Por
Juan Sasturain
Fue
un partido jugado con un clima metafórica y literalmente pesado. Sin
embargo, la tormenta acumulada nunca acabó de desatarse y terminó
cayendo afuera, justito después que terminara. Ahí sí: mientras el
cielo que se la había pasado amagando media tarde soltaba con relámpagos
y ramalazos de viento la lluvia que se había guardado para tirar sobre la
multitud ahora desguarnecida, las hinchadas también, finalmente tronaron.
Los de Boca liberaron el festejo por haber llegado al empate con diez, por
haber zafado cuando se venía la noche; los de Racing, todos a una, se la
agarraron con el sargento Giménez. Lo reputearon por el empate, por el
penal-mancha que no vio ni el más experto tintorero, por los sucesivos
fouls a Ibarra que compró toda la tarde. Lo reputearon, finalmente,
porque Racing no ganó. Finalmente, la lluvia democrática, unánime, no
aplacó del todo los ánimos (ver aparte), pero hizo esperar, impidió que
la furia ganara calentita la calle. Cuando las hinchadas --después de
media hora bajo custodias policiales y bajo aleros protectores-- volvían
a sus casas, el fervor/furor se había transmutado en cuidado de no pisar
los charcos. El agua sabe lo que hace.
Pero el tiempo tormentoso, el Stormy
weather de la trompeta con largo wah wah, era la melodía más
adecuada para lo que se venía ayer en Avellaneda desde la previa.
Tormenta anunciaban las tribunas encendidas por la intolerancia: las
internas barrabravas de Boca y Racing amenazaban con trasladarse a las
tribunas respectivas. Incluso la vocación de confrontación --para no ser
más duro en el calificativo-- llegó en el prólogo a la burla explícita
ante cualquier voluntad de convivencia: bastó con que apareciera una
bandera incitando a la erradicación de la violencia en los estadios y que
dos chicos con camisetas de Racing y Boca se abrazaran para que todos,
todos silbaran... Tormenta anunciaban los mediocampos y los cruces en
pelotas divididas en que se sacaban chispas como si fueran piedras. Sin
embargo, todo quedó ahí.
Racing y Boca jugaron un
partido mediocre al que sólo el fervor de las empujadoras tribunas y la
necesidad de Boca en el segundo tiempo calentaron en su mejor momento de
picado de ida y vuelta. Ese clima duró media hora. Después del empate,
Bianchi se asustó --estaba jugando con diez y tres delanteros...-- y entró
Matellán por Moreno. Como Costas se había asustado antes, echando a
Racing atrás desde el arranque del segundo tiempo, el final no fue de
toma y daca. Ya estaba bien: Boca tenía el empate con uno menos; Racing
tenía el pretexto del sargento.
Hubo algunas cosas para
destacar. En Racing, que hizo buen primer tiempo, anduvieron bien Ubeda y
los del fondo en general, menos Banegas. Lo de Quiroz fue flojo, igual que
Monserrat y el discontinuo Lux, mientras Sixto Peralta --lento, pero
cuidadoso del destino de cada pelota-- no siempre encontró el momento
(tiempo y distancia) para habilitar a los de arriba, que se movieron bien
en el primero para diluirse en el segundo, sobre todo Cordone. Pero, por
lo menos, Racing buscó por abajo. Y en una fue gol.
Lo de Boca tuvo dos caras. En
el primero, como perdía en el medio y el criterioso pero fantasmal Pérez
no pesaba --le quedó un poco grande el clásico, aunque casi se salva con
un tiro libre notable--, abusó de los pelotazos para Moreno, que se las
rebuscó, y para un Mellizo semiapagado. Así, llegó muy poco. Sólo Córdoba,
la seguridad de Bermúdez en las dos áreas y la proyección imparable de
Ibarra daban el pinet, porque Basualdo, Traverso y Navas sólo aportaban
confusión. En el segundo se paró todo el equipo más adelante, se mandó
el Vasco ganando por su lateral y empezó a llegar por desborde y por
arriba. Bien Battaglia y Giménez hasta el gol, cuando vino la contraorden
y el regreso a los cuarteles.
Algo que el puteado sargento debe haber aprobado.
Navas
volvió a meter la pata contra Racing
Fernando
Navas no se va a olvidar de su paso por la cancha de Racing. Además
de no cumplir
una buena actuación, el volante volvió a irse expulsado por una
tontería, algo que ya le había ocurrido en el partido del Apertura
'98. "Fue hasta en el mismo lugar de la chancha y por una
infracción similar", recordó Carlos Bianchi tras el encuentro.
Aquella vez Navas lo había tomado de la camiseta a Angel Morales
estando amonestado, justo un minuto antes del final del primer tiempo
y luego del gol de Boca un minuto antes. Finalmente empató 1-1 con un
tanto de Ubeda. La expulsión de ayer fue a los 24 minutos del segundo
tiempo, justo en el mejor momento de Boca. Tras perder una pelota con
Sixto Peralta, el marplatense lo corrió y lo bajó desde atrás. Como
ya estaba amonestado por haberse adelantado dos veces en un tiro
libre, el árbitro Daniel Giménez lo expulsó. Lo peor para Navas es
que, si la historia se repite en todo, puede perder la titularidad que
había ganado por la partida de Diego Cagna. Luego de aquel partido
del '98, Navas no volvió a ser titular, ya que su lugar fue ocupado
en el resto del torneo por José Basualdo. |
Las
mil y una de la hinchada de Racing
A
pesar de un operativo policial con más de ochocientos efectivos, se
produjeron varios incidentes menores antes y después del partido
que protagonizaron Racing y Boca. Cuando el micro que trasladaba a
los jugadores de Boca llegó al estadio, más de veinte hinchas le
arrojaron piedras al vehículo e insultaron a los futbolistas,
aunque no hubo heridos ni detenciones. Otro episodio se produjo
cuando un grupo de hinchas de Racing rompió un portón que divide
la popular con el sector de plateas e invadieron la zona. El tercer
incidente se produjo en la zona de vestuarios, luego de que varios
simpatizantes se acercaron a ese sector por estar disconformes con
la actuación del árbitro del partido, Daniel Giménez, y
pretendieron agredirlo. Para colmo, la voz del estadio no contribuyó
a calmar los ánimos, ya que cuando informaba los resultados de los
partidos de la fecha se escuchó: "En esta cancha, Racing
1‑Giménez 1". Pese a los forcejeos, allí tampoco hubo
heridos ni detenidos. Por último, dos hinchas locales cruzaron toda
la cancha y robaron una bandera de Boca que estaba colgada en el
alambrado.
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NO
TODO ESTÁ BIEN EN EL SANTO PUNTERO
El sordo rugido de Ruggeri
Las
desprolijidades de la dirigencia de San Lorenzo tensan la relación
con un técnico que conoce los códigos futboleros, pero no se
calla. |
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Por
A.G.
Lo que sucedió la última semana en San
Lorenzo sobre el cierre del libro de pases fue demasiado grave para que todo
quedara en la nada. La directiva dejó filtrar pormenores de su encuentro
con los pares de Argentinos Juniors que --de confirmarse-- resultan
demasiado graves para que un técnico como Ruggeri o como cualquier otro,
digamos, se haga el distraído. Y encima le traen al enigmático
Portocarrero. Sin embargo, en superficie, eso parece ser lo que eligió el
entrenador como actitud, al menos para afuera. Así, con esas salvedades,
puede decirse que, pese a las declaraciones públicas, el malestar de Oscar
Ruggeri con los dirigentes de San Lorenzo es notorio y no es posible
vislumbrar en qué puede terminar.
"Ya está. Schiavi no está,
pero la calentura pasó", fueron sus palabras. Luego del triunfo como
visitante 1-0 ante Unión, Ruggeri trató sin demasiado éxito bajarle
temperatura a la polémica que se desató en la semana como consecuencia
de una nueva decisión unilateral del presidente Fernando Miele. Mientras
el técnico pidió reforzar el plantel con el zaguero de Argentinos,
Rolando Schiavi, el presidente contrató sin consultarlo al colombiano
Pedro Portocarrero, quien para colmo está a préstamo hasta mediados de año,
sólo puede actuar en la Copa Libertadores y según el preparador físico
Rubén Solé necesita casi un mes para ponerse a punto.
Tan grande fue el enojo de
Ruggeri que el propio Miele debió viajar a Santa Fe para calmarlo, aunque
por los dichos del técnico no consiguió demasiado. "Ya está. Ahora
voy a defender mi grupo. Pero esto no va a volver a pasar", aseguró
(¿amenazó?) Ruggeri. Lo que más bronca le dio al entrenador es que los
dirigentes ni siquiera realizaron un pequeño esfuerzo por conseguir al
jugador que pretendía, algo que sin quererlo lo confirmó Miele. "Es
cierto que Schiavi no estaba dentro de nuestras preferencias, pero igual
tratamos de darle el gusto al técnico", señaló el titular
sanlorencista, que como tantas otras veces prefirió atacar al periodismo
por la situación planteada. "Acá no pasa nada. Sucede que el
periodismo quiere inventar peleas donde no las hay. Acá hay medios que
tienen negocios con Boca y River, y por eso quieren perjudicar a San
Lorenzo", disparó Miele.
Pero este cortocircuito no es nuevo. Ya en el comienzo del Apertura
'99, a San Lorenzo llegaron varios jugadores que el técnico no había
solicitado y que no había aprobado su contratación. De los once
futbolistas que se incorporaron en junio del año pasado, apenas cuatro
habían sido aprobados por Ruggeri: Ariel López, Pablo Michelini,
Fernando Ortiz y Carlos Moreno. Hubo otros que se sumaron casi a prueba y
como una inversión a futuro, tales los casos de Lucas Pusineri o Lucio
Filomeno, pero que terminaron conformando al entrenador y se ganaron un
lugar importante en el plantel.
Sin embargo, de la mano de
Miele, también arribaron jugadores que Ruggeri no pidió y que casi no
tuvieron oportunidades. A Carlos Netto se lo dijo en los primeros
entrenamientos y recién lo tuvo en cuenta tras las lesiones de Guillermo
Franco y Adrián González, aunque luego fue desplazado por el juvenil
Walter Ervitti. Peor aún fue la situación del español Javier Artero,
que apenas sumó un puñado de minutos, o de Lucas Gatti, que no llegó a
debutar. Tampoco tuvo inconvenientes para borrar a Juan José Borrelli,
Gustavo Zapata o Claudio Rivadero, pese a la resistencia de los dirigentes
porque los jugadores se desvalorizaban.
Ahora le llegó el turno a Portocarrero. "Me trajeron a un
jugador que no conozco, a quien tendré en cuenta si está bien. Si no,
tendrá que esperar", aseguró Ruggeri. Y lo cierto es que, más allá
del negocio que pueda haber
sido para Miele, para el técnico es un jugador más, que tiene que
demostrar que puede integrar el plantel. Pero determinó una situación
que colmó la paciencia de Ruggeri.
Camiseta de club grande se ofrece, llame ya
Si bien no trascendió
el nombre de la empresa, Racing contará en los próximos días con
un nuevo
sponsor para su camiseta. Según informaron fuentes cercanas al
club, dentro de dos semanas el club firmará un contrato con una
firma muy importante por el que ingresarán 100 mil dólares
mensuales por el auspicio.
Por más que el convenio con el Banco Provincia, el anterior
sponsor, ya había finalizado en el campeonato pasado y se sabía
que no se iba a prolongar, recién ayer la remera de los jugadores
apareció sin inscripciones. En la primera fecha ante Talleres,
Racing lució la camiseta con el logo del banco porque no poseía un
juego que no tuviera marcas.
La llegada de un sponsor es fundamental para la continuidad del
club. Sin los 100 mil dólares mensuales que aportaba el Banco
Provincia, y que ahora va a poner el nuevo auspiciante, Racing puede
transformarse en deficitario, algo que no está permitido por estar
en un proceso de quiebra. De acuerdo con la Ley de Quiebras, el
déficit llevaría al cierre inmediato de la entidad. Mientras
tanto, y más allá de esa circunstancia, se espera que esta semana
la Cámara de Apelaciones de La Plata llegue a alguna resolución
sobre el pedido de clausura del club. |
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