OPINION
Por Mario Wainfeld
�Nosotros
fijamos la agenda� describe el operador aliancista y se nota que saberlo
lo halaga. Y así es. El debate público se mece al son que propone el
oficialismo que, por ahora, aúna la iniciativa política, el liderazgo
indisputado del presidente y los nunca desdeñables resortes del estado
nacional. A su frente se alinean tropas dispersas. El PJ, huérfano de
conducción nacional, que ha optado por no confrontar con un adversario
más potente. El movimiento obrero que sí fue al choque, mas no por
ánimo belicoso sino porque el gobierno decidió mojarle la oreja antes de
lo esperado. Por último, los desgajamientos del PJ liderados por Domingo
Cavallo y Gustavo Beliz que desean disputar el gobierno de la Atenas del
Plata pero que �maniatados por sus propias peleas del pasado� parecen
más destinados (a veces diríase más proclives) a pelear por el segundo
puesto que a juntar fuerzas para disputar el primero.
El más vivaracho de los gobernadores peronistas, Carlos Ruckauf
consiguió colar un item en la agenda, el de la seguridad. Logró que
Fernando de la Rúa enviara señales �no estrepitosas pero inequívocas�
tendientes a disciplinar a su tropa provincial, montaraz para votar más
mano dura. En pro de la gobernabilidad y de la reciprocidad el presidente
privilegió darle a Ruckauf las leyes que él quería. En corto plazo, no
pagará costos. Casi ninguna voz de la Alianza cuestionó la ostensible
concesión. El silencio fue tan estruendoso que apenas si dejó oír la
protesta del senador Leopoldo Moreau. Y la lectura de su actitud refleja
el tono actual de la Alianza. �Leopoldo quiere correrlo por izquierda a
de la Rúa y va a perder. Cada vez está más lejos de ser candidato a
senador nacional el año que viene. Si sigue en ésa, Alfonsín es número
puesto� dijo un dirigente radical de primera línea, uno de los que
impulsa la candidatura del ex presidente. Quien, por ahora, según esa
misma fuente, �espera pero está dispuesto a presentarse si es el
candidato que mejor mide�. Frase que �traducida a la luz de las
encuestas actuales� significa que si las elecciones fueran mañana
Alfonsín sería el primer candidato aliancista desplazando a Graciela
Fernández Meijide. Muchos operadores radicales, encuestas en mano,
analizan el tópico, en voz baja, porque las candidaturas del 2001 son
obsesión cotidiana de los políticos pero no un item atractivo para la
agenda pública.
Por su parte, Ruckauf sigue con su sutil juego de ir chupado tras De la
Rúa, como un ciclista detrás de un camión. Al igual que el líder
aliancista, lo suyo es validarse gobernando y diferenciándose de Menem.
En esta semana irá a verlo pero escenificando cuánta distancia lo
separa. Para demostrarlo, cuentan sus operadores, tiene en carpeta una
maniobra sutil: modificar la Constitución provincial prohibiendo la
reelección del gobernador. Una jugada básicamente efectista (ya que para
que Ruckauf nosea reelecto basta que Ruckauf no se presente) pero a la vez
plena de ingenio.
Los perejiles y las Coronas
Para el oficialismo, incluir la corrupción menemista en la agenda es
una inversión redituable pues potencia su propia imagen. Pero esa cruzada
puede llegar a ser algo más interesante y profundo. En la semana pasada,
la Oficina Anticorrupción presentó una denuncia judicial por asociación
ilícita contra Víctor Alderete. A primera vista es una patada más
contra el ex interventor del PAMI, tirado en el piso.
Pero el planteo legal, emprolijado en su tramo final por el propio Ricardo
Gil Lavedra y la intencionalidad política de la intervención del PAMI
podría transformarlo en algo mucho más interesante y perdurable. Si la
denuncia prospera, si �hace jurisprudencia� en tribunales pero sobre
todo en los funcionarios, podría haberse sembrado la semilla de un cambio
crucial en el modo de hacer política. Eso, al menos, dicen esperar
miembros del actual gobierno empezando por la propia Cecilia Felgueras y
el vicepresidente Carlos Chacho Alvarez que, a despecho de sus disímiles
orígenes, suelen preciarse de traducir bien los deseos del presidente.
Siguiendo ese discurso, la imputación de asociación ilícita no busca
cortar la cabeza de un pícaro casual sino la de todos aquellos que �hacen
caja�.�Alderete �llegó a decir a Página/12 un integrante del
gabinete nacional a quien De la Rúa oye con especial atención� es un
perejil. El tema son los que usan el PAMI como caja, cosa que se hace
desde que se creó.� Cuestionar esta lógica a fondo implicaría incluso
recusar cómo manejó el propio radicalismo del 83/89 surtidas cajas lo
que puede interpretarse como escupir al cielo o bien como establecer un
nuevo hito en la política nacional. O las dos cosas.
Sea como fuere, proponer en la arena pública �para mejor, con
argumentos legales consistentes� que �robar para la corona� no es
una necesidad inevitable de la política sino un delito puede significar
un cambio de tendencia. Habrá que ver si esa bandera se sostiene con
igual firmeza respecto del actual gobierno. Felgueras y Alvarez dicen que
así se hará y que el presidente así lo exige. No es ése su único
acercamiento en los últimos tiempos. Chacho es también el principal
impulsor de la candidatura de la viceministra a vicejefa de gobierno
porteño. Una jugada que está casi cerrada. Bastará que De la Rúa, �que
ya la ha sondeado y ha obtenido un �sí� condicionado a que se la deje
gestionar el PAMI �hasta la primavera�� se lo pida en voz alta. En
los primeros niveles de la Alianza nadie duda de que lo hará, máxime
sopesando las encuestas que sugieren que es la única compañera de
fórmula que mejora las chances de Aníbal Ibarra y tal vez le permita
ganar sin ballottage.
Las recientes idas y venidas de Beliz con el PJ le dieron una mano. Beliz
entornó la puerta para permitir entrar a Antonio Cafiero y se le coló
todo el PJ Capital. El líder de Nueva Dirigencia (ND) bramó bronca
cuando le quisieron imponer a Mario Pacho O�Donnell como primer
candidato de su frente. Se entristeció cuando el rabino Mario Rojzman le
avisó que renunciaba a acompañarlo. Y tuvo que bancar en su propio
domicilio fuertes reproches de sus compañeros de ND por haberse mandado
solo y haberse equivocado. Amargado, decidió deshacer el frente con el PJ
pero deteriorado bastante por problemas que �conociendo como conoce al
peronismo� debió haber previsto.
Lo que nadie escribe
Dueño de la iniciativa, el gobierno se prepara para el paro con
movilización del jueves, esperando que no le haga mella. El movimiento
obrero, ya se dijo, llega dividido. El único sector que quiso
dendeverasla jornada de lucha es el que la encabeza, el MTA, pues ésa es
la llave de su entrada a la conducción de la CGT. Los �gordos� siguen
a regañadientes a Hugo Moyano y la CTA acompaña desde afuera,
movilizando a Congreso en vez de a la Rosada.
Difícilmente el paro debilite a un oficialismo en alza, que obtendrá
media sanción de algo parecido a su proyecto de reforma laboral y va
camino de que los senadores peronistas, previa cierta liturgia opositora
mínima, permitan que el proyecto Flamarique sea ley. Augusto Alasino,
numen de los más bichocos senadores del PJ, le prometió al propio
presidente no cajonear el proyecto. Una promesa verbal del �Choclo�
Alasino no es exactamente un cheque certificado pero sí bastante más de
lo que esperaba tener el gobierno hace tres semanas.
La aprobación de la ley Flamarique será para el oficialismo una victoria
política pero es muy dudoso que signifique avances respecto de algo más
consistente que las actuales oposiciones: la realidad socioeconómica. El
gobierno atribuye a la reforma una gama interminable de virtudes:
promoverá el blanqueo de trabajadores en negro, fomentará el empleo,
favorecerá a las PyMEs, para empezar. Incluso, proponen funcionarios de
economía, y dirigentes �progres� del radicalismo y del Frepaso,
obrará el lento surgimiento de una dirigencia sindical de base más
combativa que la actual.
Por algún motivo, seguramente por experiencia, ni los empresarios PyME ni
los dirigentes sindicales, fuera cual fuera su actual alineamiento,
comparten tamaño optimismo. Saben, por haberlo padecido, que en la
última década el crecimiento no derramó sobre empleo y que, en el mejor
de los casos, 4 ó 5 puntos de crecimiento (una estimación bien optimista
para el año en ciernes) podrían bajar un punto el desempleo. �Nuestra
política hacia las PyMES �describe un alto funcionario de Economía�
es apenas un salvataje para evitar que sucumban pero no les garantiza un
futuro mejor. Ni lo tendrán si no pueden competir en el mercado�. El
presidente y el vice suelen proponer a las PyMES como núcleo de una
economía futura, menos concentrada, con más trabajo, pero eso no se
logra apenas facilitando pagar las deudas de ayer sino esbozando algo
parecido a una estrategia de crecimiento de la que la Argentina careció
en los últimos diez años.
Hace añares que la Argentina renunció a un estado orientador. Domingo
Cavallo prefirió apostar a una economía sin brújula estatal, regida por
reorientaciones continuas y rápidas decisiones tomadas por actores
individuales tras descifrar �las señales� del mercado. Suponiendo que
Cavallo fuera sincero, esto es que esperara honestamente que el modelo que
prohijó derivara en una economía igualitaria e inclusiva, cabría decir
que fracasó miserablemente. La Argentina no pudo ni por asomo cumplir
esas asignaturas. Habrá muchas causas que lo determinaron, dos entre
ellas son muy ostensibles. Una es el anclaje cambiario que dejó al estado
sin política monetaria, invalidez agravada por un esquema indigesto de
precios relativos y una sobrevaluación del peso que atenta, cada vez
más, contra la competitividad internacional. La otra es que un sistema
productivo en perpetua reconversión requiere tecnología de punta y una
mano de obra crecientemente calificada, rubros ambos cada vez más escasos
en estas comarcas.
Pasar del estado inerme y disléxico que el menemismo nos legó a un
estado orientador apto para generar ciertas condiciones de desarrollo
local es un cambio copernicano. Obrarlo requeriría mucho más que
diferenciarse en estilos del menemismo: otro estado que el actual, otras
alianzas sociales, otro modo de gestión. También otros tiempos y otros
esfuerzos que los que insume la actual lucha política. Requeriría, en
fin, otra agenda, menos excitante a la vez que más densa que las peleas
interpartidarias. Poblada por items que nunca fueron cargados en el disco
rígido del menemismo y que el actual gobierno, por ahora embelesado en su
luna de miel, se distrae de anotar.
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