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El técnico de la Selección,
casi sin proponérselo, se ha ido convirtiendo en un entrenador virtual.
Su existencia se ha vuelto más aparente que real y la Selección que
conduce cobra más vida en sus videocasetes que en el campo de
entrenamiento. Entre las restricciones que le impone el fútbol
globalizado y las que él mismo se marca a fuego, sólo nos queda observar
y juzgar el juego del equipo cuando los calendarios lo permiten. Y
convengamos en que las oportunidades son pocas.
Inglaterra, Wembley, la Mano de
Dios, la definición por penales en el Mundial de Francia y hasta los
factores extradeportivos que no deberían mezclarse, hacen que el partido
de pasado mañana cobre especial gravitación, más allá de su carácter
amistoso. Un choque así sólo es comparable en rivalidad con un
Argentina-Brasil. Habrá que ver, entonces, cuánto potencian los
antecedentes y el marco a un equipo que durante 1999 alternó muy buenos
rendimientos (Argentina 2, España 0; Argentina 2, Brasil 0) con otros muy
malos (Colombia 3, Argentina 0; Brasil 4, Argentina 2).
Bielsa es un técnico que
intenta no dejar nada librado al azar aunque, él lo sabe muy bien, en el
fútbol eso es imposible. De su inmensa colección de videos --guarda
centenares en el predio de la AFA y en su casa de Rosario--, emergen
jugadores virtuales que después se tornan reales en las canchas. Allí
están todos, desde el chico Graf --un pibe que surgió de Rosario Central
y fue a parar al fútbol holandés-- hasta Batistuta, condensados en imágenes
de dudosa utilidad. Pero muy distintos son los hombres de carne y hueso,
sujetos a marcaciones asfixiantes y con las pulsaciones al máximo.
Se comenta en el círculo íntimo
del entrenador rosarino que además de la mayoría de los futbolistas
convocados para el partido de este miércoles, en el comienzo de las
Eliminatorias se agregarán al plantel Fernando Redondo, los lesionados
Juan Pablo Sorín y Matías Almeyda y dos o tres jugadores del medio local
como Roberto Bonano, Walter Samuel y, acaso, el último y flamante citado,
Roberto Arruabarrena. El Vasco de Boca llega a la Selección después de
que Bielsa lo llamó a Carlos Bianchi desde Miami para saber si podía
contar con él en el encuentro con los ingleses. Al mismo tiempo, José
Pekerman salía a decir que no habría más convocatorias en un inusual
desajuste argumentativo entre pares.
Ya lo dijo Julio Grondona:
"La realidad es que no tenemos un seleccionado permanente, sino un
seleccionado inestable permanentemente". Si nos atenemos al lobby de
los clubes europeos más poderosos que comenzó a funcionar en Suiza --se
reunieron 48 para fijarle demandas a la FIFA--, el panorama para todos los
países latinoamericanos y, en particular para Argentina y Brasil, se
tornará cada vez más delicado. El mismo Grondona había adelantado a
fines del '99: "Los siete amistosos que había por año no van a
existir más". Bielsa ya acusó recibo del mensaje hace tiempo y sabe
que deberá arreglarse con los picados de las prácticas --a los que no es
proclive-- y operar modificaciones en los encuentros oficiales que
clasifican para el próximo mundial. El 28 de marzo, ante Chile y en el
estadio Monumental de River, la Selección nacional iniciará el maratón
de dieciocho partidos que concluirá el 13 de noviembre del 2001 ante
Uruguay en el histórico Centenario.
Acaso lo que está más claro
en el futuro de Bielsa es su relación distante con la prensa que no
piensa modificar. Sin embargo y, pese a que parece ignorar los comentarios
de los medios, tras la repercusión que generaron sus recientes
declaraciones en Miami (donde dijo que "los jugadores salen cada vez
peores"), se preocupó por llamar a Buenos Aires desde EE.UU. para
saber cómo habían caído sus afirmaciones. El técnico combinó sus
vacaciones con una invitación a disertar sobre la formación de
futbolistas.
"Para mí es lo mismo el
laburante de El Gráfico que el de una FM...", suele explicarle a
Andrés Ventura, el jefe de prensa de la Selección mayor, para evitar los
contactos personalizados con los periodistas. Y está bien. Aunque ni la
pobre calidad de su relación con la prensa ni su hábito frenético de
coleccionar videocasetes, deberían ser un tema relevante, casi
excluyente, en su paso por la Selección, debido a que muy poco o casi
nada se conoce de las cosas que hace. Ni siquiera la dinámica de partidos que le ha sido impuesta al seleccionado favorece la tarea del entrenador. Así, entre un halo de misterio y las complicaciones que le plantea su actividad, Marcelo Bielsa va esquivando las piedras que le aparecen en el camino. Solo, adelantándose a muchos, trata de salir del laberinto que dibuja con su cuerpo cuando mira hacia el piso y se mueve dando vueltas en círculo. Esa imagen suya, con el ceño fruncido y la vista puesta sobre el césped, a un costado del campo de juego, es su marca registrada. Pero también simboliza los enigmas que encierra un técnico tan indescifrable como la Selección que dirige.
PREMIER
LEAGUE CONTRA PRIMERA DIVISION Por A.G.
El Liverpool, con 47,3
millones, fue la entidad que más invirtió, además de ser la de mayor déficit
ya que sólo le ingresaron 23,1 millones. Cifras muy lejanas a los casi 7
millones que pagó Boca por Marcelo Delgado, el pase más caro comprado
por un club local. Lo llamativo es que esa inversión a Boca le hubiese
permitido apenas superar al modesto Watford, el equipo de Elton John, que
con 3,1 millones es el equipo de la Premier League que menos gastó. La
suma de todo lo que gastaron los clubes criollos serviría para que el fútbol
argentino se ubicara en el puesto 15º, sólo por encima del Everton,
Sheffield Wednesday, Southampton, Bradford y Watford.
De los veinte equipos ingleses,
sólo tres obtuvieron ganancias por las transferencias. Pese a gastar 41
millones, el Arsenal tuvo superávit ya que ingresaron 43,3 millones,
beneficiado por la venta del francés Nicolas Anelka al Real Madrid. Los
otros fueron el Everton y el West Ham.
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