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Un "ordenamiento interno" que pareció prohibición

El presidente Fernando de la Rúa pidió explicaciones, que lo dejaron satisfecho, por una decisión que prohibe el ingreso a la sala de lectura de la Biblioteca Nacional con libros propios, fotocopias o apuntes.

Los estudiantes son revisados al ingresar o egresar de la Biblioteca.
De la Rúa planteó el tema al comenzar ayer la reunión de gabinete.


Por Verónica Abdala

t.gif (862 bytes) Una ordenanza menor pero de tono desusado para la época �la prohibición de ingresar a la Biblioteca Nacional con apuntes, fotocopias o libros propios� generó ayer un largo debate público, a cuyo frente se puso, con olfato político, el presidente Fernando de la Rúa, quien dijo estar en contra de cualquier forma de discriminación a los ciudadanos y pidió explicaciones sobre la polémica determinación. La difusión pública de la existencia de esa resolución, adoptada por la nueva conducción de la biblioteca, que encabeza Francisco Delich, obligó a las autoridades nacionales a explicar ayer que la semana que viene se abrirán dos nuevas salas de lectura (una en la planta baja y la otra en el sexto piso), a las que el público podrá acceder sin ningún tipo de restricción. Así se hará efectiva la división entre quienes van a la biblioteca a consultar material bibliográfico y quienes hasta ahora utilizaban las mismas locaciones para estudiar. Ayer, algunos estudiantes a los que no dejaron entrar con sus pertenencias pusieron el grito en el cielo. "¡Volvé Menem!", escribió uno de los indignados.
En su mayoría, los perjudicados por la resolución son alumnos secundarios y universitarios, quienes el lunes, actuando con lógica mediática, elevaron a Delich un petitorio de revisión de la medida, avalada por 350 firmas, mientras denunciaban a los medios la mala nueva. Ayer, la biblioteca precisó que, de acuerdo a la nueva resolución, quienes concurran al establecimiento con material propio deberán ubicarse en una sala exclusivamente dedicada al estudio, para trasladarse a las destinadas a la consulta en caso de requerir material de la biblioteca, y luego regresar a la primera, en donde estarán obligados a dejar sus libros, fotocopias y/o apuntes.
La reforma de las normas de admisión que puso en marcha esta semana el director de la biblioteca �en el marco de la política de renovación del establecimiento� resultó a tal punto polémica que se convirtió en el primer tema que planteó ayer De la Rua en la reunión de gabinete. �Fue el primer tema que planteé porque yo quiero la libertad, la amplitud y la participación�, explicó el Presidente horas más tarde. De la Rúa interpeló en principio al secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, superior jerárquico de Delich, recordándole que es norma del Gobierno evitar medidas o políticas �restrictivas�. Lopérfido respondió que la de Delich, lejos de una medida restrictiva, obedece a una �reorganización� destinada a brindar mayor comodidad tanto a los académicos e investigadores como a los estudiantes, que ahora podrán disfrutar de salas exclusivamente destinadas al estudio. �El espíritu de la medida es brindar mayor comodidad a todo el mundo, no solamente a los que están haciendo un trabajo académico de investigación, sino también a los estudiantes, para que se amplíe la base de servicios que pueda dar una institución pública vinculada a la cultura�, argumentó el secretario. La explicación conformó a De la Rúa. �Para mí quedó claro que se trata de un ordenamiento para que los investigadores puedan investigar y los estudiantes puedan estudiar�, cerró el Presidente.
Delich puntualizó ayer que, además de incrementar la comodidad de los visitantes, la división de las salas permitirá resguardar los materiales de la biblioteca, operación que anteriormente estaba sujeta únicamente a los controles a cargo del personal de seguridad. �Vamos a evitar que los materiales se mezclen. Lo único que va a cambiar a partir de esta semana es que, en beneficio de todos, no vamos a permitir que los chicos entremezclen sus propios apuntes y libros con los de la biblioteca�, advirtió. En su tercera semana en el cargo, Delich también suspendió el uso de unas tarjetas plásticas, cuya confección, distribución y cobro �el costo oscilaba entre los 10 y los 30 pesos anuales� estaba a cargo de un tercero ajeno a la institución. Esas tarjetas permitían a los concurrentes a la biblioteca circular libremente y con sus propios libros por la totalidad de los salones. Eneste sentido, De la Rúa se manifestó a favor de �terminar con esa forma de privatización del acceso que se había establecido�.
La política de las nuevas autoridades de la biblioteca, sin embargo, generó numerosas voces críticas. El defensor adjunto del Pueblo Antonio Elio Brailovsky, por ejemplo, le envió ayer una dura misiva a Delich, calificando de �absurdas� las nuevas medidas. �Creo que estas decisiones -dice la carta� surgen de un diagnóstico equivocado sobre la naturaleza del servicio que presta esa biblioteca. (...). Se ha prohibido el ingreso con libros y apuntes. Para colmo del absurdo, un empleado en la puerta revisa a los que entran para controlar que sólo ingresen cuadernos que tengan todas las hojas en blanco. Durante la última dictadura también se controlaba que nadie ingresara al lugar de estudio con libros inconvenientes o perniciosos. ¿De veras es necesario someter a la gente a esa humillación, en un sitio pensado para promover la cultura?�, escribió Brailovsky. Para el defensor adjunto, �estas medidas son prueba de que la democracia aún no ha llegado a la cultura�.
Antes, personalidades destacadas de la cultura, como el epistemólogo Gregorio Klimovsky y el escritor Pedro Orgambide, habían coincidido en cuestionar la nueva política. Klimovsky dijo que los inicios de suprestigiosa trayectoria se remontan a sus estudios en una biblioteca pública, por lo que considera absurdo y retrógrado que se prohíba el ingreso de alguien a un organismo público. Orgambide, declaró: �Mucho más nervioso que los estudiantes en la biblioteca me puso ver que la hemeroteca lleva el nombre de un escritor antisemita como Martínez Zuviría. Creo que la circulación debe ser abierta�. Sin embargo, se mostró a favor de la idea de dividir los salones en sectores diferenciados.

 

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