Por Verónica Abdala
Una
ordenanza menor pero de tono desusado para la época �la prohibición de
ingresar a la Biblioteca Nacional con apuntes, fotocopias o libros propios�
generó ayer un largo debate público, a cuyo frente se puso, con olfato
político, el presidente Fernando de la Rúa, quien dijo estar en contra
de cualquier forma de discriminación a los ciudadanos y pidió
explicaciones sobre la polémica determinación. La difusión pública de
la existencia de esa resolución, adoptada por la nueva conducción de la
biblioteca, que encabeza Francisco Delich, obligó a las autoridades
nacionales a explicar ayer que la semana que viene se abrirán dos nuevas
salas de lectura (una en la planta baja y la otra en el sexto piso), a las
que el público podrá acceder sin ningún tipo de restricción. Así se
hará efectiva la división entre quienes van a la biblioteca a consultar
material bibliográfico y quienes hasta ahora utilizaban las mismas
locaciones para estudiar. Ayer, algunos estudiantes a los que no dejaron
entrar con sus pertenencias pusieron el grito en el cielo. "¡Volvé
Menem!", escribió uno de los indignados.
En su mayoría, los perjudicados por la resolución son alumnos
secundarios y universitarios, quienes el lunes, actuando con lógica
mediática, elevaron a Delich un petitorio de revisión de la medida,
avalada por 350 firmas, mientras denunciaban a los medios la mala nueva.
Ayer, la biblioteca precisó que, de acuerdo a la nueva resolución,
quienes concurran al establecimiento con material propio deberán ubicarse
en una sala exclusivamente dedicada al estudio, para trasladarse a las
destinadas a la consulta en caso de requerir material de la biblioteca, y
luego regresar a la primera, en donde estarán obligados a dejar sus
libros, fotocopias y/o apuntes.
La reforma de las normas de admisión que puso en marcha esta semana el
director de la biblioteca �en el marco de la política de renovación
del establecimiento� resultó a tal punto polémica que se convirtió en
el primer tema que planteó ayer De la Rua en la reunión de gabinete. �Fue
el primer tema que planteé porque yo quiero la libertad, la amplitud y la
participación�, explicó el Presidente horas más tarde. De la Rúa
interpeló en principio al secretario de Cultura y Comunicación, Darío
Lopérfido, superior jerárquico de Delich, recordándole que es norma del
Gobierno evitar medidas o políticas �restrictivas�. Lopérfido
respondió que la de Delich, lejos de una medida restrictiva, obedece a
una �reorganización� destinada a brindar mayor comodidad tanto a los
académicos e investigadores como a los estudiantes, que ahora podrán
disfrutar de salas exclusivamente destinadas al estudio. �El espíritu
de la medida es brindar mayor comodidad a todo el mundo, no solamente a
los que están haciendo un trabajo académico de investigación, sino
también a los estudiantes, para que se amplíe la base de servicios que
pueda dar una institución pública vinculada a la cultura�, argumentó
el secretario. La explicación conformó a De la Rúa. �Para mí quedó
claro que se trata de un ordenamiento para que los investigadores puedan
investigar y los estudiantes puedan estudiar�, cerró el Presidente.
Delich puntualizó ayer que, además de incrementar la comodidad de los
visitantes, la división de las salas permitirá resguardar los materiales
de la biblioteca, operación que anteriormente estaba sujeta únicamente a
los controles a cargo del personal de seguridad. �Vamos a evitar que los
materiales se mezclen. Lo único que va a cambiar a partir de esta semana
es que, en beneficio de todos, no vamos a permitir que los chicos
entremezclen sus propios apuntes y libros con los de la biblioteca�,
advirtió. En su tercera semana en el cargo, Delich también suspendió el
uso de unas tarjetas plásticas, cuya confección, distribución y cobro
�el costo oscilaba entre los 10 y los 30 pesos anuales� estaba a cargo
de un tercero ajeno a la institución. Esas tarjetas permitían a los
concurrentes a la biblioteca circular libremente y con sus propios libros
por la totalidad de los salones. Eneste sentido, De la Rúa se manifestó
a favor de �terminar con esa forma de privatización del acceso que se
había establecido�.
La política de las nuevas autoridades de la biblioteca, sin embargo,
generó numerosas voces críticas. El defensor adjunto del Pueblo Antonio
Elio Brailovsky, por ejemplo, le envió ayer una dura misiva a Delich,
calificando de �absurdas� las nuevas medidas. �Creo que estas
decisiones -dice la carta� surgen de un diagnóstico equivocado sobre la
naturaleza del servicio que presta esa biblioteca. (...). Se ha prohibido
el ingreso con libros y apuntes. Para colmo del absurdo, un empleado en la
puerta revisa a los que entran para controlar que sólo ingresen cuadernos
que tengan todas las hojas en blanco. Durante la última dictadura
también se controlaba que nadie ingresara al lugar de estudio con libros
inconvenientes o perniciosos. ¿De veras es necesario someter a la gente a
esa humillación, en un sitio pensado para promover la cultura?�,
escribió Brailovsky. Para el defensor adjunto, �estas medidas son
prueba de que la democracia aún no ha llegado a la cultura�.
Antes, personalidades destacadas de la cultura, como el epistemólogo
Gregorio Klimovsky y el escritor Pedro Orgambide, habían coincidido en
cuestionar la nueva política. Klimovsky dijo que los inicios de
suprestigiosa trayectoria se remontan a sus estudios en una biblioteca
pública, por lo que considera absurdo y retrógrado que se prohíba el
ingreso de alguien a un organismo público. Orgambide, declaró: �Mucho
más nervioso que los estudiantes en la biblioteca me puso ver que la
hemeroteca lleva el nombre de un escritor antisemita como Martínez
Zuviría. Creo que la circulación debe ser abierta�. Sin embargo, se
mostró a favor de la idea de dividir los salones en sectores
diferenciados.
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