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OPINION

Los que cambian los rótulos

Por Mirta Mántaras *

El encubrimiento de delitos atroces mediante el cambio de significado que se pretende dar a las palabras pareciera que es una aspiración común de los genocidas y sus ideólogos. Recientemente el neonazi Joerg Haider se refirió a los campos de concentración implementados por Adolf Hitler como "campos para delincuentes".

  Es lo mismo que hicieron los genocidas argentinos, que denominaban "centro de reunión de detenidos" a las mazmorras instaladas en dependencias de las Fuerzas Armadas o policiales donde ocultaron a sus víctimas.

  También puede verse en los reglamentos militares de 1976 una forma de querer eludir las leyes y pactos modificando el nomenclador. Para evitar las reclamaciones internacionales por la violación de los derechos humanos se llamó a los opositores "delincuentes comunes".

  Por ejemplo, en el RC-9-1 "Operaciones contra elementos subversivos", se dice: "Los individuos que participan en la subversión en ningún caso tendrán estatuto legal derivado del Derecho Internacional Público. Consecuentemente, no gozarán de derecho a ser tratados como prisioneros de guerra, sino que serán considerados como delincuentes y juzgados y condenados como tales, conforme la legislación nacional".

  Ni estatuto internacional ni juzgamiento interno existieron en realidad, sino personas asesinadas que aparecían como muertas en falsos enfrentamientos o miles de desaparecidos sobre los que cobardemente se oculta la verdad de los hechos.

  Para ser "delincuente", en la jerga genocida, sólo bastaba realizar algún acto que "obstaculizara el normal desenvolvimiento del gobierno militar", tal como consta en el Anexo Inteligencia del Plan del Ejército de febrero/76.

  Es lo que le sucedió a la enfermera Generosa Frattasi y a la partera María Luisa Martínez de González, quienes trabajaban en el Hospital Iriarte, de Quilmes, cuando un grupo militar llevó allí en 1977 a una joven a dar a luz. Conmovidas por el ruego de la parturienta, las dos se convirtieron en "delincuentes" por la acción humanitaria de avisar a la familia de Silvia Isabella Valenzi que ésta tuvo un bebé. Todos están, obviamente, desaparecidos.

  Pareciera que los pronazis de otras latitudes, como los de nuestro país, creen que la realidad cambia porque ellos cambien los rótulos.

  * Abogada de derechos humanos.

 

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