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La FIDH, en una misión
coordinada por Bianca Jagger, concluye que las futuras elecciones peruanas
parecen ser "un procedimiento que busca justificar o disfrazar lo que
en realidad es la perpetuación de un régimen autoritario con fuerte
presencia militar". Por su parte, la misión del Centro Carter,
presidida por el ex presidente de Costa Rica, Rodrigo Carazo, advierte que
"la situación ha empeorado" respecto de lo que pudieron
observar en diciembre último durante su anterior estancia en el Perú. El
presidente Fujimori no aceptó los pedidos de una entrevista hechos por
los representantes de estas dos misiones.
Entre las observaciones se señala
que los canales de televisión se han negado sistemáticamente a aceptar
transmitir, alegando "razones empresariales", los spots
publicitarios de los candidatos opositores, mientras sus pantallas están
inundadas de propaganda gubernamental. Paralelamente, los informativos están
copados por la figura de Fujimori, mientras sus rivales son ignorados o
atacados con los peores insultos. También es denunciada la intervención
de las fuerzas armadas a favor de la candidatura oficial. Batallones de
soldados pintan los lemas de Fujimori. Otra forma del uso de recursos del
Estado es el reparto de víveres o lotes de terrenos a cambio de un voto
por el candidato reeleccionista. Un solo ejemplo del miedo. La FIDH señala que en su visita a Ayacucho comprobó el temor de diversas comunidades campesinas de lo que les pueda ocurrir si no votan por Fujimori. Los campesinos han recibido la visita de militares que les han enseñado computadoras asegurándoles que todos están registrados en ellas y que gracias a esa tecnología ellos podrán identificar a quienes no votaron por Fujimori y éstos serán acusados de terrorismo. Ante ese monstruo tecnológico, muchos campesinos parecen convencidos de que no hay secreto en el voto.
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