", en alusión a aquellos que aún no han
conseguido los papeles. El gobierno calcula que más del 60 por ciento de
los extranjeros residentes en la provincia son magrebíes.
"Las administraciones han
fallado en los últimos años al controlar la emigración", asegura
Antonio Oliver, secretario de Organización de la Coordinadora de
Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de Almería. Oliver, que
es también propietario de una explotación agraria, reconoce el papel de
los marroquíes en el desarrollo económico de la agricultura intensiva
almeriense, pero ahora ya no está dispuesto a contratar marroquíes, una
medida, dice, que se están planteando muchos agricultores: "En mi
finca ya sólo trabajan jornaleros nacionales y estamos dispuestos a crear
una bolsa de trabajo para atraer a más". En su opinión, ofreciendo
"casa y buenas condiciones para traer a la familia", no faltarán.
La mayoría de los 5500 inmigrantes regularizados en El Ejido viven
hacinados en cortijos. Y los que no tienen documentos subsisten como
pueden en villas miseria.
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