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La xenofobia tiene sus paradojas

Unos 500 inmigrantes marroquíes protestaron ayer en Madrid

El Ejido, la localidad española donde  estalló la violencia xenófoba, es un oasis económico sostenido con trabajo inmigrante

El País 
De Madrid 

Por A. Torregrosa y A. Bolaños
Desde Almería y Sevilla

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Al principio se llamó Parkesine, en honor del químico británico Alexander Parkers, que en 1862 obtuvo el primer plástico desarrollado; luego, xilonite. Y sus aplicaciones se fueron multiplicando: electrónica, industria textil, medicina, etc. El invento de Parkers produjo muchos años después una revolución económica de Almería. En apenas un cuarto de siglo, el plástico ha transformado un desierto en la huerta de Europa. Una huerta trabajada en muchos casos por los mismos extranjeros que ahora son rechazados. 

  La economía de El Ejido se basó durante siglos en el comercio de la célebre uva de Ohanes. Unas cuantas viviendas y cuatro ventas servían de lugar de descanso para los tiros de animales que transportaban la uva para ser embarcada desde el puerto de Almería hacia los puntos más remotos: Estados Unidos, India o alguno de Europa. A finales del siglo XIX se produjo otro descubrimiento. Un agricultor, de modo casual, se dio cuenta de que la arena de playa facilitaba el crecimiento de las plantas de tomates. Así surgió la técnica del cultivo de enarenados al aire libre.

  Ya en el siglo XX, en la década de los sesenta, se combinan ambos hallazgos para fraguar lo que más tarde se conoció como "el milagro de Almería". El Ejido --que se segregó del municipio de Dalías el 11 de septiembre de 1982-- es un gran pueblo que se ha ido creando de modo anárquico, conforme desembarcaban en la zona agricultores llegados de todos los puntos de la provincia y que establecían sus cortijos alrededor de los invernaderos. El dinero cosechado bajo los plásticos ha causado un notable incremento de la población residente en el término municipal. Según el Anuario Comercial de España, elaborado por La Caixa, El Ejido es la cuarta localidad española que más creció en el último decenio: 41.374 habitantes en 1991 y 50.170 en 1999. En El Ejido, como en Vícar, La Mojonera o Roquetas de Mar, la tasa de paro rara vez supera el 3 por ciento.

  El motor de esta pujanza económica se encendió tras las inversiones arriesgadas de varios agricultores, que apenas cuentan con ayudas directas de la Unión Europea. Los brazos los han puesto los miles de inmigrantes --unos 50.000 entre los que tienen papeles y los que no tienen su situación regularizada-- que se concentran en la zona desde hace 20 años. Un dato: en el cupo de 1999 se presentaron 8266 solicitudes. Sólo se concedieron 2600. Hasta ahora, los empresarios agrícolas han aumentado cada año su petición de mano de obra extranjera: los jornales --el convenio del campo de la provincia está entre los más bajos, apenas 5000 pesetas al día-- y las duras condiciones de trabajo han alejado a los temporeros de otras provincias.

  Los violentos disturbios de este fin de semana, tras el asesinato de Encarnación López, supuestamente cometido por un marroquí, han modificado el discurso de empresarios y agricultores. El vicepresidente de la Mesa de Comercialización Hortofrutícola de Almería, Juan Colomina, sostiene ahora que la actividad económica sólo puede absorber a 25.000 inmigrantes --una cifra que coincide con los que tienen su situación regularizada-- y que "sobran 30.000", en alusión a aquellos que aún no han conseguido los papeles. El gobierno calcula que más del 60 por ciento de los extranjeros residentes en la provincia son magrebíes.

  "Las administraciones han fallado en los últimos años al controlar la emigración", asegura Antonio Oliver, secretario de Organización de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de Almería. Oliver, que es también propietario de una explotación agraria, reconoce el papel de los marroquíes en el desarrollo económico de la agricultura intensiva almeriense, pero ahora ya no está dispuesto a contratar marroquíes, una medida, dice, que se están planteando muchos agricultores: "En mi finca ya sólo trabajan jornaleros nacionales y estamos dispuestos a crear una bolsa de trabajo para atraer a más". En su opinión, ofreciendo "casa y buenas condiciones para traer a la familia", no faltarán. La mayoría de los 5500 inmigrantes regularizados en El Ejido viven hacinados en cortijos. Y los que no tienen documentos subsisten como pueden en villas miseria.

 

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