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EL MINISTRO DEL INTERIOR CONTRA EL TUCUMANO MIRANDA
Storani repudió al gobernador que se disfrazó de barrabrava


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El ministro del Interior, Federico Storani, expresó ayer un enérgico repudio a la agresión que sufriera el juez de línea Raúl Bravo a manos del gobernador de Tucumán, Julio Miranda, y del hermano de éste, y anticipó que llevará el caso a la próxima reunión del Comité de Seguridad Interior. El titular de la cartera sugirió que si el juez de línea lleva adelante la denuncia penal sobre la agresión, ésta podría derivar en un escándalo político en Tucumán. "Es desatinado lo que hizo, porque los primeros que deben dar el ejemplo son aquellos que tienen más responsabilidad", opinó. El línea Bravo señaló que continuará las acciones legales "tanto a nivel judicial como político" como para que la actitud de los hermanos Miranda no resulte impune.

  Storani y Bravo fueron cruzados al aire ayer en Radio Rivadavia, y mientras el árbitro rememoraba su odisea del jueves pasado, el ministro expresaba su solidaridad y su condena al episodio, al tiempo que insistía en que, pese a su investidura, no goza de influencia sobre el desenvolvimiento del gobernador tucumano. "Nosotros no tenemos facultad en el Gobierno nacional para reprender a un gobernador de provincia", explicó.

  Sin embargo, sugirió muy claramente que la iniciación de una acción penal contra Miranda podría derivar en un juicio político si interviene la Legislatura de esa provincia. "Tendrá que ser el Parlamento de Tucumán el que decida si esto da mérito o no para un juicio político para poder someter a la Justicia al gobernador", remarcó.

  Storani aceptó que el gobernador tiene derecho a ser hincha de un equipo de fútbol, pero opinó que "no está en su derecho de juzgar a los árbitros y, mucho menos, de agredirlos. Eso es deplorable, lo condenamos enérgicamente, porque es un ejemplo que se extiende a la violencia que queremos combatir", dijo.

  Bravo contó que al término del partido en que Atlético de Rafaela le ganó como visitante a Atlético Tucumán por 1‑0, el juez del partido, Jorge Ferro, ordenó a la policía que custodiaba el vestuario que no dejara ingresar a ningún particular. Según el relato, Miranda --que alguna vez fue presidente de Atlético Tucumán-- llegó a los gritos al vestuario y usando sus atribuciones ordenó a la policía abandonar el lugar.

  Una vez dentro del vestuario, el gobernador acusó --según denunció Bravo-- a los árbitros de crear el clima de violencia y les dijo textualmente: "Si no fuera gobernador, los cagaría a trompadas".

  Luego, una persona que Bravo no identificó, pero que sería José Miranda, el hermano del gobernador, le pegó una trompada en la quijada, sobre el lado izquierdo de su cara. Los hermanos, que estaban acompañados por otras dos personas, se retiraron luego del vestuario, diciéndole a los árbitros que no podían garantizar su seguridad al abandonar el estadio.

  El técnico de Atlético Rafaela, Gustavo Alfaro, y algunos dirigentes del club santafesino, ofrecieron a los hombres de negro dejar el estadio en su compañía, para evitar otras represalias. Previendo que los exaltados hinchas tucumanos pudieran apedrear el micro de la delegación, eligieron hacerlo en nueve remises contratados al efecto en ese momento. Pero Ferro desechó el ofrecimiento aduciendo que preferían efectuar la denuncia policial y que un perito médico constatara las heridas sufridas por su asistente.

  Bravo aseguró que seguirá la denuncia "hasta las últimas consecuencias" al tiempo que se especulaba que hoy o mañana llegaría a la AFA una disculpa formal del gobernador Miranda.

  Storani dijo que se ocupará especialmente del problema de la violencia en el fútbol. "Es un círculo vicioso, en el que se hace necesario cortar muy profundo", señaló, al tiempo que admitía que el de las barras bravas "es un buen negocio económico". 

 

Sin decisión política no habrá solución

Que la violencia es un problema que requiere firme decisión política para resolverse pudo comprobarse una vez más ayer, en Avellaneda. Porque tanto la hinchada de Racing (foto) como la de Boca mostraron en las tribunas banderas de dimensiones superiores a las permitidas, sin que el operativo policial (compuesto por 850 efectivos) hiciera nada por evitarlo. ¿De qué sirven las leyes, la prédica, la declamación permanente, si luego no se hacen efectivas sobre el terreno? Un rato antes, un grupo de hinchas de Racing había apedreado al micro que transportaba a los jugadores de Boca cuando éste llegó al estacionamiento del estadio.

 

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