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Al llegar a la capital belga,
la ministra Ferrero-Waldner (que pertenece a la mitad conservadora de la
coalición negroparda) no podía albergar demasiado optimismo sobre lo que
se venía. El viernes la ministra austríaca de Asuntos Sociales, la
neonazi Elisabeth Sickl, había sido ignorada por todos sus colegas
durante una cumbre informal, que las ministras de Trabajo francesa y belga
abandonaron en protesta. Ayer se preveía que los ministros se reunirían
para la tradicional foto del comienzo de una cumbre. Pero hubo un
"retraso colectivo" de los ministros a la cita fotográfica, que
fue entonces cancelada. Comenzada la cumbre, Ferrero-Waldner hizo lo mejor
que pudo para disipar los temores de sus colegas europeos. Haider, les
recordó, gobierna la provincia de Carintia, no Austria. El hecho
inexplicable de que todos le presten atención es el fruto de una
"imagen diabólica creada por la prensa". Concluyó amenazando
veladamente con sabotear el funcionamiento de la UE si seguían las
sanciones diplomáticas contra Austria: "Seguiremos cooperando sólo
si participamos íntegramente en los asuntos de la UE, no sólo aquí en
Bruselas, sino en todas las capitales de los socios".
Los colegas de Ferrero-Waldner
no se mostraron disuadidos por la advertencia. El español Abel Matutes señaló
la evidente "preocupación de la Unión por la defensa de sus
valores". El británico Robin Cook le recordó a Viena que sus
hermanos mayores en Europa "vigilarán muy de cerca que cumplan las
garantías de derechos humanos". El belga Louis Michel habló
nuevamente de modificar y endurecer las sanciones de la UE contra países
miembro donde se registren violaciones sistemáticas a los derechos
humanos. Nadie abandonó la sala de conferencias, sin embargo.
Pasado este preludio antiHaider, la reunión se desarrolló con
toda normalidad. Los ministros aprobaron casi de inmediato crear en marzo
órganos de defensa de la UE, el núcleo del futuro Estado Mayor para una
fuerza de intervención europea de 60.000 hombres. También acordaron
suspender por seis meses la veda aérea contra Yugoslavia que rige desde
el fin de la guerra de Kosovo de 1999. Hoy se espera que comiencen
oficialmente las negociaciones para la admisión de Rumania, Malta,
Eslovaquia, Letonia, Lituania y Bulgaria. La UE ya negocia desde marzo de
1998 con Polonia, Hungría, la República Checa, Estonia, Eslovenia y
Chipre. Es en parte la ampliación la que impulsó ayer el debate sobre la
reforma institucional de la UE, en el que se analizaría reducir el
derecho de veto de sus miembros. El mismo veto que Haider sugirió que
Austria podría utilizar si sus colegas europeos no moderaban sus críticas
contra ella. QUE
VA A HACER HAIDER EN CARINTIA
Por
cada cincuenta personas que saben quién es Joerg Haider y qué significa
la llegada de un partido neonazi al poder en la Europa de la posguerra,
seguramente son menos las que saben que el político austríaco es
gobernador de la provincia de Carintia. Y muchas, muchas menos las que
saben que Haider no sólo gobierna. Además, es el ministro de Cultura de
la provincia. Un ministro con muchos planes, que a veces no coinciden con
lo que se entiende por Cultura (con mayúscula, y aun sin ella) en otros
países. Si se recuerda que una propaganda de Haider lo representaba
deportivo y con música de fondo de Rambo, tendremos una aproximación de
cómo el ministro carintio entiende el futuro de su cartera.
Ayer, en Bruselas, la ministra de Relaciones Exteriores austríaca,
la conservadora Benita Ferrero-Waldner, recordó que a Joerg Haider hay
que dejarlo en Carintia. Y Haider mismo, aunque aspira a ser el próximo
canciller, dijo que tiene mucho que hacer en su patria chica, donde no es
sólo gobernador sino también ministro de Cultura. Como esta cartera
ministerial permite, quizás más que ninguna otra, hacer lo que uno
quiere casi sin límites, es lógico que Haider se la haya reservado.
También le permite extender a las artes su peculiar visión política: así,
le pidió al artista de origen esloveno Valentin Oman que se vaya de
Carintia.
En su acción cultural pasada,
Haider contó siempre con un aliado. Y un aliado poderoso: el[FrontPage Image Map Component] Kronenzeitung, el diario más
vendido de Austria. Juntos denunciaron al artista Cornelius Kolig, a quien
los socialdemócratas habían encargado antes una serie de frescos para el
Parlamento regional. Lo hicieron con insultos y citas falsas incluidas,
precisamente de lo que hoy se queja Haider de la prensa extranjera. El
"affaire Kolig" tenía todos los elementos para ser el éxito
popular que fue: clientelismo político (los socialdemócratas lo habían
elegido a dedo), escabrosidad y denuncia de la cultura urbana (Kolig había
hecho un happening con sus propios excrementos), y gasto escandaloso del
dinero público (el monumento costaba unos 200 mil dólares). En
declaraciones al diario francés Le Monde, Klaus Amman, actual director de
los archivos Robert Musil en Klagenfurt, había resumido el modus operandi
de Haider: como los nazis, siempre con el mismo gusto por buscar un chivo
emisario.
En su primer discurso como jefe
del Partido de la Libertad en 1986, Haider atacó violentamente al
novelista Thomas Bernhard, un "autor subsidiado" por todos los
austríacos, pero muy crítico con su patria. Como demuestra el website
azul (color partidario) de su ministerio carintio, la cultura debe dejar
atrás esos subsidios que se asocian con la administración "roja y
negra" (socialdemócrata y conservadora). La cultura, dice Haider,
debe volver al pueblo. En su website, Haider se explaya sobre el Volk y
sobre el "gusto espontáneo de los carintios por el canto".
La fórmula más fácil, aunque
quizás no la más inadecuada, sería decir que para Haider la cultura es
la naturaleza. Para ello, el mejor escenario cultural es el natural. Lo
que explica la construcción del gran teatro, en adecuado ambiente
natural, a orillas del lago Wörthersee. Está destinado a las comedias
musicales (los carintios, insiste Haider, tienen el gusto espontáneo del
canto). Pero desde allí mismo lanzó su campaña electoral nacional en
1999.
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