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El Vaticano mueve fichas en Jerusalén y Colombia

La geopolítica de la Santa Sede reconoció de facto al Estado palestino y dio status de parte beligerante a las guerrillas colombianas de las FARC. Aquí, una explicación de las razones detrás de la diplomacia papal.

El líder palestino Yasser Arafat con el Papa durante su entrevista del martes 15.
Juan Pablo II exige tanto a Israel como a los palestinos la �internacionalización� de la ciudad.


Por Washington Uranga

t.gif (862 bytes) El Vaticano, la ciudad-estado que opera los intereses políticos de la Iglesia Católica, produjo en las últimas horas dos hechos significativos, de distinta magnitud en cuanto a su trascendencia pero ambos importantes: el acuerdo con el Estado Palestino y la entrevista en Roma con una delegación de las FARC colombianas. Después de otro encuentro entre Juan Pablo II y Yasser Arafat (es la séptima vez que se reúnen ambos dirigentes desde 1982), la Autoridad Nacional Palestina y la Santa Sede suscribieron un acuerdo que implica el reconocimiento eclesiástico del Estado Palestino. El hecho es parte de la política de equilibrio que mantiene el Vaticano: en 1997 había firmado otro tratado histórico con Israel. La relación entre los palestinos y el Vaticano ha sido históricamente buena, a tal punto que más de una vez movió a la desconfianza de las autoridades de Israel.
En su acuerdo con los palestinos el Vaticano incluyó un cuestión muy central para sus propios intereses: la demanda de un �estatuto especial� para Jerusalén. La Santa Sede exige, tanto de palestinos como de israelíes, la �internacionalización� de Jerusalén como una forma de garantizar sus propios lugares de culto y, sostiene, asegurar el derecho de todas las religiones sobre esa ciudad que encierra referencias religiosas para judíos, cristianos y musulmanes. Israel, que proclamó a Jerusalén como su capital y que considera indivisible su territorio (desconociendo la fórmula de �cuerpo separado� adoptada por Naciones Unidas en 1947), reaccionó de inmediato pidiendo explicaciones. Pero la jugada vaticana no apunta sólo hacia Israel, sino que está dirigida también contra los fundamentalistas islámicos que, a su vez, piden que la ciudad sea exclusivamente musulmana. Juan Pablo II peregrinará este año a Tierra Santa. Irá a Jerusalén y Nazaret, en Israel, a Belén en Palestina, y a Monte Nevo y Amman en Jordania. Además del sentido religioso de su peregrinación la intención de Juan Pablo II es aumentar la influencia de la Iglesia Católica en apoyo a los acuerdos de paz en la región. Y, obviamente, obtener una ventaja adicional para la Iglesia.
En otro frente que por el momento adquiere menos trascendencia pública, pero que se inscribe también en la política de mediación vaticana en Roma fueron recibidos Raúl Reyes, virtual canciller de la guerrilla comunista colombiana de las FARC, y el Comisionado para la Paz del gobierno colombiano, Víctor Ricardo. En la producción de la entrevista se descuenta el papel clave jugado por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, uno de los hombres más encumbrados en la estructura vaticana y con muchos antecedentes de mediación política.
En medio de conflictos y mediaciones, el Vaticano traza su propia política y busca sus propios dividendos.

 

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