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EL GOBIERNO BUSCO NEGOCIAR CON LAS PETROLERAS Y RECIBIO AMENAZAS
Paran inversión si hay control

En la guerra de los surtidores, las petroleras no conceden siquiera sentarse a conversar.

La advertencia fue en respuesta al intento de la Secretaría de Energía de reunirse con los popes petroleros para conversar sobre el precio de los combustibles. Un vocero oficial aseguró además que amenazaron con llevar sus inversiones a Brasil si cambian las reglas del mercado.


Por David Cufré
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Las petroleras pusieron al Gobierno entre dos fuegos. Lejos de descomprimir la tensión tras el escándalo que ocasionó el aumento y posterior reducción de precios de los combustibles por parte de Repsol YPF, las compañías líderes amenazaron ayer con congelar sus inversiones previstas en el país si se modifican las reglas de juego en el sector. La advertencia de represalias resulta una presión adicional para el Gobierno, que intenta posicionarse ante la opinión pública como el garante de los consumidores, antes de que lo alcance el mal humor general por las políticas de precios de las petroleras. En ese sentido, la estrategia oficial para forzar una negociación que derive en una caída de precios es anticipar que introducirá regulaciones en el mercado a través de una nueva ley de hidrocarburos. Sin embargo, directivos de Repsol YPF, Shell y Esso respondieron al llamado de la Secretaría de Energía nada amigablemente: dijeron que no están dispuesto a ceder.

  "Hubo advertencias acerca de que podrían congelar inversiones", admitió un alto funcionario de la secretaría, quien también reveló que "hubo quien dijo que, si se modifican las reglas de juego, en lugar de inaugurar una planta aquí lo hará en San Pablo". Este último gesto de presión habría correspondido a Esso. Como anticipó Página/12, la baja de precios de Repsol YPF se produjo ayer sólo en algunas estaciones de servicio --las que le pertenecen--, mientras que las que comercializan sus combustibles bajo contrato mantuvieron el alza del 1 por ciento en las naftas y del 4 por ciento en el gasoil. El argumento de estos últimos estacioneros fue que se habían aprovisionado con combustibles al nuevo costo y que no los bajarán hasta tanto lo despachen.

  La decisión de Repsol YPF de retrotraer sus precios al nivel del último miércoles obedeció a dos motivos fundamentales. En primer lugar, ante la reacción indignada de la opinión pública por el aumento y por la decisión de sus dos principales competidoras, Shell y Esso, de no seguirla en el incremento. Esto llevó a la ex petrolera estatal a evaluar que el riesgo de sufrir un fuerte deterioro de su imagen pública era mayor a la ganancia económica propia de los nuevos precios. En segundo término, tan o más importante, es que Repsol es una de las empresas supervisadas por la Unión Europea en todo el mundo (ver panorama).

  Pero más haya de este movimiento coyuntural, las petroleras están dispuestas a mantener el nivel de ganancias a que están acostumbradas. "El año pasado, embolsaron 900 millones de dólares adicionales a la ganancia natural por la venta de combustibles. Esos ingresos extra fueron porque los precios domésticos se ubicaron por encima de los internacionales", denunció en diálogo con este diario el diputado Víctor Fayad (Alianza), presidente de la Comisión de Energía de la Cámara baja. Las empresas son conscientes de que, quieran o no, se abrirá una etapa de negociación con el Gobierno por el funcionamiento del mercado y, por ende, de nuevas normas de regulación. Anticipándose a esa negociación, ayer dijeron que congelarán sus inversiones si se cambian las reglas en el mercado. Lo que hicieron fue poner bien alto el listón para tener un arma de presión cuando se sienten a dialogar con el Gobierno. 

  Otra forma de mostrarse duros, en este caso por parte de Repsol YPF, fue denegar el pedido de los funcionarios de la Secretaría de Energía para comunicarse ayer con el presidente de la compañía a nivel mundial, el español Alfonso Cortina. Para esa cartera fue un desplante que le complica aún más su relación con el resto del Gobierno. El secretario, Daniel Montamat, es un hombre de Rodolfo Terragno por quien el ministro de Economía, José Luis Machinea, no profesa especial simpatía. El titular de Economía y el propio De la Rúa pidieron estar constantemente informados sobre la evolución de los precios y las medidas que analiza la secretaría para tender a una baja de precios. El Presidente incluso se molestó con Montamat porque, a pesar del escándalo, no regresó de sus vacaciones en el sur.

  La derivación política de la guerra por el precio de las naftas tampoco es de menor trascendencia. Dirigentes de los principales partidos ayer tuvieron algo que decir, aprovechando para obtener rédito propio en esta discusión. Domingo Cavallo aseguró que es necesario eliminar el Impuesto a la Transferencia a los Combustibles (ITC) para que la economía argentina logre mayor competitividad. Por su parte, el titular del bloque justicialista de Diputados, Humberto Roggero, sostuvo que "está claro que en nuestro mercado hay monopolio, un sistema claramente pensado por la actual Ley de Defensa de la Competencia que debería ser utilizada en forma inmediata", aunque tendió un puente "conciliador" al señalar que, "si el Gobierno quiere utilizar nuevas herramientas legales para acabar con el monopolio en el mercado de los combustibles, va a recibir el apoyo de nuestro partido".


PIDEN SUBA DEL BOLETO. PARARIAN LOS CAMIONEROS
Transportistas quieren guerra

Los aumentos en el precio de los combustibles unieron a colectiveros y camioneros. Ambos pusieron el grito en el cielo. Los dueños de los colectivos reclamaron un aumento del 23 por ciento en el boleto mínimo, que lo llevaría de los 65 centavos actuales a 80 centavos. Además, planean efectuar una caravana de micros hacia el centro de la ciudad en protesta por el incremento de sus costos, el próximo miércoles. Y advirtieron que podría haber problemas con el servicio en las próximas horas. Los camioneros amenazan con tomar medidas de fuerza.

  Pese a la anunciada rebaja de los combustibles, Alberto Crespo, titular de la Cetap, una de las cámaras que agrupa a los empresarios colectiveros, denunció que ayer el precio del gasoil les aumentó un 5 por ciento. "Las autoridades de Repsol nos dijeron que mientras siga aumentando el valor del petróleo, ellos no pueden parar (los incrementos)", comentó en tono quejoso el directivo.

  Los empresarios señalaron que en las playas cabeceras de las empresas ayer recibieron el combustible con un incremento del 5 por ciento. "En los últimos siete meses, el gasoil subió un 61 por ciento y el boleto se quedó en el mismo precio", señaló Crespo. Por tal motivo, reclaman que el Gobierno autorice una tarifa mínima de 80 centavos. "Frente a esta situación, las entidades del sector señalan que se verá afectada la normal prestación de los servicios ante la imposibilidad de hacer frente a los costos de explotación", alertaron los empresarios a través de un comunicado.

  Los pasos que seguirán los transportistas comenzará a develarse pasado mañana, cuando los dirigentes del sector se reúnan en una asamblea que promete ser multitudinaria. En principio, la idea es llevar a cabo "un colectivazo" --así lo definen los empresarios-- por el centro de la ciudad durante la tarde del miércoles. Por otra parte, reclamarán la eliminación del impuesto que grava al gasoil en 12 centavos.

  La ola de protestas se desencadenó tras los últimos aumentos tarifarios impulsados por las compañías petroleras ante la escalada en el valor del crudo, que durante esta semana sobrepasó los 30 dólares por barril. Según las petroleras, esos incrementos no hacen otra cosa que reflejar la suba del 100 por ciento que registró el barril de petróleo en el último año. Y que, frente a esa realidad, la única alternativa es trasladar ese aumento a los precios de los combustibles.

  Pero tanto los colectiveros como los camioneros se sienten perjudicados, y están dispuestos a llevar sus quejas al Gobierno. "Le decimos a Fernando de la Rúa que haga lo imposible para no mandar al transporte al paro", reclamó Rubén Agugliaro, titular de la Confederación Argentina del Transporte Automotor de Cargas (Catac). La última vez que el transporte de carga estuvo en huelga fue el año pasado, cuando pedían quedar excluidos del pago del impuesto para el incentivo docente. En aquel momento, hubo desabastecimiento de mercadería en algunas regiones del interior del país y peligró la llegada de productos de primera necesidad a la Capital.

  "Estamos trabajando a pérdida", advirtió Agugliaro. Los camioneros argumentan que el precio del combustible se encareció un 46 por ciento en el último semestre, y que tal incremento no pueden trasladarlo a las tarifas. "(Las petroleras) le quieren torcer el brazo al Presidente. Pero hay que ponerse las pilas. De la Rúa tiene que ser quien controle y modere el negocio de estas compañías", pidió el empresario.

 

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