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RACING Y BOCA CHOCARON Y EMPATARON CON DOS GOLES POLÉMICOS
Discutido como un picado

Sacó ventaja Estévez en el primer tiempo y Boca --con diez por expulsión de Navas-- empató cerca del final con un penal de Guillermo Barros Schelotto. Floja actuación del árbitro Daniel Giménez.


Estévez festeja y Samuel se lamenta. Es la apertura del marcador.

El Mellizo acaba de convertir el penal y Boca salva un punto.


Por Juan Sasturain
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Fue un partido jugado con un clima metafórica y literalmente pesado. Sin embargo, la tormenta acumulada nunca acabó de desatarse y terminó cayendo afuera, justito después que terminara. Ahí sí: mientras el cielo que se la había pasado amagando media tarde soltaba con relámpagos y ramalazos de viento la lluvia que se había guardado para tirar sobre la multitud ahora desguarnecida, las hinchadas también, finalmente tronaron. Los de Boca liberaron el festejo por haber llegado al empate con diez, por haber zafado cuando se venía la noche; los de Racing, todos a una, se la agarraron con el sargento Giménez. Lo reputearon por el empate, por el penal-mancha que no vio ni el más experto tintorero, por los sucesivos fouls a Ibarra que compró toda la tarde. Lo reputearon, finalmente, porque Racing no ganó. Finalmente, la lluvia democrática, unánime, no aplacó del todo los ánimos (ver aparte), pero hizo esperar, impidió que la furia ganara calentita la calle. Cuando las hinchadas --después de media hora bajo custodias policiales y bajo aleros protectores-- volvían a sus casas, el fervor/furor se había transmutado en cuidado de no pisar los charcos. El agua sabe lo que hace. 

  Pero el tiempo tormentoso, el Stormy weather de la trompeta con largo wah wah, era la melodía más adecuada para lo que se venía ayer en Avellaneda desde la previa. Tormenta anunciaban las tribunas encendidas por la intolerancia: las internas barrabravas de Boca y Racing amenazaban con trasladarse a las tribunas respectivas. Incluso la vocación de confrontación --para no ser más duro en el calificativo-- llegó en el prólogo a la burla explícita ante cualquier voluntad de convivencia: bastó con que apareciera una bandera incitando a la erradicación de la violencia en los estadios y que dos chicos con camisetas de Racing y Boca se abrazaran para que todos, todos silbaran... Tormenta anunciaban los mediocampos y los cruces en pelotas divididas en que se sacaban chispas como si fueran piedras. Sin embargo, todo quedó ahí.

  Racing y Boca jugaron un partido mediocre al que sólo el fervor de las empujadoras tribunas y la necesidad de Boca en el segundo tiempo calentaron en su mejor momento de picado de ida y vuelta. Ese clima duró media hora. Después del empate, Bianchi se asustó --estaba jugando con diez y tres delanteros...-- y entró Matellán por Moreno. Como Costas se había asustado antes, echando a Racing atrás desde el arranque del segundo tiempo, el final no fue de toma y daca. Ya estaba bien: Boca tenía el empate con uno menos; Racing tenía el pretexto del sargento.

  Hubo algunas cosas para destacar. En Racing, que hizo buen primer tiempo, anduvieron bien Ubeda y los del fondo en general, menos Banegas. Lo de Quiroz fue flojo, igual que Monserrat y el discontinuo Lux, mientras Sixto Peralta --lento, pero cuidadoso del destino de cada pelota-- no siempre encontró el momento (tiempo y distancia) para habilitar a los de arriba, que se movieron bien en el primero para diluirse en el segundo, sobre todo Cordone. Pero, por lo menos, Racing buscó por abajo. Y en una fue gol.

  Lo de Boca tuvo dos caras. En el primero, como perdía en el medio y el criterioso pero fantasmal Pérez no pesaba --le quedó un poco grande el clásico, aunque casi se salva con un tiro libre notable--, abusó de los pelotazos para Moreno, que se las rebuscó, y para un Mellizo semiapagado. Así, llegó muy poco. Sólo Córdoba, la seguridad de Bermúdez en las dos áreas y la proyección imparable de Ibarra daban el pinet, porque Basualdo, Traverso y Navas sólo aportaban confusión. En el segundo se paró todo el equipo más adelante, se mandó el Vasco ganando por su lateral y empezó a llegar por desborde y por arriba. Bien Battaglia y Giménez hasta el gol, cuando vino la contraorden y el regreso a los cuarteles.

  Algo que el puteado sargento debe haber aprobado.

 

Navas volvió a meter la pata contra Racing

Fernando Navas no se va a olvidar de su paso por la cancha de Racing. Además de no cumplir una buena actuación, el volante volvió a irse expulsado por una tontería, algo que ya le había ocurrido en el partido del Apertura '98. "Fue hasta en el mismo lugar de la chancha y por una infracción similar", recordó Carlos Bianchi tras el encuentro. Aquella vez Navas lo había tomado de la camiseta a Angel Morales estando amonestado, justo un minuto antes del final del primer tiempo y luego del gol de Boca un minuto antes. Finalmente empató 1-1 con un tanto de Ubeda. La expulsión de ayer fue a los 24 minutos del segundo tiempo, justo en el mejor momento de Boca. Tras perder una pelota con Sixto Peralta, el marplatense lo corrió y lo bajó desde atrás. Como ya estaba amonestado por haberse adelantado dos veces en un tiro libre, el árbitro Daniel Giménez lo expulsó. Lo peor para Navas es que, si la historia se repite en todo, puede perder la titularidad que había ganado por la partida de Diego Cagna. Luego de aquel partido del '98, Navas no volvió a ser titular, ya que su lugar fue ocupado en el resto del torneo por José Basualdo.   


Las mil y una de la hinchada de Racing

A pesar de un operativo policial con más de ochocientos efectivos, se produjeron varios incidentes menores antes y después del partido que protagonizaron Racing y Boca. Cuando el micro que trasladaba a los jugadores de Boca llegó al estadio, más de veinte hinchas le arrojaron piedras al vehículo e insultaron a los futbolistas, aunque no hubo heridos ni detenciones. Otro episodio se produjo cuando un grupo de hinchas de Racing rompió un portón que divide la popular con el sector de plateas e invadieron la zona. El tercer incidente se produjo en la zona de vestuarios, luego de que varios simpatizantes se acercaron a ese sector por estar disconformes con la actuación del árbitro del partido, Daniel Giménez, y pretendieron agredirlo. Para colmo, la voz del estadio no contribuyó a calmar los ánimos, ya que cuando informaba los resultados de los partidos de la fecha se escuchó: "En esta cancha, Racing 1‑Giménez 1". Pese a los forcejeos, allí tampoco hubo heridos ni detenidos. Por último, dos hinchas locales cruzaron toda la cancha y robaron una bandera de Boca que estaba colgada en el alambrado.

NO TODO ESTÁ BIEN EN EL SANTO PUNTERO
El sordo rugido de Ruggeri

Las desprolijidades de la dirigencia de San Lorenzo tensan la relación con un técnico que conoce los códigos futboleros, pero no se calla.

Por A.G.
Lo que sucedió la última semana en San Lorenzo sobre el cierre del libro de pases fue demasiado grave para que todo quedara en la nada. La directiva dejó filtrar pormenores de su encuentro con los pares de Argentinos Juniors que --de confirmarse-- resultan demasiado graves para que un técnico como Ruggeri o como cualquier otro, digamos, se haga el distraído. Y encima le traen al enigmático Portocarrero. Sin embargo, en superficie, eso parece ser lo que eligió el entrenador como actitud, al menos para afuera. Así, con esas salvedades, puede decirse que, pese a las declaraciones públicas, el malestar de Oscar Ruggeri con los dirigentes de San Lorenzo es notorio y no es posible vislumbrar en qué puede terminar.

  "Ya está. Schiavi no está, pero la calentura pasó", fueron sus palabras. Luego del triunfo como visitante 1-0 ante Unión, Ruggeri trató sin demasiado éxito bajarle temperatura a la polémica que se desató en la semana como consecuencia de una nueva decisión unilateral del presidente Fernando Miele. Mientras el técnico pidió reforzar el plantel con el zaguero de Argentinos, Rolando Schiavi, el presidente contrató sin consultarlo al colombiano Pedro Portocarrero, quien para colmo está a préstamo hasta mediados de año, sólo puede actuar en la Copa Libertadores y según el preparador físico Rubén Solé necesita casi un mes para ponerse a punto.

  Tan grande fue el enojo de Ruggeri que el propio Miele debió viajar a Santa Fe para calmarlo, aunque por los dichos del técnico no consiguió demasiado. "Ya está. Ahora voy a defender mi grupo. Pero esto no va a volver a pasar", aseguró (¿amenazó?) Ruggeri. Lo que más bronca le dio al entrenador es que los dirigentes ni siquiera realizaron un pequeño esfuerzo por conseguir al jugador que pretendía, algo que sin quererlo lo confirmó Miele. "Es cierto que Schiavi no estaba dentro de nuestras preferencias, pero igual tratamos de darle el gusto al técnico", señaló el titular sanlorencista, que como tantas otras veces prefirió atacar al periodismo por la situación planteada. "Acá no pasa nada. Sucede que el periodismo quiere inventar peleas donde no las hay. Acá hay medios que tienen negocios con Boca y River, y por eso quieren perjudicar a San Lorenzo", disparó Miele. 

  Pero este cortocircuito no es nuevo. Ya en el comienzo del Apertura '99, a San Lorenzo llegaron varios jugadores que el técnico no había solicitado y que no había aprobado su contratación. De los once futbolistas que se incorporaron en junio del año pasado, apenas cuatro habían sido aprobados por Ruggeri: Ariel López, Pablo Michelini, Fernando Ortiz y Carlos Moreno. Hubo otros que se sumaron casi a prueba y como una inversión a futuro, tales los casos de Lucas Pusineri o Lucio Filomeno, pero que terminaron conformando al entrenador y se ganaron un lugar importante en el plantel.

  Sin embargo, de la mano de Miele, también arribaron jugadores que Ruggeri no pidió y que casi no tuvieron oportunidades. A Carlos Netto se lo dijo en los primeros entrenamientos y recién lo tuvo en cuenta tras las lesiones de Guillermo Franco y Adrián González, aunque luego fue desplazado por el juvenil Walter Ervitti. Peor aún fue la situación del español Javier Artero, que apenas sumó un puñado de minutos, o de Lucas Gatti, que no llegó a debutar. Tampoco tuvo inconvenientes para borrar a Juan José Borrelli, Gustavo Zapata o Claudio Rivadero, pese a la resistencia de los dirigentes porque los jugadores se desvalorizaban.

  Ahora le llegó el turno a Portocarrero. "Me trajeron a un jugador que no conozco, a quien tendré en cuenta si está bien. Si no, tendrá que esperar", aseguró Ruggeri. Y lo cierto es que, más allá del negocio que  pueda haber sido para Miele, para el técnico es un jugador más, que tiene que demostrar que puede integrar el plantel. Pero determinó una situación que colmó la paciencia de Ruggeri.

 

Camiseta de club grande se ofrece, llame ya

Si bien no trascendió el nombre de la empresa, Racing contará en los próximos días con un nuevo sponsor para su camiseta. Según informaron fuentes cercanas al club, dentro de dos semanas el club firmará un contrato con una firma muy importante por el que ingresarán 100 mil dólares mensuales por el auspicio.
Por más que el convenio con el Banco Provincia, el anterior sponsor, ya había finalizado en el campeonato pasado y se sabía que no se iba a prolongar, recién ayer la remera de los jugadores apareció sin inscripciones. En la primera fecha ante Talleres, Racing lució la camiseta con el logo del banco porque no poseía un juego que no tuviera marcas.
La llegada de un sponsor es fundamental para la continuidad del club. Sin los 100 mil dólares mensuales que aportaba el Banco Provincia, y que ahora va a poner el nuevo auspiciante, Racing puede transformarse en deficitario, algo que no está permitido por estar en un proceso de quiebra. De acuerdo con la Ley de Quiebras, el déficit llevaría al cierre inmediato de la entidad. Mientras tanto, y más allá de esa circunstancia, se espera que esta semana la Cámara de Apelaciones de La Plata llegue a alguna resolución sobre el pedido de clausura del club.

 

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