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Un León en poder de convocatoria

León Gieco brindó un concierto, que ATC transmitió en vivo a todo el país, de notorio contenido emotivo

Quince mil personas, la cuarta parte de la población de Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, concurrió a la séptima fecha del ciclo de recitales gratuitos Argentina en Vivo


Por R. C.
Desde Roque Sáenz Peña

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Hay que estar en una ciudad como Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, para tener cabal conciencia de lo que significa León Gieco para la música argentina. Una cuarta parte de los 60 mil habitantes del casco urbano de esa ciudad colmaron el jueves por la noche la cancha del club Aprendices Chaqueños para verlo tocar en la séptima fecha del ciclo gratuito Argentina en Vivo. Pero ese número imponente y el hecho de que su concierto haya sido el más importante en la historia de esa localidad no alcanzan a reflejar todo el cariño que Gieco recibió allí. Un cariño que sí se veía claramente en el rostro feliz del santafesino apenas terminó el show.

  Gieco conoce los escenarios de la Argentina como pocos: pasa mucho tiempo en la ruta, tocando en grandes ciudades y en pueblos perdidos, y lo convocan tanto para festivales rockeros como folklóricos. Pero el del jueves a la noche no fue un concierto más en medio de su incesante seguidilla. "Hace veinte años, comencé en Sáenz Peña la gira De Ushuaia a La Quiaca, porque los alumnos de un colegio fueron los primeros en llamarme", le contó a Página/12. "Por eso, cuando me dieron elegir en qué lugar tocar, para mí estuvo claro que había que hacerlo acá, a manera de homenaje a esta gente."

  La llegada del músico revolucionó la tranquila siesta de Sáenz Peña. Todos parecían querer saludar a Gieco en su recorrida por esta ciudad de casas bajas. Se le acercaban desde abuelas que arrastraban carritos con bebés adentro hasta pibes con remeras de La Renga, que habían viajado a dedo más de cien kilómetros para poder ver a su ídolo y, de ser posible, entregarle algún demo o un obsequio. Al músico no parecía importarle tener que detenerse a cada instante para firmar un autógrafo, agradecer un mate o charlar con un artesano que le regalaba un tallado en madera. El día era espléndido y el sol no azotaba demasiado: con 30 grados de calor seco, Gieco pudo visitar el zoológico municipal y una asociación de atletas discapacitados.

  La última semana fue soportable para los saenzpeñenses, dentro de un verano en que los termómetros llegaron a marcar 50º. El calor ha sido tal que achicharró el algodón, una planta que necesita de temperaturas altas. La recolección de los capullos es la principal fuente de ingresos de Sáenz Peña, pero dos cosechas tapadas por las inundaciones y una tercera arruinada por la sequía han provocado una crisis sin precedentes. De las seis desmotadoras de algodón que hay en la ciudad, sólo una está trabajando. Además, desde que los chacareros pudieron comprar cosechadoras, muchos se quedaron sin trabajo.

  El jueves, sin embargo, la modorra que los propios lugareños reconocen se sacudió en el escenario de Argentina en Vivo, que arrancó con la cantante toba Nilda Farías, llegada desde la ciudad de Castelli (casi en el límite con El Impenetrable). Luego tocaron Los Naimas, que jugaban de locales pero que parecían santiagueños con su repertorio de chacareras, y el dúo Facundo y Pablo, jóvenes folkloristas románticos que no fueron muy bien recibidos por el público. Claro, la gente esperaba a Gieco. Y él, con su remera con la imagen de John Lennon, la eterna armónica cerca de los labios y la guitarra fileteada, hizo bailar, saltar, cantar y emocionar a todos.

  El show que Sáenz Peña nunca olvidará fue un repaso de toda la historia del hombre de Cañada Rosquín, con viejos y entrañables temas como "Hombres de hierro", "La Navidad de Luis", "Todos los caballos blancos", "Carito", "Pensar en nada" y "La cultura es la sonrisa". Hubo ovaciones, sapucays y baile cuando León hizo "Cachito, campeón de Corrientes" y "Kilómetro 11". Gieco se fue del escenario después de una notable versión de "Ojo con los Orozco" ("Dársela a Pinochet", repitió), pero volvió para hacer "El embudo" a puro hard rock, con sus plomos como cantantes invitados. El final no podía ser otro que "Sólo le pido a Dios", que cobró nuevo sentido con las dedicatorias del cantante para las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, para quienes trabajan por la paz, para los caídos en las Malvinas, los zapatistas y los desaparecidos. Gieco, respetado por los folkloristas y casi un patriarca del rock, cantor de pueblos e incansable luchador por los derechos humanos, es uno de los pocos que pueden decir cosas así desde un escenario sin parecer una caricatura seudorrevolucionaria.

 

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