No
es suerte
lo que necesita
Por Oscar Niemeyer |
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A lo largo de mi vida, he podido acompañar en diversas ocasiones
las demostraciones de integridad y firmeza de personas que enfrentaban
circunstancias graves. Pocas veces, sin embargo, he conocido
acontecimientos de intensidad comparable a la historia que vive, desde
hace casi veinticuatro años, el poeta argentino Juan Gelman.
Estoy acompañando la lucha de Gelman por conocer el paradero del niño o
niña que nació después del secuestro de su hijo Marcelo Ariel,
asesinado por la dictadura militar argentina, y de su compañera, María
Claudia. Imagino el esfuerzo y la energía que entregó el poeta para
reconstruir el calvario de María Claudia, llevada clandestinamente desde
Buenos Aires a un calabozo en Montevideo, de donde fue conducida al
Hospital Militar para dar a luz un niño o niña de quien se ha perdido el
rumbo. En su peregrinación, Juan Gelman identificó a varios involucrados
en esta historia: militares todos, y todos uruguayos. En la carta que él
le envió a usted, Señor Presidente, están los nombres. El le pidió
ayuda y le pidió lo más elemental: justicia.
Poco tiempo falta para que usted culmine su segundo período presidencial.
Pero ese poco tiempo alcanza para que usted pueda ordenar una definitiva,
amplia y radical investigación de este caso. Esa sería la mejor manera
de preservar la imagen de su país: la imagen de un Uruguay democrático y
respetuoso de los derechos humanos.
Está en sus manos, Señor Presidente, garantizar una investigación
seria, honesta y responsable. Después de haber realizado, según sus
propias palabras, una �investigación discreta� en 1999, usted ha
dispuesto que la Justicia militar interrogue a seis de los militares que
de alguna manera han participado en la detención ilegal en el Uruguay, y
en la desaparición, de la nuera de Juan Gelman y de la criatura nacida en
cautiverio.
Quiero creer, sinceramente, que usted empeñará su palabra, su integridad
y su propia biografía moral para que se realice una investigación justa,
seria e imparcial, que no sirva de subterfugio para enmascarar a los
participantes de esta historia de barbarie.
En su carácter de Presidente de la República, usted es la más alta
autoridad del Uruguay. Usted es el comandante supremo de las fuerzas
armadas: esta prerrogativa constitucional forma parte del cargo para el
cual usted ha sido electo dos veces. Y forma parte, también, de su
biografía.
Siendo así, Señor Presidente, sólo cabe a la opinión pública esperar
que muestre usted la firme determinación de realizar todos los esfuerzos
legales para que se encuentre el paradero de la nieta o nieto de Juan
Gelman. Y a usted sólo le cabe honrar el cargo al que fue elevado por la
voluntad popular de los uruguayos.
Tengo la certeza de que sabrá usted actuar con la grandeza de un hombre
íntegro. El poeta, a pesar de su inconmensurable sufrimiento, tal vez
pueda aguardar un poco más hasta encontrar a su nieta o nieto. Usted,
como Presidente de la República, tiene un plazo mucho menor: tiene
exactamente los días que lo separan de la entrega -.sin mácula� del
cargo a su sucesor.
No le deseo suerte en esta empresa, Señor Presidente, porque no es suerte
lo que necesita. Lo que usted sólo necesita es la capacidad de decidir. Y
seguramente usted sabrá demostrar esa capacidad, actuando con la
responsabilidad y la honradez que se espera de un mandatario que se hace
respetar.
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