Por Luciano Monteagudo
Desde Berlín
El
Festival de Berlín festeja por partida doble en estos días. Así como la
muestra oficial cumple 50 ediciones consecutivas, el Forum del Cine Joven
celebra sus primeros treinta años. Igual que la Quincena de los
realizadores de Cannes, el Foro surgió como una suerte de contrafestival,
una reacción contra los valores consagrados de la competencia, y poco a
poco se fue convirtiendo en una sección indispensable de la Berlinale,
con identidad propia. En su ya larga historia, el Forum �sostenido por
la Asociación de Amigos de la Cinemateca� supo ser la plataforma de
lanzamiento de cineastas tan diferentes como Aleksandr Sokurov, Wong Kar
Wai y Claude Lanzmann, que eligió esta sección alternativa del festival
para estrenar en Alemania Shoah, su célebre documental sobre el
Holocausto. Con casi 70 films y videos en su programación, el Foro es
este año �como siempre� casi un festival dentro del otro, con una
selección de títulos bien cosmopolita, que abarca desde Hong Kong a la
Argentina.
Estos dos extremos del mundo tienen ahora un lugar de encuentro en el
Foro. Por un lado, el cine argentino �el único presente de América
latina� estrenó en los últimos días, a sala llena, a puro aplauso,
dos documentales aún inéditos en el país, Los libros y la noche, de
Tristán Bauer, sobre el universo de Jorge Luis Borges, y Saluzzi, ensayo
para bandoneón y tres hermanos, opera prima de Daniel Rosenfeld sobre el
bandoneonista salteño, un film que �progresa a la manera de la
composición del artista�, según el realizador. Por el otro, de Hong
Kong llegó en primicia para el Forum Buenos Aires Zero Degree, el
peculiar making-off de Happy Together, la película de Wong Kar Wai rodó
en las calles de San Telmo y la Boca y que le valió el premio al mejor
director en el Festival de Cannes 1997.
Todo tipo de leyendas circularon durante y después del aquel rodaje, que
se extendió por más de cuatro meses y que se llevó a cabo de manera
marginal, por afuera de los circuitos de producción establecidos y en
condiciones extremas. Este video de 58 minutos, que lleva la firma de Kwan
Pun-Leung y Amos Lee, no desmiente ni confirma ninguna de aquellas
historias (como las que escribió el fotógrafo Chris Doyle, en su furioso
diario de rodaje), pero tiene varias curiosidades que justifican su
visión, como unas cuantas imágenes que proporcionó el propio Wong Kar
Wai y que quedaron eliminadas de la copia final. También hay reportajes
al director y a sus actores (Leslie Cheung, Tony Leung) y hasta un viaje
posterior a Buenos Aires, en el que los realizadores del video recorrieron
las locaciones y entrevistaron a testigos del rodaje, como el propietario
del mítico restaurante Chino Central, de la calle Rivadavia, donde todas
las noches se llevan a cabo partidas rituales de Mahjong. �A lo largo de
mi estancia en la Argentina, gradualmente fui perdiendo el sentido del
tiempo�, dice en el video Wong Kar Wai. �Como no hablaba ni una
palabra de español, no podía leer los diarios, escuchar la radio o mirar
televisión. La comunicación con el mundo exterior estaba cerrada y el
tiempo dejó de existir, hasta que empecé a sentir lo que era el exilio.�
A su manera, del exilio habla también Beau Travail, la nueva película de
la directora francesa Claire Denis, que está entre los puntos más altos
del Forum, y de la Berlinale toda, podría decirse. Inspirada en un par de
poemas de Herman Melville (�The Night March�, �Gold in the Mountain�),
que hablan de ejércitos nocturnos, de paisajes sin fronteras y de hombres
insatisfechos, el film de Denis sigue la vida cotidiana de un pelotón de
la Legión Extranjera destinado en el norte de Africa. Con ese material
tan árido la directora francesa �que confirma que lo mejor del cine de
su país lo están haciendo las mujeres� logra construir una suerte de
ballet perverso, de una violencia contenida y de una rara, inquietante
belleza. Casi no hay palabras en Beau Travail sino sólo los rituales
militares y hasta sus tareas domésticas (lavar, planchar, cocinar),
reflejados por unamirada que observa con cierta perplejidad todo ese
trajín masculino/ femenino y que lo reorganiza con un admirable sentido
estético.
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