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�China cambió tan rápido que la
gente ahora se siente perdida�

En un par de meses se podrá ver en Buenos Aires Ni uno menos, la película que le valió al director chino Zhang Yimou el León de Oro en Venecia, y ahora Yimou, con quien dialogó Página/12, está en competencia en Berlín con El camino a casa, que también tiene sus chances.


Por Luciano Monteagudo
Desde Berlín

t.gif (862 bytes) Entrevistar a Zhang Yimou es una cuestión de paciencia. No es que se niegue a los reportajes, o que se escude detrás de sus agentes de prensa. Se trata de que Yimou �el director que puso al cine chino en el mapa, con Sorgo rojo, Ju-dou, Esposas y concubinas y La reina de Shanghai� no sólo habla en voz muy baja y en un ritmo muy pausado sino que lo hace en mandarín, a través de un intérprete, que anota sus palabras en forma de gráficos, con círculos y flechas. Aún así, el diálogo es posible, sobre todo luego de que se entera, con cierta perplejidad, de que sus películas son bien conocidas en la Argentina. De El camino a casa y de los cambios por los que está atravesando la sociedad china habló con Página/12.
�En su nueva película, que transcurre en una aldea muy remota, es muy visible en una pared un afiche de Titanic. ¿Tan lejos llega hoy en China la influencia del cine norteamericano?
�Ahora hay un gran debate en el cine chino, sobre cómo competir con el cine norteamericano, que cada vez se hace más popular en mi país. Mucha gente piensa que nuestro cine debe seguir el modelo de Hollywood, poner el énfasis en ese tipo de relato. Diez años atrás, las cosas eran muy distintas, pero ahora una película como El camino a casa es muy rara en el panorama del cine chino. Hay muy pocos films de este tipo, porque ya no hay dinero para producirlos. La mentalidad de la gente ha cambiado mucho. La sociedad china ha cambiado tan rápido que la gente se siente perdida. Ahora impera la economía de mercado y nuestra vida cultural ha perdido el rumbo. Películas vulgares y comerciales dominan nuestras pantallas. Gran parte de la población está preocupada por problemas materiales, por ganar dinero, por hacer negocios, y le da prioridad a lo superficial por encima de lo esencial. Esta es una tendencia que ha ido en aumento: la gente se olvida de los valores de la cultura china, pero esos valores siguen allí, en el subconsciente. Me llevé una impresión muy fuerte cuando esta película se exhibió en preestreno en China, hace pocos días. Había más de dos mil personas en la sala y cuando terminó la proyección de pronto una mujer atravesó corriendo la platea, subió al escenario, tomó el micrófono y no pudo hablar: se puso a llorar, simplemente. Cuando pudo calmarse, dijo: �Tengo que pensar qué es lo que hice durante los últimos años, cómo he vivido�. El marido, que estaba en la platea, muy avergonzado, le empezó a pedir a su mujer que se bajara del escenario. Y ella, sin escucharlo, se dirigió hacia mí y me dijo: �¿Cómo puede ser que usted conozca los secretos de mi vida y la de mi marido?� El camino a casa había tocado una historia muy similar a la de esta mujer, que es la historia de muchos hombres y mujeres de China.
�Usted cuestiona la influencia del cine norteamericano, pero su película fue producida por la Columbia Pictures...
�Pusieron el dinero y su nombre, pero no tuvieron injerencia artística. Hubo respeto y confianza. De hecho, tanto El camino a casa como mi película anterior, Ni uno menos, son películas de presupuesto mucho más bajo que el de mis films anteriores. Son películas hechas como una reacción contra las tendencias actuales del cine chino, como una reacción contra la lógica del mercado. Quería que fueran películas simples, inmediatas y ancladas en la realidad, que se conectaran de manera directa con los sentimientos y las emociones del espectador. Lo que quería mostrar era los pensamientos y los sueños de la gente común al fin de este siglo, en el que China está cambiando tan vertiginosamente. La presión del mercado es terrible. Queremos mantenernos fieles a nosotros mismos, ¿pero cómo, de qué manera? En los años 80, cuando empecé a hacer cine, nuestras películas encontraban su público de manera muy natural, pero ahora es mucho más difícil. Tenemos que preservar las mejores tradiciones del cine chino. Mirar hacia el neorrealismo italiano o la nueva ola francesa: construyeron algo que desafió al tiempo y que ahora se ha convertido enuna gran tradición. O el cine de Abbas Kiarostami. Me gustan mucho sus películas y habitualmente discuto mucho el cine iraní con mis amigos. Les digo: �Miren, pensamos que las cosas son difíciles aquí en China, pero las presiones del islamismo ortodoxo en Irán son mucho más terribles que las que tenemos en China. Pero a pesar de las presiones hacen grandes películas�. Lo que importa no son las circunstancias en que vivimos o el momento histórico que atravesamos, sino aquello que queremos decir y cómo queremos decirlo. En este sentido, el cine iraní es un ejemplo a seguir.
�La confrontación de presente y pasado es fundamental en su nueva película. ¿Cómo la resolvió formalmente?
�Cuando estábamos discutiendo con mi equipo cómo tratar las dos partes en que se divide el film, nos dimos cuenta de que generalmente el cine trata el presente en color y el pasado en blanco y negro. Pero la verdad es que cuando uno recuerda determinados episodios del pasado, aquellos que tienen que ver con los mejores momentos de nuestra vida, la memoria generalmente los embellece, los magnifica. Por eso invertimos los términos y decidimos filmar el pasado en colores muy brillantes y el presente en blanco y negro, en un estilo casi documental. Pensamos que ese recurso nos permitía también comunicarnos emotivamente con el espectador.
�¿Su película está dirigida a un público joven?
�De acuerdo a la antigua filosofía china, la Historia está en permanente circulación. La gente joven de la China de hoy no se interesa por los valores y las tradiciones que le son propias. La modernidad del presente los encandila. Pero si seguimos el círculo de la Historia, con el tiempo estos jóvenes van a volver a apreciar sus tradiciones. Esto podría entenderse como una regresión, pero no es así, porque van a ir integrando esta modernidad a su cultura y a sus raíces. Ese será el momento en que redescubrirán su pasado, su historia, su identidad. Yo mismo no me considero un tradicionalista. Creo ser en China un realizador no convencional, pero eso implica en este momento hacer una película como El camino a casa, que se opone a la tendencia general.
�¿Por qué siempre hay una mujer en el centro de todas sus películas?
�Históricamente, en la sociedad china la mujer siempre ha sido relegada, ha sufrido mucho más que el hombre, todo siempre le ha sido mucho más difícil en la vida. Pero de estas enormes dificultades, la mujer china ha sabido sacar una gran determinación que la han convertido en una fuerza social extraordinaria. Esto hace también de la mujer china un excelente material dramático para el cine, que yo he utilizado en todas mis películas.
�La película transcurre a fines de los años 50, antes de la Revolución Cultural, pero el marido de la protagonista ya es apartado de su familia y alejado de su tarea de maestro. ¿Por qué?
�En 1957 hubo un gran movimiento en China, que fue el antecedente de la Revolución Cultural y por el cual muchos intelectuales, maestros y profesores fueron enviados a trabajar en el campo, para �reeducarlos� en el socialismo. Este fue un momento que los espectadores chinos recuerdan muy bien y que reconocen sin que la película tenga que dar demasiadas explicaciones. Ese movimiento, como luego la Revolución Cultural, separó a muchas familias. Y la mujer china también se hizo fuerte en la espera, en la paciencia. Por otra parte, la película plantea el problema de la educación y del aprendizaje en China, en dos momentos muy particulares de nuestra historia. Uno sucedió cuando los intelectuales sufrieron abusos de todo tipo y la educación fue cruelmente devaluada. Ahora, en cambio, todos entienden que el principio de conocimiento es igual al de poder, pero la única obsesión es el dinero y los valores materiales. La educación, en su sentido más profundo, sufre una vez más.

 

Un amor obligado a sobreponerse

Tal como indica su título, El camino a casa �la nueva película del director chino Zhang Yimou, que aspira a llevarse hoy alguno de los premios principales del festival de cine de Berlín� pareciera un regreso a su primer comienzo, a un tema simple y emotivo como el de Sorgo rojo, su opera prima, con la que en 1988 ya obtuvo el Oso de Oro de la Berlinale. Aquí se trata, una vez más, de una historia de amor, un amor que debe sobreponerse a las contingencias de su época. Corren los últimos años de la década del �50: a un pequeño pueblo aislado del mundo llega el nuevo maestro de escuela y una de las muchachas del pueblo se enamora perdidamente de él. Pero el romance es interrumpido cuando el maestro es reenviado a la ciudad por oscuros motivos políticos. Cuando después de dos años de ausencia el maestro vuelve al pueblo, la pareja ya no se volverá a separar. La historia está contada a la manera de un gran flashback por el hijo del matrimonio, que llega al pueblo para asistir al entierro de su padre y acompañar a su madre, que exige que el féretro �a pesar de la nieve y la distancia� sea cargado a pulso hasta la tumba, respetando unas tradiciones de las que ya nadie se acuerda.

 

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