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Con pancartas que rezaban
"Mi mejor amigo es turco", "Nazis fuera" y "Schuessel
más Haider, igual a aislamiento y división", los estudiantes
abandonaron las aulas y se lanzaron a las calles obviando la prohibición
de la protesta dispuesta por el Ministerio de Educación. Primero se
reunieron en la céntrica plaza de la Catedral de San Esteban, y desde allí
marcharon hacia la Ballhausplatz, sede de la Cancillería. Una vez que
llegaron al lugar de trabajo del canciller conservador Wolfgang Schuessel
y actual aliado del neonazi gobernador carintio, los jóvenes, liderados
por la Plataforma de Acción de Bachilleres y la Acción de Bachilleres Críticos,
denunciaron los intentos de intimidación y las amenazas que recibieron
por parte de varios directores de las escuelas que, en algunos casos,
llegaron a cerrar con llave las puertas de los establecimientos.
Desafiantes, muchos escaparon por las ventanas. Pero ante la posibilidad
de que se tomen medidas penales contra los manifestantes, el ahora
opositor Partido Socialdemócrata (SPOE) les ofreció asistencia legal y
se sumó a los reclamos de los estudiantes para tener el mismo derecho a
huelga que los docentes por tratarse de "uno de los fundamentales de
cualquier democracia".
Tranquilo como siempre, pero
tan dispuesto a responder a las críticas como de costumbre, Haider reiteró
desde una fugaz escala en el aeropuerto de Amsterdam que el FPOE "no
se retirará del gobierno austríaco a pesar de las presiones de Bruselas
y París. Si Europa comienza a ocuparse de las elecciones en los Estados
miembro, entonces se puede suprimir la democracia". En relación con
la megamarcha prevista para hoy, el gobernador de Carintia retrucó las
acusaciones con otra acusación: los organizadores de la protesta le
pagaron a "gente sencilla" para que asista. Michael Grossmann, líder
de la juventud socialdemócrata, salió al cruce a defender los
"principios y convicciones políticas" de los jóvenes
opositores.
Pero las protestas y
advertencias en contra del neonazismo haideriano en el gobierno austríaco
volvieron a exceder las fronteras de la república alpina. En Atenas, unas
1500 personas manifestaron frente a la sede de la embajada austríaca en
el país. Y en Alemania el canciller Gerhard Schroeder alertó sobre la
posible "haiderización" de la sociedad alemana si la
democristiana CDU continúa cayendo a pique. Pero el canciller austríaco
salió a intentar calmar los ánimos con una explicación bastante curiosa
sobre el futuro del FPOE: "El trabajo les absorberá una gran energía
y ya verán, se convertirán en un partido político normal".
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