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"Se está prescindiendo de
gente de mucha experiencia, pero que ha transformado su forma de pensar,
como la ha transformado toda la institución", explicó Brinzoni para
justificar que no tiene ninguna "preocupación" personal por
posibles venganzas. "No podemos ser rehenes, se trata de barajar y
dar de nuevo", aseguraron colaboradores de Brinzoni a Página/12.
Además, el propio jefe del Ejército sostuvo que los expulsados son
"toda gente respetable" a pesar de que por su antigüedad hayan
estado en la fuerza durante la época de la dictadura.
Las cesantías en el Ejército,
así como la purga de casi mil agentes que tuvo lugar en la SIDE hace
apenas una semana, se enmarcan en un proceso de reestructuración de los
grupos de inteligencia que, en plan de "mayor austeridad", tomó
como uno de sus ejes "la reestructuración de personal". La
medida cobró mayor impulso a partir del último recorte de presupuesto en
el Ejército, que para este año redujo a 111 millones de pesos la partida
para gastos operativos. Brinzoni se reunió ayer con el ministro de Economía,
José Luis Machinea, para analizar el monto "que requerirá el
despido de los agentes civiles", ya que la medida supone la
"jubilación anticipada" de casi la mitad del personal total de
inteligencia del Ejército. "No se los retira por edad sino por
cantidad de años de servicio. Todos pertenecen a la planta permanente,
tienen alrededor de 23 años de servicio y algunos estuvieron en las Islas
Malvinas, durante la guerra del Atlántico Sur", precisaron.
Si bien Brinzoni aclaró que
"no deberíamos tomar precauciones" por la medida, aclaró que
"en toda estructura importante como es la del Ejército, que tiene
casi 50 mil hombres, habrá alguno que por allí tenga, lamentablemente,
vocación por el delito". Y agregó: "Estamos seguros de que
cuando sean descubiertos y se compruebe, van a ser absolutamente
sancionados y puestos afuera de la fuerza". A la hora de definir el
personal que pasará a retiro, Brinzoni relativizó la figura de "espías"
que se les asigna y aclaró que se trata "de empleados de seguridad,
analistas de información internacional que hace mucho tiempo que están
en el Ejército". La idea de reestructuración de los grupos de inteligencia de las Fuerzas Armadas "no es una decisión tomada en un mal día", graficaron fuentes próximas al ámbito militar, sino que se trata de un proceso definido desde hace tiempo por la "necesidad de mejorar la capacidad operativa". La unificación de las tareas de inteligencia de las tres armas se traducirá en una central única de inteligencia táctica, con sede en Campo de Mayo y a cargo del jefe del Estado Mayor Conjunto, general Juan Carlos Mugnolo. "Como estamos convencidos de la necesidad de mejorar la capacidad operativa del Ejército, también estamos dispuestos a optimizar la asignación de los recursos", sintetizó Brinzoni.
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