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--¿Por
qué, a su entender, hay que rechazar la reforma laboral?
--Este
proyecto legaliza por primera vez que un convenio contemple peores
condiciones de trabajo y salariales que el piso legal, que la Ley de
Contrato de Trabajo. Es lamentable que voten esto y lo hemos dicho con
toda claridad: diez años de menemismo han demostrado que estas políticas
son un fracaso, no resuelven la desocupación.
--Y la CTA ¿qué propone para
terminar con la desocupación?
--Cambiar el modelo. ¿Para qué
volver a bajar los aportes patronales, volver a discutir la precariedad
del empleo y no discutir la apertura indiscriminada de la economía, el
tremendo negocio del capital financiero, el aumento de los servicios públicos
privatizados?
--¿Por
qué cree que es eso?
--Acá no hay desocupación
porque falta trabajo. Acá sobra trabajo. El 32 por ciento de la clase
trabajadora trabaja más de 10, 12 o 14 horas por día. O sea, que sobra
trabajo. En las diez empresas más grandes del país, si se cumplieran las
ocho horas, habría 38 mil puestos de trabajos nuevos. Si en las
quinientas empresas se cumplieran las ocho horas, habría 116 mil puestos
de trabajo más. Y, si se cumpliera realmente la Ley de Trabajo, habría
900 mil puestos de trabajo nuevos. Hay trabajo de sobra. ¿Por
qué hay desocupación? Porque tienen que permitir que ganen cada vez más
los grupos económicos.
--¿Usted dice que la
flexibilización es para satisfacer las demandas de los grandes grupos?
--En los últimos años
aumentaron la productividad un 54 por ciento con las leyes de
flexibilización y con este modelo económico. Aumentaron su tasa de
ganancia un 69 por ciento, pero la masa salarial de los trabajadores de
esas empresas aumentó nada más que el 6 por ciento y se perdieron 63 mil
puesto de trabajo. Son datos oficiales. Es verso que apretando a los
trabajadores se crea trabajo. Hay desocupación, porque hay que mantener
la tasa de ganancia de los vivos que hoy aplauden en el mundo lo que está
pasando en la política económica en la Argentina. Son los grupos económicos:
Techint, Pérez Companc, Soros, Benetton. --¿Para
usted parte de la solución es, como dijo Hugo Moyano, terminar con la
convertibilidad?
--Nosotros perdimos con la
hiperinflación porque se transferían riquezas
de los más o los menos. Cuando nos pusieron la convertibilidad fue
mágico: de un día para el otro no aumentó más nada. Parece que los
tipos que generaban la hiperinflación encontraron el negocio en otro
lado. Los laburantes de nuestro país perdimos con la hiperinflación y
con la convertibilidad. El problema no es el instrumento, el problema es
para qué. Yo creo que es ajuste o democracia. O shock de confianza a los
mercados o shock distributivo. Hay que elegir y acá se está eligiendo el
shock de confianza a los mercados.
--No me respondió si hay que
salir de la convertibilidad.
--Porque no se trata de
discutir solamente un tipo de cambio, sino la política económica
general.
--¿Los ayuda o los perjudica
que Moyano sea el titular de la CGT desde marzo?
--Es un compañero con quien
hemos estado en la Marcha Federal, en los paros generales y ojalá se
expliciten políticas cada vez más claras de parte de los trabajadores.
La CGT fue una herramienta del modelo, estuvo hegemonizada por los
sindicatos empresarios y que haya expresiones diferentes sería para
nosotros muy bueno.
--El ministro de Trabajo,
Alberto Flamarique, dice que los sindicalistas defienden sus intereses.
--La mayoría de los dirigentes
sindicales rechazamos esta ley porque somos representantes fieles de los
trabajadores. Que haya alguno que rechace por otra cosa que lo diga, que
diga quiénes son, sería bueno que el Gobierno aclare. Este verso de que
hay una sola clase de sindicalistas. Nos corren con "guarda que los
sindicalistas están mal vistos por la sociedad". Yo me siento
orgulloso de ser sindicalista elegido por los trabajadores por voto
directo y representando a mis compañeros. Los dirigentes sindicales que
se convierten en empresarios porque ya no quieren ser trabajadores, allá
ellos.
--Está de acuerdo, como se
planteó alguna vez, en hacer una consulta popular para saber qué piensa
la gente respecto de la reforma
--Por supuesto. Las dos veces
que Menem habló de re-reelección fueron las dos veces que lo amenazaron
con consultas populares en la provincia de Buenos Aires y De la Rúa en la
Capital Federal y tuvo que recular. El año pasado, el 72 por ciento de
los encuestados decía que estaba en contra de la reforma laboral. Ahora,
si tienen que elegir entre Daer y De la Rúa, ya perdió Daer hace años.
--¿Hacen lo mismo Menem y De
la Rúa en materia laboral?
--Este gobierno es nuevo y
tiene que demostrar que ambiciona cambios diferentes. Menem es
inigualable. Ha sido nefasto para el país. También dependen las
circunstancias. Yo creo en las buenas intenciones. --Hablar
de buenas intenciones con esta reforma suena ingenuo.
--Yo no dije eso. Este debate
del Parlamento es una lástima porque tendría que ser sobre el desempleo
y no por las propuestas del Banco Mundial. Estamos ocupados por el enemigo
económica, política, cultural y mediáticamente. El Banco Mundial le
manda a cada ministro lo que tiene que hacer y ahora, hasta a nosotros. En
vez de convocar a los argentinos, convocan al Banco Mundial. Pero tampoco
hay que ser reduccionista: la gente votó por el Chau Menem. Nosotros no
discutimos la política conspirativamente.
--¿Y qué opina de los
actuales legisladores de la Alianza que el año pasado rechazaban
cualquier propuesta de flexibilización y ahora la votan?
--Yo no creo que sea válido el
teorema de Baglini, es un verso para justificar a los mediocres.
Esconderse en el teorema de Baglini es aceptar la mediocridad que cuanto más
cerca de capacidad de decisión, de poder, tiene que hacer lo que le
solicitan los poderosos. La no mediocridad es tratar de seguir
defendiendo, aun en circunstancias difíciles, el interés por el que uno
llegó a ocupar un cargo.
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