|
En la penúltima jornada de
ayer, dos nuevos títulos se sumaron a la competencia, el film turco Mayis
sikintisi/Nubes en mayo, de Nuri Bilge Ceylan, y la producción
estadounidense Man on the Moon/Hombre en la luna, dirigida por el checo
Milos Forman y protagonizada por Jim Carrey. Ya hay quienes dicen que
tanto uno como otro no estarán ausentes de la lista de premios, pero aún
falta --hoy-- la exhibición de las últimas dos películas del concurso
oficial, La chambre des magiciennes/La habitación de las magas, del francés
Claude Miller, en su primera experiencia en video digital, y Any Given
Sunday/Un domingo cualquiera, protagonizada por Al Pacino y dirigida por
Oliver Stone. Antes de traer la copia al festival, Stone volvió a la sala
de montaje y redujo sensiblemente la duración de su película, que excedía
las dos horas y media.
Los dos films exhibidos ayer no
podían haber sido más diferentes. La película turca de Ceylan revela un
director de una gran sensibilidad, preocupado por cuestiones esenciales
del cine: ¿cómo atrapar lo real?; ¿cómo filmar un paisaje?; ¿cómo
transmitir al espectador ese sentimiento de movimiento en el espacio,
inscripto en el tiempo presente? Estas preocupaciones se hacen más
tangibles por el hecho de que la excusa argumental que tiene Nubes en mayo
es la de un cineasta que vuelve a su pueblo natal, para hacer un film
protagonizado por sus propios padres, campesinos que le dedicaron toda su
vida a la tierra en la que viven. Es una pena que la enorme sombra del
iraní Abbas Kiarostami se haga tan evidente en el film, que por lo demás
permite inferir un excelente momento del cine turco, teniendo en cuenta
que en la Berlinale del año pasado una de las sorpresas fue Günese
Yolculuk/Bajo el sol, ópera prima de la realizadora Yesim Ustaoglu.
A la delicadeza extrema de
Nubes en mayo, la Berlinale le opuso el mal gusto de Man on the Moon, la
biografía del comediante estadounidense Kaufman, uno de los personajes más
controvertidos de la televisión norteamericana reciente. Siguiendo en la
línea de Larry Flynt, su película sobre el editor de revistas porno que
defendió el derecho de libre expresión ante la Corte Suprema de EE.UU.,
el checo Forman continúa su saga dedicada a glorificar a las criaturas
excéntricas de la cultura popular estadounidense. Como en aquella película,
el guión es de Scott Alexander y Larry Karaszewski, que ya habían
escrito para Tim Burton Ed Wood, otro famoso outsider del sistema.
Cuestionado por provocar constantemente a su público ("El mundo es
una ilusión, deberíamos tomarnos todo menos en serio", dice de sus
acciones, que más que shows parecen performances), Andy Kaufman está
interpretado por Jim Carrey, lo que convierte al film en una apuesta
peligrosa. Ya se sabe, con Carrey no hay opciones: con él todo es a tómalo
o déjalo. Y a esta altura ya parece el momento de dejar a Carrey, que no
tiene más que una sola, histérica máscara, convertida en un infierno
repetitivo.
Los defensores del film de
Forman (que los encontró, particularmente en las huestes de la revista
Positif, que lidera Michel Ciment) no creen sin embargo que Man... pueda
aspirar seriamente al Oso de Oro. Sobre todo si se considera que Larry
Flynt ya se llevó hace dos años el premio mayor, en una decisión
discutidísima del jurado que entonces presidía el ex ministro de Cultura
de Francia, Jack Lang, y que despojó impunemente a la candidata natural,
la obra maestra El río, recién estrenada en Buenos Aires. En esta edición,
los rumores indican que el jurado que preside Gong Li (al igual que la crítica
alemana, según consigna la tabla de posiciones que publica el periódico
Der Tagespiegel) se habría dejado seducir por los aires de grandeza de
Magnolia, la nueva película de Paul Thomas Anderson, el realizador de
Boogie Nights. Pero ya el año pasado ganó una producción de Hollywood,
La delgada línea roja, y un nuevo triunfo consecutivo del cine
estadounidense pondría a la Berlinale en una situación incómoda frente
a sus pares del cine europeo.
En cuanto a mejor actor y mejor
actriz, ya se barajan los nombres de Denzel Washington, por The Hurricane,
la prosaica película de Norman Jewison sobre el boxeador Rubin Carter (a
quien Bob Dylan le dedicó una de sus canciones más famosas), y de
Bibiana Beglau, la joven y talentosa protagonista de La leyenda de Rita,
del local Volker Schlöndorff. Se sabe que en el jurado hay entusiastas de
El talentoso señor Ripley, de Anthony Minghella, y que Gotas de lluvia
sobre piedras ardientes, del francés François Ozon sobre una obra de
juventud de Rainer Fassbinder, no puede pasar inadvertida. La gran duda,
sin embargo, es qué será de la suerte de El camino a casa, la nueva película
del chino Zhang Yimou, que debe ser juzgada por quien hasta hace apenas un
par de años atrás todavía era su esposa y actriz fetiche, Gong Li.
Ambos saltaron a la fama aquí en Berlín, cuando en 1989 Sorgo rojo, la
ópera prima de Yimou protagonizada por Li, ganó el Oso de Oro. Y ahora
Berlín los puede volver a reunir sobre el mismo escenario, el domingo por
la noche, cuando llegue la hora de los premios.
|